Entrada destacada

LA CRISIS DEL CORONAVIRUS Y LA ANSIEDAD

LA CRISIS DEL CORONAVIRUS Y LA ANSIEDAD Volvemos para prestar ayuda psicológica  Los últimos días han dejado claro la gravedad de l...

domingo, 29 de octubre de 2006

La Violencia Escolar


Programa de Radio, día 13 de Octubre 2006

En el mes de marzo de 1998 una matanza de escolares en Jonesboro (Arkansas ) perpretada por dos niños de 11 y 13 años conmocionó al mundo. Sin embargo no era éste un hecho aislado, sino el culmen de la violencia que la sociedad en general y los centros educativos en particular venían detectando como un fenómeno preocupante.El gran debate que surge en los meses siguientes se centra en lo que respecta a nuestro país en dos aspectos. En primer lugar, conocer si en nuestros centros existe realmente el problema y en segundo, saber qué alcance tienen los hechos violentos y si pueden compararse con los acaecidos en EEUU y en el resto de países de Europa. Hay quien niega que en nuestras escuelas exista violencia propiamente dicha, si bien se reconoce generalmente que se dan casos de victimismo entre alumnos y situaciones de indisciplina bastante generalizadas que por habituales forman parte de la convivencia diaria en el aula aunque son causantes de no pocos conflictos. También llama la atención que mientras unos nieguen que los casos de violencia escolar hayan aumentado en los últimos tiempos, sino que ésta ha existido siempre, otros denuncian el alarmante incremento de los casos aludidos en los últimos años. Cabe, por tanto, enfocar el apartado en los siguientes supuestos: ¿Existe realmente violencia escolar en nuestros centros educativos? ¿Qué clase de perturbaciones se han detectado? ¿Qué diferencia existe con los casos de otros países de nuestro entorno cultural o incluso de otras culturas más lejanas?Empecemos por lo foráneo para aproximarnos después a lo nuestro. Comenzaré tratando de reflejar la desazón que produjo en todo el mundo los terribles sucesos de Jonesboro mencionados al principio. Una revisión no demasiado detenida de lo publicado en servidores de EEUU nos aproxima a este sentimiento, incluso en un país donde el uso de las armas es generalizado y la violencia compulsiva se manifiesta a menudo en masacres que retransmiten-a veces en directo- las principales cadenas de radio y televisión. La voz, semanario publicado en Miami (Florida) dice en uno de sus artículos al que titula "La violencia escolar":"Los hechos terribles de Colorado, difíciles de olvidar, nos han cambiado la vida. Se perdió un poco la confianza entre padres, maestros y alumnos...", afirmó un funcionario de las escuelas públicas. Aparte de los "locos sueltos", que invaden algunos centros de enseñanza, muchos se preguntan: ¿Existe tanta violencia en los centros escolares?" Y expresa así los sentimientos que experimenta la comunidad escolar:" En Miami, con el comienzo de un nuevo año escolar, los estudiantes tienen miedo... Al menos veinte amenazas de bomba se registraron el año pasado en diferentes escuelas secundarias del área de Miami. Para estar preparados ante cualquier emergencia, la policía local realizó numerosos simulacros y entrenamientos (mientras las escuelas estaban cerradas en vacaciones). Mientras tanto, Henry Fraind, portavoz de las Escuelas Públicas de Miami, insiste en que los estudiantes que sean sorprendidos en este tipo de broma, por así llamarlas, serán expulsados de sus escuelas para ser asignados a otras, diseñadas para "jóvenes con problemas" ".¿Realmente está justificada tal alarma social o es fruto de un tratamiento exagerado en los medios? En primer lugar hagamos un rápido repaso a los titulares de prensa que recogí con el fin de documentar el debate ¿Hay violencia en nuestros colegios e institutos?. Transcribiré aquí los referidos a países de América y Europa, exceptuando España.EL PORQUE DE LA VIOLENCIA ESCOLARCuando coloquialmente hablamos del comportamiento de nuestros escolares respecto al que tuvimos nosotros, tendemos a crear una cierta añoranza respecto al respeto por el profesor y padres que parece ahora se haya esfumado.Sin embargo otros análisis más rigurosos no achacan a esta pérdida de respeto el pretendido aumento de la violencia. Parece que nadie pone en tela de juicio que la situación adversa de algunas sociedades marginales son caldo de cultivo de las actitudes antisociales en nuestros niños y adolescentes.Esta marginalidad provoca relación con el consumo y tráfico de drogas, con el sida y con situaciones de estrés que se traducen a veces en actos antisociales y violentos.Pero según algunos analistas esto con ser, no lo es todo ni mucho menos. En principio, se separa el conflicto (fenómeno natural en nuestra realidad social) de la violencia, fenómeno a analizar en profundidad y al que es preciso encontrar acciones coordinadas que intenten evitarlo. No faltan en los documentos analizados teorías sobre el fundamento psicosociológico de los actos de violencia escolar y que expondré en ésta parte del trabajo.Ya ha quedado patente la opinión de expertos en el sentido de que la violencia escolar no va en aumento a pesar de lo que se piense, sino que esta apreciación se debe a la existencia de una mayor sensibilidad ante los hechos violentos. Esto se opina desde el artículo "La violencia escolar" de La Voz, semanario de Miami. En el mismo artículo se pone en evidencia que la historia de la educación tiene antecedentes en este sentido muy rudos: "en Grecia y en Roma, muchos maestros, algunos de ellos grandes figuras intelectuales, tenían plena facultad para pegar a los alumnos. Los castigos corporales han sido una constante en la educación con esos viejos axiomas como la letra con sangre entra, etc. Basta con leer Juvenilia, para ver que el venerado Jack, de pronto tenía una sesión de boxeo con sus alumnos. Y hace tan sólo 10 años, el Parlamento inglés hizo por fin lugar a la petición de un alumno de una universidad muy importante de Inglaterra que reclamaba que no se aplicasen más castigos corporales.¡La petición se había iniciado en 1625! Un buen ejemplo de más vale tarde que nunca. Pero, los castigos corporales continúan: en Australia son frecuentes, en Japón son diarios... y también la situación inversa: hay un 10% de profesores que han sido golpeados por sus alumnos. De tal manera que dentro de todo en Estados Unidos (y también en América Latina) no estamos tan mal comparativamente, porque el castigo corporal, el golpear a un alumno o a un maestro, es ya cosa inaceptada socialmente. Y los casos que suceden son ventilados por la prensa... no así en otros países, donde quedan ocultos a la opinión pública. Las causas de la violencia en los niños y jóvenes escolares tiene su raíz en la situación familiar y en los medios de comunicación. En opinión de una sicóloga experta en valores y derechos humanos «la falta de respeto hacia los demás y la dificultad en las habilidades sociales» son factores determinantes en las actitudes violentas. Un problema añadido es el reflejo en los colegios de la violencia que se percibe en casa contra las mujeres. Una violencia que los niños interiorizan. "Parece que las causas están íntimamente ligadas a la realidad social en la que nuestros adolescentes se hallan insertos. La familia, la influencia de los medios. Es aceptado que así como el conflicto es consustancial al hombre, la violencia se aprende. El doctor Chester Quarles, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de de Mississippi y autor de varios libros sobre el tema (Staying Safe in School:the life you save may be your own) dice con toda claridad: "Somos el país más violento de la Tierra. Para el momento en que un niño cumple los 6 años, ya ha observado 6 mil asesinatos y eso tiene un efecto catastrófico y devastante". En este mismo sentido se expresa una interviniente en el debate de nuestro web: En nuestros Colegio si hay violencia, aqui las mismas ircunstancias del país, las cuales los niños las viven a diario en la televisión y en sus hogares, hacen de ellos personas agresivas, creo que se debe fortalecer la familia y en especial a la pareja como primeros educadores de los niños,pues una familia con valores podrá proyectarse en sus hijos, fomentando la autoestima ( autoconcepto, autonomía, autovaloración) de sus miembros y desde alli darse a la comunidad.SOLUCIONES: 1.- La familia está primero. La principal respuesta a la violencia escolar esta en los padres. Es evidente que los adultos no estamos enseñando a nuestros niños y jóvenes a resolver sus conflictos pacíficamente. La violencia que entra en las salas de clases generalmente tiene sus raíces en las casas. Es cosa de ver algunas reveladores aunque escalofriantes cifras:Uno de cada cuatro hogares sufre de la violencia intrafamiliar.Casi un 70% de los niños reconocen haber sido objeto de maltrato por parte de sus padres o familiares más cercanos.Por ello uno de los objetivos sería crear una nueva relación más cercana entre el entorno escolar con esas familias.Esta nueva relación entre padres y establecimiento es uno de los ejes del nuevo curriculum.2- Se trabaja en un nuevo curriculum que integra al alumno y se adapta al mundo en que vive. El qué aprenden y el cómo aprenden nuestros niños tiene efecto sobre el conocimiento y los valores, base de la convivencia. Al sentir los alumnos que lo que aprende les es útil en su vida diaria, al poder ellos mismos tomar las riendas de su aprendizaje y no ser sujetos pasivos de largas lecciones que consideran inútiles, mucho de los motivos de resistencia contra la autoridad escolar disminuirán. Una educación pertinente a los desafíos de hoy con profesores formados para estos desafíos le devuelve a la escuela su rol formador. En ese nuevo currículum son los propios alumnos los que adquieren conciencia de la importancia del aprendizaje.3. - Se promueve la apertura de más espacios de expresión de la cultura juvenil y ocupación del tiempo libre. Los colegios abiertos, en horario extraescolar a numerosas actividades culturales, deportivas, de servicio a la comunidad, se convierten en punto de encuentro entre adultos y jóvenes y en alternativas a las calles y sus tentaciones. La comunidad escolar toma conciencia de su rol y es capaz de dar soluciones a sus problemas.4.- Se privilegia la mediación escolar como forma de resolver los conflictos. Para ellos deben desarrollarse programas en especial orientados a la comunidad escolar que contribuyan a apoyar a los profesores,padres y alumnos a fortalecer la convivencia interna y la formación en resolución pacífica de los conflictos. "Las recomendaciones que hace el Defensor del Pueblo en su informe a la Comisión Mixta Congreso-Senado se basan en el papel del profesor:"Los profesores tienen, generalmente, una mayor percepción del maltrato entre sus alumnos de lo que suele pensarse, y afirman claramente que los conflictos en sus centros han aumentado durante los últimos tres años Sus respuestas ante todas estas agresiones se centran tanto en actuaciones sancionadoras y administrativas, como en acciones encaminadas a la prevención y la resolución de conflictos.Por todo ello, el Defensor del Pueblo recomienda "la creación de un Observatorio del maltrato entre iguales, o una institución similar de ámbito estatal, que sirva de lugar de encuentro para experiencias comunes, de intercambio de iniciativas y de difusión de estudios". Y propone la vinculación de las políticas educativas con las sociales para atender causas de violencia ajenas al centro, la formación permanente del profesorado a todos los niveles; la dotación a los centros de especialistas, orientadores y trabajadores sociales; el fomento de la colaboración de las familias en los colegios; y garantizar la vigilancia de sus espacios e instalaciones."Por su rigor , quiero cerrar el apartado y trabajo reproduciendo una opinión del profesor Moreno Olmedilla a pesar de ser extenso el texto. El epígrafe se titula "La respuesta educativa al comportamiento antisocial en los centros escolares""En el debate acerca de la violencia y el comportamiento antisocial en las escuelas subyacen cuestiones y retos de gran alcance y con profundas implicaciones para nuestra sociedad. En definitiva, lo que «nos estamos jugando» aquí es si la escuela puede continuar siendo un instrumento de cohesión social y de integración democrática de los ciudadanos. Después de décadas de fortísima expansión y democratización educativas, mantener y afianzar el carácter «inclusivo» de nuestros centros de enseñanza parece ser un gran desafío. Así, las medidas de atención a la diversidad, el aprendizaje de la convivencia, la educación en actitudes y valores, se muestran como prioridades irrenunciables para la educación institucionalizada. El carácter no estrictamente académico de dichas prioridades choca, a veces incluso con dureza, con ciertas culturas profesionales dentro de la actividad docente, y aún mucho más con ciertas posiciones ideológicas en política educativa y curricular; y esto es así sobre todo en el ámbito de la educación secundaria, el tramo del sistema educativo donde siempre se concentran los grandes debates de fondo sobre la educación. El riesgo de fragmentación social y cultural, y de deterioro de la escuela pública que tales posiciones sin duda implican, hacen aún más urgente la toma de conciencia de los docentes acerca del auténtico alcance de los temas y problemas que venimos tratando.Podríamos diferenciar entre dos grandes tipos de respuesta educativa ante el comportamiento antisocial en las escuelas. Tendríamos, por un lado, lo que llamamos respuesta global a los problemas de comportamiento antisocial (que técnicamente podría considerarse como prevención primaria) (Moreno y Torrego, 1996). Se trata de una respuesta global por cuanto toma como punto de partida la necesidad de que la convivencia (relaciones interpersonales, aprendizaje de la convivencia) se convierta y se aborde como una «cuestión de centro». Así, el centro escolar debe analizar las cuestiones relacionadas con la convivencia —y sus conflictos reales o potenciales— en el contexto del currículo escolar y de todas las decisiones directa o indirectamente relacionadas con él. Esta respuesta global asume, por tanto, que la cuestión de la convivencia va más allá de la resolución de problemas concretos o de conflictos esporádicos por parte de las personas directamente implicadas en ellos; al contrario, el aprendizaje de la convivencia, el desarrollo de relaciones interpersonales de colaboración, la práctica de los «hábitos democráticos» fundamentales, se colocan en el centro del currículo escolar y de la estructura organizativa del centro. A su vez, los conflictos de convivencia o, más en general, los retos cotidianos de la vida dentro de la institución, afectarían a todas las personas de la comunidad escolar —y no sólo a los directamente involucrados—, por lo que también se esperaría de todos una implicación activa en su prevención y tratamiento.Por otro lado, tendríamos una respuesta más «especializada», esto es, consistente en programas específicos destinados a hacer frente a aspectos determinados del problema de comportamiento antisocial o a manifestaciones más concretas del mismo, que técnicamente denominaríamos prevención secundaria y terciaria (Trianes y Muñoz, 1997; Díaz-Aguado, 1992; Díaz-Aguado y Royo, 1995; Gargallo y García, 1996; Pérez, 1996). Se trata de programas más o menos ambiciosos, desarrollados por expertos, y que se vienen aplicando en centros educativos españoles desde hace años".



Articulo sobre violencia escolar publicado en el Diario Ideal:

Violencia, educación y adolescencia

Por Juan Francisco Delgado Morales (adaptado)
Vemos cómo la sociedad se asombra y se escandaliza por el presunto suicidio del joven Jokin en Hondarribia. Desde entonces no han cesado las noticias sobre la violencia que ejercen los adolescentes alrededor de sus centros educativos y de los llamados lugares de socialización. No es problema aislado, sino que es más común de lo que puede parecer. Es ampliamente reconocido que la televisión y el cine ejercen una marcada influencia en el comportamiento de las personas, especialmente en aquellas que se encuentran en la adolescencia. La televisión y el cine a través de los modelos y de los valores que proyectan juegan un papel clave. Crean necesidades, generan una cultura y valores sociales determinantes, establecen gustos, imponen modas. Siendo así, ¿alguien se extraña de que después de que nuestros niños y jóvenes vean 3 horas y cuarenta minutos de TV, los adolescentes utilicen la violencia como recurso para solucionar conflictos? Cuántos muertos se ven en la pantalla mientras nos tomamos un cocido o un plato de espaguetis. Se calcula que ha habido más de 100.000 muertos en IRAK, que a diferencia de otras guerras han sido televisados en directo. Cuántas películas ven los niños y adolescentes españoles un fin de semana y en las que, para que gane nuestro héroe, han de morir al menos entre veinte y treinta personas, con derroche de efectos especiales y de ketchup por doquier. Dicen que la TV refleja la violencia que hay en la sociedad. Cierto. Pero también es cierto que mostrarla no ayuda a mejorar la convivencia, todo lo contrario: puede alimentar aún más los modelos violentos y retroalimentar el gusto por la violencia. Como dice Gustavo Bueno la ’telebasura’ arrastra un sistema de valores, «diferencian lo que hay que barrer de lo que hay que respetar». Sólo habría que hacer un esfuerzo para identificar los indicadores que puedan identificar este género. Prometen los códigos de autorregulación de las televisiones, pero me temo que chocarán con las audiencias. Ahora que tenemos la navidad a la vuelta de la esquina, es un buen momento para saber elegir: un buen libro, aunque sea para los padres y madres.

No hay comentarios: