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miércoles, 13 de febrero de 2008

Como vencer la timidez


Hemos hablado de los miedos y de las fobias. La timidez es una forma atenuada de fobia social, y que habitualmente tenemos y disimulamos todos mejor o peor.
La timidez es una sensación de inseguridad o vergüenza en uno mismo, que una persona siente ante situaciones sociales nuevas y que le impide o dificulta entablar conversaciones y relacionarse con los demás.
No sabemos si resultaremos competentes, valiosos o apreciables a los demás. esa inseguridad nos atenaza muchas veces....
Muchas veces esto esta en agudo contraste con un ambiente familiar en el que hemos sido mimados y protegidos, aunque en otras ocasiones es todo lo contrario: un ambiente familiar autoritario y descalificador también produce futuros tímidos. Ojo para los padres y madres que usan esas pautas para con sus hijos/as.
Nuestra forma de ser se hace en el ejercicio de relacionarse con los demás, es un resultado de ATREVERSE a ser delante de los demás, mezclándose y entrando en conflictos que uno aprende a ir solucionando sobre la marcha.
La persona tímida es cautelosa: no se arriesga a equivocarse, a ser rechazada o a resultar inadecuada, y como no practica no avanza, y espera que un día se levantará con la moral alta y resultará segura de sí misma por arte de gracia (y no pasando por los malos tragos y apuros que todos tenemos que pasar para curarnos de complejos e inseguridades y para resultar hábiles amigos y relacione públicas).
Descubrir lo que somos realmente tiene algo de lanzarse al abismo de lo desconocido y explorar lo que resulta de ello, y esta es la forma mejor de superar la timidez. Arriesgar en las relaciones sociales siempre reporta más ventajas que inconvenientes, al fin y al cabo el género humano es social por naturaleza.
hemos de intentar cambiar nuestra forma de relacionarnos si nos cuesta ser comunicativos: Palabra a palabra obligarnos a nosotros mismos a enseñar LO QUE PENSAMOS pero también -y sobre todo- LO QUE SENTIMOS (como cuando decimos 'me molesta el humo que me hechas a la cara' o 'me gustaría que tomáramos el sábado un café juntos', o 'este fin de semana me apetece ir de excursión con unos amigos que hace tiempo que no veo').

Pensamientos que nos cohiben
A menudo superar la timidez también es una cuestión de número de palabras (cambiar el 'si', 'no', 'tal vez' por frases de cinco minutos).
Dejarse ir hacia una frase que va a ser muy larga es como confiar en tu propio cerebro, en su auto-estimularse, refrescarse y entusiasmarse por una tarea intelectual (en el fondo le encanta, es lo suyo).
La persona tímida tiende a creer que no tiene mucho VALOR, o CAPACIDAD, pero la realidad no es exactamente esa (mucho grandes tímidos han sido perfectamente grande genios científicos o escritores) sino que UNO MISMO/A SE PONE ENCIMA UN PEDRUSCO, inhibiéndose con pensamientos negativos tales como 'lo mio no tiene importancia' 'mis cosas aburren' 'mi interés no coincide con el de los demás' 'podría ofender, aburrir o molestar a alguien' o cuestiones y/o lindezas parecidas.
Esto a lo que podíamos llamar AUTO-SABOTAJE equivale a que estuviéramos pensando 'seguramente no caminaré recto y estéticamente, pareceré torpe y tropezaré' y como fruto de esta hipótesis tan poco constructiva REALMENTE hasta consiguiéramos andar mal y tropezar.
Nos cuesta encontrar un lugar en el mundo, EL NUESTRO, y en vez de ello caemos en el error de pretender ser OTROS.
Sería buena cosa rebelarnos de una vez por todas y determinarnos a ser espontáneos, aceptando luego con resignación el número amigos y enemigos que ello produzca (por lo menos seríamos felices NOSOTROS y NUESTROS amigos, y nuestra alegría llenaría nuestro entorno).

¿Cómo afecta nuestras vidas la fobia social?

Nos empobrece reduciendo a la mitad nuestra vida social, nuestras posibilidades de ocio y progreso profesional.
La frustración que todo ello implica puede reflejarse indirectamente en forma de desánimo general (a veces es causa de caer en un depresión tras un larga etapa vital de sufrimiento) e irritación descontrolada con el circulo familiar íntimo.
Las relaciones que exigen iniciativa, sostén y aportación por nuestra parte se pueden llegar a ver gravemente resentidas y romperse.
Elimina aquellos oportunidades que suelen provenir de la actividad social (hacer amigos en el colegio o en el trabajo, participar en las equipos, promocionarse en el trabajo, etc.) . Puede ocurrirle a un fóbico social que rechace un buen trabajo solamente por el miedo que tiene a las nuevas responsabilidades, especialmente si tiene que tratar con muchas personas y hacer reuniones.

¿Soy un bicho raro?

Los datos nos aclaran algunos de los mitos de la timidez y de la fobia social. De 1-2 por mil de los hombre y 2-3 por mil de las mujeres padecen fobia social. Es una dificultad que se conoce bien, tanto el porqué se produce como el modo en el que puede tratarse.

Si la timidez se experimenta de forma frecuente y promueve una alteración de la normalidad del funcionamiento del sujeto y le impide sostener el bienestar y lograr sus metas, se hace recomendable un abordaje para su control y solución.

El tratamiento puede ser diverso, y va desde el entrenamiento de autoayuda con autoobservación y fijación gradual de nuevas conductas hasta la medicación reductora de la actividad ansiogénica del sistema simpático.

¿Tiene solución?

No es imposible adquirir estas dos capacidad que resolverían el problema:
  1. las habilidades expresivas, sociales y de trato que no hayamos podido adquirir en el curso de nuestro aprendizaje por razones de modelos familiares imperfectos, inadecuada intervención escolar o por las dificultades emocionales que hayan interferido.
  2. La habilidad de controlar el miedo irracional mediante distintas estrategias de enfrentamiento, control emocional e información psicoterapéutica especializada.
Una ayuda farmacológica puede ser aceptable como un medio de atemperar las dificultades iniciales, especialmente si el nivel de ansiedad produce severos síntomas incapacitantes como intensas taquicardias o ataques de pánico, insomnio y depresión.

¿Puedo solucionarlo por mí mismo/a?

  • Algunas lecturas de libros de autoayuda que tratan las fobias de una forma sencilla nos pertrecharán con una mayor comprensión del problema.
  • La práctica de la relajación, yoga, y/o ejercicio para bajar el nivel general de ansiedad.
  • Ejercicios prácticos de expresión:
    • lectura en voz alta del periódico utilizando un tono de voz alto y que tenga contenido emocional;
    • grabar un pequeño ejercicio de unos 10 minu tos (5 veces a la semana) en el que contemos como si estuviéramos delante de un grupo de personas un asunto que hemos leído, visto en televisión, escuchado en la radio o hemos oído o pensado. El tema ha de ser diferente cada vez. Contra más exagerado es el tono expresando disgusto, placer, admiración, guasa, etc. más efectivo es el ejercicio. No olvidar al final añadir nuestra opinión sobre el asunto. Procurar conforme pasa el tiempo aumentar la longitud de las frases.
  • Preparar el terreno hablando en primer lugar en las situaciones mas fáciles (familiares de confianza, vecinos, compañeros de trabajo) introduciendo elementos que impliquen humor, comentarios personales y opiniones atrevidas.
  • Procurar adquirir compromisos tales como acudir a las reuniones de vecinos, religiosas o de trabajo, eventos sociales, etc. aunque nuestro papel al principio fuera modesto, pero logrando al menos familiarizarnos más con la situación grupal.
  • Hacernos un plan de EXPOSICIÓN gradual a las distintas situaciones sociales que nos agobian intentando hacer progresos pequeños pero continuados.
  • Suprimir las conductas anticipatorias que tanta ansiedad inducen al adelantar con los ojos de la imaginación mil situaciones agobiantes, humillantes y desagradables. Es mucho mejor no pensar y si tuviéramos que pasar por una situación temida, por ejemplo una boda, no sufrir hasta el momento en el que comience el banquete (y a ser posible tampoco en medio).

  • Tampoco conviene hurgar en la herida más de la cuenta, haciendo agoreras y cínicas disquisiciones de nuestro papel en el mundo. Es mejor concentrarse más en progresar que en criticarse a uno mismo.
  • Conviene facilitar el aproximamiento a los distintos ambientes estando al menos al día de las inquietudes y afanes por las que los humanos nos unimos en amistad (preocupaciones sociales, conocer la música actual, el deporte o las modas, procurando si cabe estar en un buen nivel como para poder más adelante tener algo que aportar).
  • Preocuparse por saber lo que la mayoría sabe (por ejemplo saber hacer una barbacoa, bailar, conocer los procedimientos administrativos, desenvolverse en un restaurante, etc.)
  • Disponer también de una personalidad propia (unos gustos, unas ideas conocidas, unas intereses, etc.) que pueda hacer atrayente y productiva nuestra incorporación en los grupos.
  • En los momentos de hablar en público no estar mirando con lupa nuestras sensaciones físicas perturbadoras sino los ojos de los interlocutores, y mirándolos comenzar a hablar LENTO y DETALLADO en vez de rápido y comprimido tal como el "salir rápido" del apuro nos pediría.
  • Hacer maniobras de preferencia, tales como sentarnos en el sitio de la mesa que más nos gusta y al lado de la persona que nos cae mejor o en el medio (en vez de sentarnos en el rincón más alejado y junto a la persona que menos nos gusta).
  • Si notamos que la voz nos tiembla, en vez de ultimar proseguir hasta que el efecto desaparezca, haciendo que el temblor inicial quede olvidado por un final aceptable o por la simple voluntad de expresarse.
  • No exigirse a uno mismo el imperativo más bien contraproducente de pretender ser inteligentes para los demás sino que en vez de RENDIR debemos cambiar la misión a PARTICIPAR.
  • Algunos fóbicos sociales han utilizado técnicas de INUNDACIÓN como aceptar un trabajo de cara al público, o presentarse voluntarios en una asociación para obligarse así a 'pasar por el tubo' y superar los problemas de una vez. Este método de 'sacar la muela a mano' no funciona siempre y puede ser una apuesta que sobrepase muestras verdaderas fuerzas.
  • Si nos sentimos preparados por haber avanzado en los puntos anteriores nos podemos atrever a llevar a cabo alguna actividad mas eficaz tal como apuntarnos a una asociación, un curso de expresión corporal, un taller de habilidades sociales (en el que mediante juegos didácticos, simulación de situaciones y ensayo de nuevos comportamientos, y en un ambiente de personas con similares dificultades a las nuestras podemos quemar etapas) o aceptar un trabajo que sabemos que nos pondrá a prueba.
  • Sería algo bueno de cara a superar los miedos el reflexionar más allá de lo mal que nos sentimos lo que hay de realidad en los supuestos peligros (miedo al rechazo, a que no nos valoren o a no resultar interesantes y dignos de amor que posiblemente provienen de algunos factores educativos mal aprendidos -o enseñados cabría decir-.
Trucos para superar la timidez

1. Reconoce tu miedo y acéptalo como algo propio y personal. No intentes sacarlo de ti. No lo conseguirás. Lo mejor es asimilar que te ocurre.
2. Habla sobre tu miedo y compártelo con los demás, es la forma de habituarte a que es una característica tuya y a tratarla con normalidad.
3. Descodifícalo y defínelo: ¿de qué sentimientos se compone ese miedo? Angustia, pena, decepción, culpa, indefensión. Identifica cada uno de los sentimientos y llega al fondo de la cuestión, tal vez descubras que el miedo es una coraza que oculta algo más profundo y a lo que tienes que dedicarle tiempo.
4. Busca toda la información que puedas necesitar. Si tienes miedo a la comunicación con las personas, es absurdo que intentes no saber nada de ello, cada vez estarás peor debido a la falta de información, y tendrás más oportunidades de pensar en lo peor e inventártelo o distorsionarlo. Si estás bien informado esto no te pasará.
5. Reafírmate y céntrate en tus éxitos. Enumera tus cualidades, quiérete. Habla sobre ti mismo con respeto y cariño. Evita las recriminaciones y los insultos.
6. Pídele a alguien que te ayude y te dé apoyo, que funcione como observador, más tarde podrá decirte si lo hiciste bien o no.
7. Concédete un espacio de tiempo para anticipar en positivo, busca opciones distintas y haz un listado de cosas positivas que pueden ocurrir, intenta visualizarte realizándolas con éxito, mira como te desenvuelves de manera adecuada y como consigues tu objetivo.”estoy hablando con gente y estoy tranquilo”, “se ríen de un chiste mío”, “me escuchan cuando hablo”, “doy mi opinión y es valorada”, etc.
8. Actúa conservando la conciencia de este ideal, de esta anticipación positiva y del apoyo de la persona que te está ayudando.
9. Una vez que hayas superado el miedo y hayas salido con éxito recuerda a la persona que eras antes dominada por el terror y comparte con ella el orgullo del éxito conseguido. Haz una comparación positiva entre lo que eres hoy y lo que eras ayer, será la forma de conseguir tener cada vez menos miedo y adquirir confianza. Si sólo recuerdas la forma positiva de actuar y el trabajo que te costó actuar bien podrás superarlo, ya que te aferras sólo a aspectos positivos de la situación.
10. Intenta expresar las emociones que te provoca el miedo en voz alta y a otras personas. Al hablarlo, se separa de ti y podrás ser más objetivo a la hora de analizarlo. Pide a los demás que te ayuden a vivir con intensidad el miedo, no necesitas soluciones ni alivio, sólo que te escuchen, tú mismo encontrarás la solución cuando te distancies de la emoción en bruto y busques soluciones a los hechos concretos.
11. Intenta hacer una descripción del futuro tal y como a ti te gustaría, viéndote bien y con el problema resuelto. Identifica las sensaciones que te produce y retenlas en tu mente para generar mayor positividad.


¿Y si no puedo?

Es el momento de acudir a un profesional. Acuda a un/a psicólogo/a. Existen distintas psicoterapias exitosas contra la fobia social, siendo un problema clínico relativamente sencillo de solucionar comparado con otros trastornos mentales mayores.
A veces la verdadera dificultad es el orgullo o la cicatería lo que nos impide reconocer que tenemos un grave problema y acudir a un profesional competente.

Haznos llegar tus comentarios sobre la timidez, sobre como te has enfrentado a ella y los problemas que te ha producido....

sábado, 21 de abril de 2007

La envidia: un sentimiento muy común

La envidia es una emoción experimentada por aquel que desea intensamente algo poseído por otr@. La base de la envidia es el afán de poseer y no el deseo de privar de algo al otro, aunque si el objeto en cuestión es el único disponible la privación del otro es una consecuencia necesaria.
La envidia es una sensación desagradable que ocasiona conductas desagradables para los demás. Tradicionalmente ha sido considerada uno de los siete pecados capitales.
La envidia ha sido frecuentemente tema literario y ha inspirado mitos como el de Caín y Abel que aparece en el Génesis de la Biblia. Este mito, en realidad, ejemplifica la rivalidad y conflictos históricos entre los sistemas de vida nómadas y sedentarios de pastores y agricultores que se han desarrollado siempre a lo largo de la historia, también entre los pueblos semíticos. El escritor de la generación del 98, Miguel de Unamuno afirmaba que era el rasgo de carácter más propio de los españoles y escribió para ejemplificarlo su novela Abel Sánchez, en que el verdadero protagonista, que significativamente no da título a la obra, ansioso de hacer el bien por la humanidad, sólo recibe desprecio y falta de afecto por ello, mientras que el falso protagonista, que sí da título a la obra, recibe todo tipo de recompensas y afecto por lo que no ha hecho, ya que es el tipo de persona que cae bien a todo el mundo porque no vale para nada y puede ser despreciado en secreto y no nos hace sentir mal a causa de nuestra inferioridad.
Decía el escritor argentino Jorge Luis Borges que..."El tema de la envidia es muy español. Los españoles siempre están pensando en la envidia. Para decir que algo es bueno dicen: "Es envidiable"". Y la verdad es que no es sólo un mal español. Es un tema tan antiguo como el hombre. Decía, por ejemplo Epicteto de Frigia , un filósofo latino, hace ya muchos cientos deaños que "la envidia es el adversario de los afortunados"
Pero...¿Que es la envidia? Es, sin duda, uno de los problemas emocionales más frecuentes, la envidia suele definirse como la tristeza por el bien ajeno; un sentimiento desagradable que se produce al percibir en otro algo que se desea y que dificulta el desarrollo del que lo sufre y sus relaciones con los demás.
Se mezclan emociones de naturaleza contradictoria, como por ejemplo, el deseo de tener lo que otro tiene, la admiración por lo que otro ha conseguido, el dolor por no tenerlo, la indignación por considerar injusta la diferencia que se observa o la incertidumbre por no entender a qué se deben las diferencias que producen la envidia.
La envidia se produce como consecuencia de dos tendencias que llevan al individuo a desear lo que no tiene y a compararse con los demás.
La naturaleza destructiva de la envidia, que permite diferenciarla de la envidia sana, se refleja en que la primera origina malestar emocional; sentimiento que en lugar de ayudarle a conseguir lo que envidia, se lo dificulta.
El envidioso es incapaz de ponerse en el lugar del envidiado, para poder comprender su situación, o de sentir empatía hacia él. ¿Qué significa sentir empatía hacia alguien? Significa sentir lo que siente el otro. Y es la base de la comprensión y de la solidaridad.
La envidia origina una serie de reacciones negativas que pueden hacer que el envidioso se aísle de los demás o tenga serias dificultades para relacionarse adecuadamente con ellos.
La envidia se produce casi siempre hacia personas muy cercanas (familiares, amigos, vecinos y frecuentemente entre compañeros de trabajo y/o profesión).
Entre los valores más envidiados suelen encontrarse el prestigio, el reconocimiento, el estatus ocupacional, el dinero, el poder o los símbolos y las posesiones materiales.
Para que en lugar de producirse envidia surja admiración, es necesario que las cualidades que se observan en el otro no representen una amenaza para la propia valoración.
En los ambientes en los que existe una fuerte tendencia a evaluar el rendimiento de forma individualista y competitiva hay más riesgo de suscitar envidia.
Cuando estamos enfermos envidiamos a los que rebosan salud, cuando nuestra pareja hace aguas nos fijamos en las que funcionan como el primer día y cuando padecemos problemas económicos envidiamos los que nadan en la abundancia. Y cuando envejecemos a los jóvenes y cuando estamos tristes a los que llevan la sonrisa...todas estas reacciones son fruto de la envidia.



Tenenos tendencia a valorar en los demás aquello que a nosotros nos falta, pero casi nunca nos ponemos a pensar en todo lo que tenemos.


Ser realistas y confeccionar mentalmente un cuadro-diagnóstico certero de nuestra situación puede ayudarnos a no convertirnos en víctimas del catatrofismo o de la euforia. El bienestar emocional consiste en el equilibrio al que conduce conocer y asumir con serenidad y buen humor lo que somos (y tenemos) y lo que aspiramos a ser (y tener). La envidia más perniciosa es la que sentimos del hermano, del amigo, del compañero de estudios o de trabajo, y del vecino de al lado. Y ello porque sabemos que quien tenemos cerca no es forzosamente más listo ni mejor profesional que nosotros, simplemente ha aprovechado mejor sus oportunidades. No se trata de ser conformistas y abandonar cualquier planteamiento ambicioso -un grado de ambición siempre es aconsejable para superarse a si mismo-, sino de ser consecuentes y elaborar una valoración global sobre lo que somos y lo que aspiramos a ser. Y todo ello no se debe hacer sobre la base de comparaciones con los/as demás, sino partiendo de nuestras propias percepciones, sentimientos y perspectivas de futuro.
Lo peor de la envidia es que se acompaña de una frustrante impresión de que la vida pasa sin vivirla, inmersa en la monotonía o en un devenir insatisfactorio carente de retos atractivos. Vemos a otras personas felices y ello acentúa la negativa percepción de nuestra vida y de nosotros mismos. Esa es la base de la envidia en las personas que no se sienten así. Es frecuente que esta disposición de ánimo nos conduzca a evitar los contactos sociales, nos acerque al fracaso y produzca esa inseguridad tan característica de la persona envisiosa que disfrazamos de apatía, conformismo y negatividad.La inteligencia emocional es en este caso imprescindible para acertar en el diagnóstico de nuestra situación en la vida y para dar con el paquete de medidas que nos ayude a superar el estadio de la envidia y a articular las estrategias que nos acerquen a las metas previstas. Mirar al exterior y compararnos con quienes admiramos o envidiamos puede ser un buen estímulo ("¿por qué yo no puedo hacerlo?") siempre que lo hagamos positivamente (no con un espíritu de simple emulación y constructivo) extrayendo del éxito ajeno conclusiones adaptables a nuestra manera de ser, nuestras capacidades y nuestras circunstancias personales.
El discurso del envidioso es repetitivo, monocorde y compulsivo respecto de lo que envidia y de con quién compite.Pendiente de lo que tienen los demás, evita reconocer lo que tiene y nada o poco hace para sacarle partido. Su vida no gira sobre su realidad, sino sobre lo que desea conseguir y , en definitiva, sobre lo que echa en falta. La insatisfacción, la frustración y la rabia, le dominan y hacen que su vida le resulte poco grata.


De modo que en esta competencia abierta, en la que uno ambiciona ser y tener lo que es y tiene el otro, es casi natural que el envidioso busque por todos los medios la caída de su rival, impulsado por esa creencia innata de que nadie es tan capaz y perfecto como uno mismo.
En la envidia todo vale: la ley de la selva y el sálvese quien pueda. Los envidiosos, para procurar la caída de su rival: difaman, insultan, acusan y, lo que es peor, cuando ya no les queda más argumentos para hablar en contra, transforman la mentira en verdad y la verdad la convierten en basura, pues los envidiosos suelen ser como las serpientes venenosas y las navajas de doble filo.

Sacamos una serie de extratos de un libro de Mercedes Salisach ("La dimensión intermedia") que estereotipa a los envidiosos/as:
"La cuestión es desprestigiar(me), convencerse a sí mismo (..) que la razón está de su parte. Ni siquiera toma en consideración el daño que la mentira (...) está causando a (su) autoestima (..).
Pero (..) las heridas (...) le traen al freco. Lo único que le importa, de verdad, es desprestigiarme, cambiar la imagen siempre positiva que (los otros) ha(n) mantenido sobre mi forma de ser.
Es el único modo capacitado para ventilar (...) esos rencores secretos que de vez en cuando le atosigan.
Por eso (...) no cesa de airear falsedades que machacan mi imagen. Incluso procura ridiculizarme. (...) Y escupe su embuste como podía escupir una flema.(...)
Y cuánto más me difaman , más se agudiza la sensación de que mi modo de actuar lejos de haber servido para favorecer (...) sólo ha sido una trampa inmunda para conseguir apoderarme de todo lo que le pertenecía.(...)
Así fue creándose entre ellos el ambiente que me ha ido conviertiendo (falsamente) en un (ser) arrogante, despreciable y cargado de vanidad; mientras (ellos) se arrogaba(n) el victimismo de mis supuestos egoísmos.
A veces los celos son capaces de inmunizar los sentimientos más arraigados, y por supuesto convertir los posibles remordimientos en vindicaciones. Por eso ya no se siente culpable, al contrario.(...)
Y comprendo claramente hasta que punto el odio acumulado, cuando se ve acosado por el rencor y la impotencia, puede falsear el cariño y ser capaz de generar ENVIDIA.
Y hasta que punto la envidia puede admitir el odio como un hecho normal".
¿Tiene efectos secundarios la envidia?La envidia aguda puede crear ansiedad, trastornos del apetito y del sueño y diversas alteraciones. Incide también en la actitud hacia la vida, moldeando unas formas de estar en relación con los otros que van desde convertirse en eterna víctima hasta la adopción de una postura defensiva que se traduce en modos irónicos, altaneros, fríos y distantes e incluso de menosprecio hacia los demás.. Los afectados colocan al objeto de sus envidias en una posición de superioridad, a una distancia inalcanzable y sufren impotencia, desánimo y complejo de inferioridad, junto con sentimientos de rabia e ira, que le mantendrán dependiente de la persona con quien compiten. En ocasiones, la envidia no se manifiesta hacia personas de nuestro entorno ni siquiera hacia individuos concretos que conocemos por los medios de comunicación, sino hacia estereotipos creados por la publicidad, la moda, el cine, las series de TV... La estima social que merecen estos héroes de la ficción provoca la envidia de quienes no sienten poco valorados, que pierden su capacidad de análisis y de darse cuenta de que no envidian las virtudes o capacidades de ese modelo de persona sino el reconocimiento social y los honores que reciben.
Conocernos bien, potenciar y trabajar nuestras cualidades y ser conscientes de nuestras limitaciones es el mejor inicio para progresar. Una actuación exclusivamente competitiva genera una dependencia unidireccional hacia la persona envidiada. Se critica a la persona envidiada, pero se necesita..., es una dependencia perniciosa. El envidioso se guarda muy bien, incluso en su fuero interno, de reconocer que padece envidia. Pocas cosas hieren y descalifican más que decirle a alguien: "Tú lo que tienes es envidia". pero, ¿por qué niega siempre el envidioso su envidia?. Porque denota un sentimiento de inferioridad que no admite, porque se siente incapaz de reconocer unas limitaciones que interpreta como signos de debilidad, porque no puede aceptar que su infelicidad no se debe a todo aquello de lo que carece sino a que no sabe valorar lo que tiene, y porque, pendiente de la vida de los demás no deja un resquicio para asumir la suya propia, con la que no quiere comprometerse por no asumir sus responsabilidades. Pero no criminalicemos al envidioso "pata negra". En el fondo, casi todos sentimos envidia de algo o alguien en algún momento de nuestra vida. Es esa especie de sufrimiento (normalmente, secreto) que nos produce el éxito ajeno. Debemos aceptar la envidia como un sentimiento humano más, que sólo nos ha de preocupar cuando deriva en patología y perjudica nuestro equilibrio emocional. Pero esto último no es justificación para que no veamos en nosotros/as mismos/as los efectos perniciosos de la envidia. Reconozcamosla y comencemos a cambiarla. En casos extremos de sufrimiento, de celos patológicos, conviene acudir a un psicólogo.
Combatir la envidia leve
Lo mejor para hacer frente a la envidia es no vivir pendientes de lo que no tenemos. Practiquemos la contemplación en su sentido más profundo, el deleite por lo que se tiene, el redescubrimiento gozoso de lo que nos rodea: las personas que queremos, la fauna y la flora, los paisajes, los pequeños objetos entrañables o los que nos hacen más cómoda la vida, los pequeños logros que conseguimos en la vida.... También podemos convencernos de que, normalmente, nada perdemos cuando a otros les van magníficamente las cosas. O darnos cuenta de que compararse con los demás casi siempre resulta estéril. Nuestro mejor punto de referencia somos nosotros mismos. Establezcamos metas en función de nuestras posibilidades, no de lo que otros han conseguido. Podemos considerar que hemos superado la envidia cuando nos alegramos del éxito o la buena suerte de los demás, incluso de los que han sido anteriormente objeto de nuestra envidia.
Decálogo para prevenir la envidia:
1-Estimular la empatía, la capacidad de ponernos en lugar del otro.
2-Favorecer la confianza en uno mismo y en los demás, desarrollando expectativas y modelos positivos sobre las relaciones sociales.
3-Establecer en la infancia relaciones correctas y equilibradas con los demás niños .
4-Relativizar las diferencias sociales y adquirir habilidades para elegir adecuadamente con quién, cómo y cuándo compararse.
5-Valorar correctamente nuestra capacidad, sin infravalorarnos ni sobrevalorarnos (a veces esto es tambien un problema psicológico si persiste en el tiempo) .
6-Colaborar (tanto dar a los demás como solicitar ayuda), es un buen medio para dotarnos de la pericia que requiere resolver los conflictos que causan envidia.
7-Acostumbrarse a centrar la atención en los aspectos más positivos de la realidad, no siempre en los negativos.
8-Relativizar el éxito propio, no magnificarlo. Y, si es posible, tomarlo incluso un poco en broma.
9-Interpretar nuestro progreso personal mediante la comparación con nuestras competencias y habilidades, no con las de otros.


10-Mejorar la relación con los demás, siguiendo las siguientes pautas:
  • Aprender a colaborar, a dar y pedir ayuda, es un medio eficaz de adquirir habilidades para resolver los conflictos que suelen originar envidia.
  • La conducta de ayuda tiene consecuencias psicológicas muy positivas para la persona que la emite, y puede contribuir a prevenir la envidia.
  • Podemos aprender a plantearnos objetivos realistas de aprendizaje, a poner en marcha acciones adecuadas para alcanzarlos, y a esforzarnos por superar los obstáculos que encontremos, para, así, obtener el éxito y reconocimiento que necesitamos.
  • Una de las mejores protecciones contra la envidia es el optimismo aprendido, acostumbrarse a centrar la atención en los aspectos más positivos de la realidad, pero sin dejar de percibirla con precisión.
  • Una experiencia continua y absoluta de éxito también puede ser perjudicial, pues priva al individuo de defensas con las que poder afrontar el primer fracaso cuando éste se produzca. Para prevenir la envidia y favorecer la capacidad de adaptación a dichas situaciones hay que enseñar a relativizar también el éxito.
  • Para prevenir la envidia es preciso enseñar dos importantes habilidades: la comparación con uno mismo, que permite adquirir el sentido de progreso personal; y la comparación con múltiples grupos de referencia, pero especialmente con aquellos de rendimiento similar al propio, con los que es posible obtener cualquier resultado.
Envíanos tu experiencia con la envidia: ¿has sentido alguna vez envidia patológica? Envianos tu caso.¿Como lo resuelves? ¿Has sido víctima de envidia patologica? Cuentanosló en los comentarios...tu caso puede ayudar a los/as demás....

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