
- Afrontándo estos comportamientos tanto si se prevé agradable como desagradable. Ejemplo, reconocer que hemos cometido un error en una suma después de decirle al cajero de un supermercado que se ha equivocado. Dar la cara supone generalmente la mejor opción, ya que aún suponiendo que nos vayan a castigar, demostramos que somos responsables de nuestros actos y por tanto los demás nos toman en serio.
- Evitando o huyendo de dicho acontecimiento. Siempre cuado huimos de nuestros actos, estos nos persiguen de uno u otro modo. Por ejemplo, tiramos un jersey al suelo en una tienda y nos hacemos los despistados. Caben dos alternativas, que los dependientes o los clientes no lo vean y entonces nadie me regañará, pero yo sí sé que lo he hecho y es un golpe bajo para nuestra autoestima (pues sabemos que no lo hemos hecho bien), o que nos llamen la atención y nos pongan la cara colorada. (pinche aqui para poner música de mentiras...http://www.pequenet.com/canciones/mentira.asp ).
- La hecha en forma esporádica (todos alguna vez mentimos) y espontánea (¿Hay mentiras piadosas? Esa es la pregunta que todos nos hacemos, y quien justifica la mentira hace suya la frase de que "el fin justifica los medios")
- La evolutiva, que comienza en la niñez y es reforzada por los padres/madres (de niño)
- La que se dice como producto de un padecimiento sintomático (para obtener atención gracias a la creación de un falso personaje que nos dá brillo y es para mejorar nuestra propia autoestima, inventando logros y consecuciones personales )
- La efectuada como conducta repetitiva. Esta es la mitomanía, en la que se vive para y por la mentira. es la complicada y la quie lleva a la mentira compulsiva.

Pero...¿Porqué mentimos?
- Determinadas personas, en algún momento, aprenden a eludir sus responsabilidades mintiendo. Si lo realizan durante mucho tiempo, la mentira termina convirtiéndose en hábito, apareciendo de este modo un trastorno psicologico serio que le impide controlar su comportamiento , donde la mentira acaba dominando al individuo.
- La mentira se da también porque el sujeto obtiene cierto placer, se siente de alguna forma más listo que los demás. El hecho de correr cierto riesgo favorece la aparición de una elevación de adrenalina y cierto placer asociado al riesgo. Recibe el beneficio secundario que supone el no afrontar el acto realizado. Sin embargo cada mentira, además puede llevar asociada que la persona se vea obligada a unirla con otras nuevas. Por ejemplo, una persona dice a su doctor que le duele el estómago para evitar acudir a su trabajo. El médico le remite al especialista y éste le realiza una prueba muy dolorosa que consiste en introducir un tubo por la garganta hasta el intestino. Finalmente la conducta ficticia inicial lleva al paciente a un dolor real de garganta y a lo mejor a la pérdida de su trabajo si su jefe descubre el invento.
- Tambien otra causa está relacionada con la autoestima. Llevados por la inseguridad y desconfianza en nuestra capacidad de ser aceptados tal como somos, podemos caer en la tentación de adornar aquí y allá nuestra historia y nuestras habilidades de forma que causemos una impresión favorable en las demás personas. Esta es quizás el origen de la mentira que más se está generalizando en nuestro tiempo en la que la imagen superficial y la búsqueda de estereotipos y cliches socialmente aceptados se está imponiendo.
La mentira que busca impresionar para mejorar la autoestima (siguiendo a Jose Luis Catalán, COP,2005) se puede transformar en un trastorno de la personalidad que podríamos llamar 'seudologia fantástica' que es una compulsión a imaginar una vida, unos acontecimientos y una historia en base a causar una impresión de admiración en los espectadores o en las personas que nos escuchan.
Este afán por impresionar esta basado en la imperiosa necesidad de resultar valiosos e geniales por medios tramposos ya que por los medios naturales y habituales de la simpatía y de la espontaneidad se duda de poder conseguirlos.
Refleja, por un lado, la ambición de ser dignos de amor, de admiración y "ojito derecho" de los demás como antes de ser destronamos por el proceso de maduración lo éramos de los padres; por otro lado, se pone de manifiesto nuestra profunda duda de no ser dignos de ser admirados o queridos en base a la distancia, la dureza, el aislamiento y la falta de adaptación que sufrimos, que asemejan pruebas de algún tipo de discapacidada.
El mentiroso fantasioso coge el atajo de robar atención y aprecio de los demás por la vía del fácil engaño (las palabras son cómodos sustitutos de los hechos) en vez de por su Ser-sincero, tal vez mucho mas modesto de lo que su ambición soporta.
A veces la propia conducta del individuo genera un comportamiento que tiende a confirmar la mentira: Se imagina un gran literato o poeta, lo dice y además busca poemas, los copia, los parafrasea y los da a conocer diciendo que son suyos. Copia un cuadro diciendo que tiene dotes de pintor/a y lo que ha hecho es una sofisticada tecnica de copiado. La historia está llena de grandes farsantes que han sido descubiertos tarde o temprano.
Jugar limpio, ser naturales, es el mejor camino para ser aceptados por los demás. Lo primero es que nos acepten aun siendo humildes y mediocres. Una vez conseguida esta aceptación básica entonces se pueden intentar el asalto al mérito, que ya no será un mérito agresivo (de esos que aunque la persona valga mucho nos da igual porque nos cae antipática) sino un afán de darnos más, de buscar una mayor cualidad, de jugar más fuerte, una activa entrega para participar, colaborar, sugerir y animar la vida familiar, los equipos de trabajo, los grupos de amigos o la excelencia profesional.