domingo, 20 de enero de 2008

Decir la verdad: la sinceridad

Decía Ghandi que "La verdad nunca daña una causa que es justa"

Hemos visto ya lo que significa la mentira en el ser humano. le hemos dedicado un capitulo de este blog a las mentiras que podéis consultar (pinchar aquí en mentiras) Ahora vamos a abordar la verdad, lo contratio que la mentira, su antítesis, su significado... Decíamos que "La mentira es una forma de eludir la realidad y por tanto la responsabilidad que tendría el afrontar la verdad de alguna cosa. Muchos trastornos psicológicos llevan asociada la mentira como forma de evitación de circunstancias". La expresión máxima de ella seria la mitomanía: aquellos que inventan una realidad totalmente ficticia, que representan a su propio personaje y mienten para mantenerlo.

Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto que parece tan sencillo, a veces es lo que más cuesta trabajo. Utilizamos las "mentiras piadosas" en circunstancias que calificamos como de baja importancia, donde no pasa nada: como el decir que estamos avanzados en el trabajo, cuando aún no hemos comenzado, por la suposición de que es fácil y en cualquier momento podemos estar al corriente. Obviamente, una pequeña mentira, llevará a otra más grande y así sucesivamente... hasta que nos sorprenden y corremos el riesgo de perder la credibilidad.

Al inventar defectos o hacerlos más grandes
en una persona, ocultamos el enojo o la envidia que tenemos. Con aires de ser "franco" o "sincero", decimos con facilidad los errores que comenten los demás, mostrando lo ineptos o limitados que son.

No todo esta en la palabra, también se puede ver la Sinceridad en nuestras actitudes. Cuando aparentamos lo que no somos, (normalmente es según el propósito que se persiga: trabajo, amistad, negocios, círculo social...), se tiene la tendencia a mostrar una personalidad ficticia: inteligentes, simpáticos, educados, de buenas costumbres... En este momento viene a n
uestra mente el viejo refrán que dice: "dime de que presumes... y te diré de que careces"; gran desilusión causa el descubrir a la persona como era en la realidad, alguna vez hemos dicho o escuchado: "no era como yo pensaba", "creí que era diferente", "si fuese sincero, otra cosa sería"...
Cabe enfatizar que "decir" la verdad es una parte de la Sinceridad, pero también "actuar" conforme a la verdad, es requisito indispensable.

El mostrarnos "como somos en la realidad", nos ha
ce congruentes entre lo que decimos, hacemos y pensamos, esto se logra con el conocimiento y la aceptación de nuestras cualidades y limitaciones,

En ocasiones faltamos a la Sinceridad por descuido, utilizando las típicas frases "creo que quiso decir esto...", "me pareció que con
su actitud lo que realmente pensaba era que ..." ; tal vez y con buena intención, opinamos sobre una persona o un acontecimiento sin conocer los hechos. Ser sincero, exige responsabilidad en lo que decimos, evitando dar rienda suelta a la imaginación o haciendo suposiciones.

Para ser sincero también se requiere "tacto", esto no significa encubrir la verdad o ser vagos al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente puede incomodarla (pensemos en cosas como: su modo de vestir, mejorar su lenguaje, el trato con los demás o la manera de hacer y terminar mejor su trabajo), primeramente debemos ser conscientes que el propósito es "ayudar" o lo que es lo mismo, no hacerlo por disgusto,
enojo o porque "nos cae mal"; enseguida encontrar el momento y lugar oportunos, esto último garantiza que la persona nos escuchará y descubrirá nuestra buena intención de ayudarle a mejorar.

En algún momento la Sinceridad requiere valor, nunca se justificará el dejar de decir las cosas para no perder una amistad o el buen concepto que se tiene de nuestra persona. Si por ejemplo, es evidente que un amigo trata mal a su esposa o a sus empleados, tenemos la oblig
ación de decírselo, señalando las faltas en las que incurre y el daño que provoca, no solamente a las personas, sino a la buena convivencia que debe haber.

La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso.

Al ser sinceros aseguramos la amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y circunstancia.


La sinceridad es la virtud de la franqueza, es el amor y el respeto por lo veraz. La persona sincera actúa siempre de buena fe y mantiene una coherencia entre sus palabras y sus actos. Es contrario a la mentira, a la duplicidad y a la hipocresía. Hay ocasiones en las que no nos gusta lo que oímos del amigo sincero, pero si tienes la suerte de contar con una amistad así, cuídala, es una joya. Aunque a veces se equivoque, nos haga daño y parezca injusto, porque, obviamente, la sinceridad excluye la mentira no el error. Puedes cometer tambien un error no siendo sincero...luego pensarlo bien...y afrontarlo con honestidad y sinceridad, sacando las causas que te llevaron ano decir en primera instancia la verdad, a cometer el error.

La sinceridad en la pareja
El mundo de la pareja y la sinceridad es otro ámbito donde también hay muchas teorías y preferencias. Casi siempre los estudios parecen coincidir en que la comunicación sincera en la pareja es fundamental. La sinceridad, la lealtad y la honestidad son valores que hombre y mujer reclaman en las relaciones de pareja como un pilar fundamental de las mismas. Incluso hasta la mayor fluidez en la comunicación de la pareja no servirá para nada si no hay sinceridad. Un principio irrenunciable para la pareja: la sinceridad. Cuando falta provoca negatividad, desconfianza, recelo, falta de comunicación y en muchos casos ruptura o problemas mayores de diversa índole. La falta de sinceridad es, de hecho, una falta de respeto a la persona. Y cuando en la pareja falla el respeto la evolución del problema puede adquirir dimensiones realmente preocupantes, hasta el punto de distorsionar el propio concepto de pareja. Una relación sin confianza mutua no va a ninguna parte. No una confianza ciega sino racional. Si no tenemos motivos reales o probados para desconfiar, agobiar a nuestra pareja con nuestros miedos o inseguridades la apartará de nosotros. La falta de confianza enrarece las relaciones y hace difícil la convivencia.
El que es objeto de sospecha o acoso (ver capítulo de celos) suele acabar desenamorán
dose porque la actitud de su pareja le impide disfrutar de las cosas más simples; para no crear situaciones incómodas acaba renunciando a muchas cosas. Pero la persona que desconfía también sufre mucho y puede pasar fácilmente del amor a la obsesión. La solución a este problema pasa por la comunicación.
Reproduzco a continuación la reflexión de una persona que me ha hecho llegar sus reflexiones al respecto a través del Blog: "...ha de existir en todo este ámbito de la pareja la vida privada de ella, la vida privada de él y la vida en común. Al principio, cuando esta en el climax la pasión y el enamoramiento, uno desea compartir todo con el otro, pero ésto no funciona a partir de un momento dado, y es necesario saber que debe existir una parcela privada que puede o bien ser compartida o no a la hora de hablar sobre ella de una manera profunda y sincera. Siempre y cuando se vaya a obtener comprensión absoluta, se puede compartir, pero ésto es bien difícil, ya que cada persona es un ser humano diferente y la comprensión absoluta dificilmente se obtiene. Desde muchos puntos de vista "es aquello que no hace sufrir al otro", que es lo que pasa cuando no se puede obtener comprensión. Otra cosa es abusar de ésto y convertir la vida en común en una omisión contínua de pensamientos, sentimientos y hechos. El término medio es difícil de obtener, pero con la mano en el corazón y teniendo en cuenta la personalidad y manera de ser del otro, se pueden llegar a muy bueno acuerdos sobre el respeto en las parcelas privadas del otro. Hablar sobre crudas realidades, pensando que la persona es sincera a veces puede ser producto de una agresividad de fondo contra el otro, hay verdades difíciles de asumir y que provocan mucho dolor, habla
r sobre ellas despreocupadamente pensando que una es muy sincera a veces puede ser el desencadenante de un desencuentro que deja una herida y que puede marcar un antes y un después en la relación de pareja".
Es una reflexión práctica y empírica sobre como mantener la sinceridad sin herir al otr
o. Esta regla que adopta una persona puede no ser la regla de la sinceridad en la pareja. Como se dice habitualmente cada pareja es un mundo. la regla de oro es el pacto de comunicación y de sinceridad que de forma explícita se ha de llegar entre los dos miembros. A veces temas como un gasto extra, el que un compañero/a de trabajo se haya insinuado, un problema con un hijo , se esconden de manera absurda ...ya que podrían ser compartidos perfectamente. El esconderlo refleja muchas veces un problema más serio de comunicación que habrá de tratarse por un profesional especializado.
No obstante hay quien habla del término "sincericídio" como la persona que lleva hasta el extremo la sinceridad y su sinceridad le vale la muerte de su pareja.


Decir la verdad no significa que haya que decirlo todo. Hay que decir lo que se piensa pensando lo que se dice. La sinceridad no es salvajismo cruel que espeta la verdad, ni exhibicionismo impúdico, ni imprudencia. Todos tenemos derecho a callar, conviene no olvidar que cada persona es esclava de sus palabras y dueña de sus silencios. Hay ocasiones en las que se debe callar la verdad, así es cuando ésta lo único que puede acarrear es dolor y sufrimiento injusto o inútil a otra persona. Incluso pueden darse situaciones en las que uno no sólo tenga que callar y ocultar la verdad, sino mentir. A veces la mentira es el mal menor que hay que elegir. La sinceridad, la fidelidad a lo verdadero no es un absoluto. Ninguna virtud es absoluta. Por eso, ser fiel a lo verdadero no puede disculparnos de ser infiel a la compasión y al amor, a la amistad verdadera.

A veces se habla de las mentiras piadosas, y de los que piensan que decir la verdad no es una regla insalvable. Son los que piensan que a veces es mejor mentir. El problema es donde poner el límite. Y entrando por la puerta de la mentira piadosa se llega a la habitación de la desconfianza. Pero también tenemos el otro extremo, las personas que prefieren la tranquilidad de su conciencia antes que evitar el sufrimiento del prójimo. Hay personas tan amantes de la verdad que tienen seco el corazón, son fanáticos de la verdad y no la supeditan ni a la compasión ni a la solidaridad. Seguro que alguna vez hemos tenido ocasión de atender a algunas personas moribundas, que piden la verdad a la que tenían derecho y hay que dársela por obligación; pero también hemos conocido a personas ya moribundas incluso que no querían saberla y que con los ojos nos piden que callemos o mintamos y así hemos de hacerlo (a mi entender) por compasión.

Mentir o decir la verdad a un paciente ¿Qué es mejor?


La visión tradicional de la medicina occidental indica que los médicos, al comunicarse con sus enfermos, deben apegarse a la verdad. Se considera que decir la verdad es obligación moral y biomédica fundamental. En cambio, en China, donde la familia es un núcleo social fuerte que suele proteger al individuo, la ética médica sostiene que los doctores tienen el deber de esconder la verdad, e incluso de mentir cuando sea necesario con tal de beneficiar al paciente y a la familia encargada del afectado.

Esa visión presupone que la parentela tiene el deber de cuidar a sus miembros cuando enferman porque las cargas, los dolores y las responsabilidades deben compartirse. En nuestra sociedad, la sabiduría del médico radica en encontrar la fórmula adecuada para cada paciente, tarea, por cierto, harto compleja.

Ambas posturas, la occidental y la china, son contradictorias. El primero, el occidental, y que se lleva a cabo sólo en las sociedades donde los médicos respetan "el valor" del enfermo como persona, afirma que los individuos son seres autónomos que tienen derecho a saber todo lo que acontece con su cuerpo. Dicha autonomía permite al doliente, en conjunto con su doctor y allegados, decidir que es lo que más le conviene. En esa situación, mentir implica no respetar la autonomía del enfermo.

En el segundo panorama -el sustentado por la moral confucionista- los galenos tienen obligación de "dosificar" la información e incluso de mentir cuando determinados datos podrían acelerar la enfermedad del afectado y precipitar la muerte, el suicidio, el aislamiento o deteriorar las relaciones familiares. Aunque ambos escenarios son veraces, plantean esquemas de conducta antagónicos, no sólo porque cada familia y cada enfermo son diferentes, sino porque los médicos también difieren entre sí.

En el papel y en el complicado mundo de la lógica occidental, la idea de decir la verdad parecería ser la correcta: los médicos deben ser veraces porque son honestos y porque los enfermos tienen derecho a saber todo lo que les sucede. Sin embargo, en "el otro papel", el de la realidad modificada por la enfermedad, las cosas son distintas: no todos los pacientes quieren saber qué es lo que les sucede, no todos tienen la capacidad de manejar esa información y no todos los galenos la transmiten adecuadamente ni abren las puertas para disipar las dudas que surjan en el futuro. El dilema es inmenso e interesante. El arte radica en saber qué es lo que cada paciente quiere conocer.

En más de una ocasión se escucha en la Facultad de Medicina la siguiente analogía de Platón: "El engaño debe ser entendido como una especie de medicina peligrosa, pero, en ocasiones, útil". De hecho, el mismo Platón consideraba que las únicas personas que tenían derecho a mentir eran los galenos, ya que ese acto podría considerarse una forma de tratamiento.

La idea previa toma cuerpo en la visión confucionista de la medicina, donde el galeno discute con la familia el diagnóstico y el pronóstico del paciente antes de hablar con el afectado. Si los seres cercanos lo consideran pertinente el médico tiene obligación de mentir al afectado, siempre y cuando este acto no sea en deterioro del interesado y la familia asuma el papel protector que le corresponde.

En nuestro medio, la enseñanza china se reproduce parcialmente en las clases socialmente desprotegidas. Es frecuente que los familiares de los pacientes, sobre todo cuando el diagnóstico es cáncer o enfermedades "graves", soliciten que no se transmita la información al interesado, pues suelen estar convencidos que será en deterioro de su ser querido. En otras sociedades, como la estadounidense, el peso de la enfermedad lo lleva el enfermo y "un mínimo" de allegados.

¿Se debe decir la verdad a un niño adoptado?

Los padres de un niño adoptado se preguntan si deben decir al niño que él o ella es adoptado y cómo y cuándo deben de hacerlo. Ellos también desean saber si existen problemas especiales para su hijo.
Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que sean los padres los que le informen al niño acerca de la adopción. Muchos expertos opinan que se le debe de informar al niño cuando es pequeño. Este enfoque le da al niño, a una edad temprana, la oportunidad de poder aceptar la idea e integrarse al concepto de haber sido "adoptado". Otros expertos creen que el hacerle esta revelación al niño a una edad muy temprana puede confundirlo, ya que éste no puede entender el evento. Estos expertos recomiendan que se espere hasta que el niño sea mayor.

La adopción no es mala ni tampoco vergonzosa

En ambos casos, los niños deben de enterarse de su adopción de boca de sus padres adoptivos. Esto ayuda a que el mensaje de la adopción sea positivo y permite que el niño confíe en sus padres. Si el niño se entera de la adopción, intencional o accidentalmente, de boca de otra persona que no sea uno de sus padres, el niño puede sentir ira y desconfianza hacia sus padres, y puede ver la adopción como mala o vergonzosa, ya que se mantuvo en secreto.

Los niños adoptados querrán hablar acerca de su adopción y los padres deben de estimular este proceso. En las librerías hay excelentes libros de cuentos que pueden ayudar a los padres a explicarle al niño acerca de su adopción.

Reacción del hijo adoptado delante de la verdad

Los niños reaccionan de manera diferente al enterarse de que son adoptados. Sus emociones y reacciones dependen de su edad y de su nivel de madurez. El niño puede negarse a aceptar que fue adoptado y puede crear fantasías acerca de la adopción. Frecuentemente, los niños adoptados se apegan a la creencia de que los dieron porque eran malos o pueden creer que fueron secuestrados. Si los padres hablan con franqueza acerca de la adopción y la presentan de manera positiva, es menos probable que se desarrollen estas preocupaciones.

Todos los adolescentes pasan por una etapa de lucha por su identidad, preguntándose a sí mismos cómo ellos encajan con su familia, con sus compañeros y con el resto del mundo. Es razonable que el adolescente adoptado tenga un marcado interés en sus padres naturales durante esta etapa. Esta curiosidad expresada es común y no quiere decir que él o ella esté rechazando a los padres adoptivos. Algunos adolescentes pueden desear conocer la identidad de sus padres naturales. Los padres adoptivos pueden responderle al adolescente dejándole saber que es correcto y natural tener ese deseo. A los adolescentes que preguntan generalmente se les debe dar, con tacto y mediante una conversación dándole apoyo, la información sobre su familia natural.

Como decir la verdad: Una leyenda que nos enseña...

Una sabia y conocida anécdota árabe dice que en una ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó a llamar a un Adivino para que interpretase su sueño.

Que desgracia Mi Señor! - exclamó el Adivino - Cada diente caído representa la pérdiida de un pariente de Vuestra Majestad.

- Que insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - Como te atreves a decirme Semejante cosa? Fuera de aquí !!!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Mas tarde ordenó que le trajesen a otro Adivino y le contó lo que había soñado.

Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.

Iluminóse el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó le dieran cien monedas de oro

Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

- No es posible!, la interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Adivino. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Adivino - que todo depende de la forma en el decir, uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma como debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado.

Cuanta sabiduría hay en este mensaje, espero nos ayude a ser mejores comunicadores y poder expresarnos sin comprometer nuestra integridad, pero cuidando que nuestras palabras no dañen a los demás

¿Como educar a un/a niño/a a decir la verdad?

Veamos el siguiente vídeo educativo para los padres y madres donde podemos ver una explicación bastante útil para los progenitores.


Cual es su punto de vista sobre decir la verdad? es sincero? Que problemas le ha proviocado mentir? Y la sinceridad? Déjenos su comentario en el blog....ayudará a más gente.

lunes, 14 de enero de 2008

¿Necesitamos buscar como predecir nuestra vida? Las supersticiones....


No voy a tratar de convencerles de que algo que está tan arraigado en la naturaleza humana como son las supersticiones son falsas creencias. Algo que funciona en el ser humano como un instinto es casi imposible de desmontar entre las creencias del mismo. Hasta los científicos más prestigiosos caen en este tipo de pensamiento. La superstición es consustancial al ser humano.
Es frecuente encontrar en nuestra vida la apelación a la suerte, al horóscopo, al número trece, como forma de dar significado a muchas de las cosas que nos acontecen.

Las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de forma irracional en el hombre o en la mujer, pueden estar basadas en la fe, o relacionadas con el pensamiento mágico. El practicante cree que el futuro, o que ciertas acciones voluntarias (como rezos, ensalmos, conjuros, hechizos, maldiciones u otros rituales) o involuntarias (como la caída de sal al suelo o la llegada de un martes 13) pueden ser influidos por alguna de sus creencias o tienen una significación trascendental en su vida, y pueden condicionarla o cambiarla de tal forma que desarrollan todo un ritual alrededor de ese acontecimiento. Hay sociedades primitivas que basan buena parte de sus relaciones y de sus comportamientos en estas prácticas.

Se incluyen entre las supersticiones el curanderismo, la magia, la adivinación y sus distintas disciplinas: astrología, quiromancia, cartomancia o tarot, geomancia o feng-shui, espiritismo, etc.

Una superstición es el resultado de la forma prejuiciosa de juzgar la información que tiene nuestro cerebro. Un prejuicio cognitivo, del inglés cognitive bias ("predisposiciones cognitivas" o "sesgo cognitivo", en español), es una distorsión distorsión cognitiva en el modo en el que los humanos percibimos la realidad. Algunos de estos procesos han sido verificados empíricamente en el campo de la psicología, otros están siendo considerados como categorías generales de prejuicios. La superstición no coincide con la ciencia ni aplica el método científico. Las seudociencias pueden considerarse supersticiones. Aunque popularmente estén muy aceptadas estas formas de ver la vida, en la práctica científica en general y en la psicología científica en particular, son consideradas como prácticas esotéricas, pseudocientíficas o basadas en creencias no comprobables.

¿De donde provienen las supersticiones?
Las supersticiones históricamente provienen de oriente y desde los romanos (que no eran nada religiosos, pero muy supersticiosos) hasta nuestros días se han ido desarrollando de diversas formas y maneras. Hoy en día pueden provenir de la generalización de una sucesión de hechos que se ha repetido un cierto número de veces; al pasar bajo una escalera alguna vez se provocaría la caída del trabajador o de las herramientas que están arriba... En ese sentido contienen una sabiduría popular común a los dichos y proverbios: "No pases bajo una escalera porque trae mala suerte". Lo que distingue a las supersticiones de la sabiduría y el sentido común es que se afirma una relación causal entre los acontecimientos debido a fuerzas supranormales: destino, poder de los astros, de los ritos mágicos, de los espíritus, etc.. Esta forma de proceder es contraria a la razón, que analiza las relaciones desde las causas inmediatas y descubre las leyes naturales que rigen las proporciones (o que, sin encontrar relaciones causa-efecto, explica los fenómenos a través de correlaciones, es decir, a través de la frecuencia en la que dos eventos se presentan simultáneamente).

En algunas sociedades humanas se aprecia un proceso de liberación creciente de las supersticiones, y a medida que se desarrollan las ciencias, se relegan las supersticiones a un puesto secundario. Así, la astrología ha sido sustituida por la astronomía, o la magia por la medicina. Sin embargo, este proceso no es lineal, como lo demuestra el auge que están teniendo la quiromancia y los exorcismos en Italia y Europa. Para el individuo supersticioso, la superstición cumple un papel positivo de estabilidad para la psiquis, por medio de los mecanismos de defensa. Observamos también que cuando la ciencia no llega a un problema (en la medicina por ejemplo cuando no se cura una enfermedad, aún mortal, se recurren todavía a curanderos o a métodos relacionados con la fe o con algún rito religioso) se recurre a estos.

En el pensamiento mágico y la magia se pretende producir resultados contrarios a las leyes naturales conocidas valiéndose de ciertos actos o palabras, o bien con la intervención de seres imaginados.

Otros temas importantes en relación con las supersticiones son: el estudio del llamado pensamiento mágico, de la religión como un tipo de creencia supersticiosa, los trastornos obsesivo-compulsivos y la esquizofrenia como enfermedad mental.

Pero...¿es el cerebro supersticioso por naturaleza?

Bruce Hood, Profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Bristol, llevó a cabo el experimento para demostrar que los esfuerzos de algunos científicos por combatir las creencias "irracionales" son finalmente inútiles.

Para demostrar su teoría, el Profesor Hood les preguntó a los miembros del público de un festival de ciencias, si estaban preparados para probarse una anticuada chaqueta azul a cambio de un premio de 10 libras esterlinas. Después de que no pocos voluntarios levantasen la mano, él les dijo entonces que la chaqueta pertenecía a Fred West, el asesino múltiple. Al oír esto, la mayoría de los voluntarios bajaron sus manos.

En realidad, la chaqueta no había pertenecido a Fred West.

El experimento demostró que la creencia de que lo era, hizo incluso a personas que se consideran racionales, sentirse incómodas.

"Es como si la maldad, una postura moral definida por la cultura, se hubiera vuelto físicamente presente dentro de la ropa", explica el Profesor Hood.

Escrúpulos similares y "creencias" comparables, que poseen hasta los científicos más escépticos, explican, por ejemplo, por qué pocas personas estarían dispuestas a cambiar sus anillos de boda por réplicas idénticas. La diferencia entre conceder importancia sentimental a los objetos y creer en la religión, la magia o lo paranormal, es sólo de grado, según el Profesor Hood.

Estas tendencias son casi ciertamente un producto de la evolución. La mente humana está adaptada para razonar intuitivamente, de modo que pueda generar teorías sobre cómo funciona el mundo, incluso cuando no pueden verse los mecanismos ni deducirse con facilidad.

Según el Profesor Hood, debido a que los humanos operamos intuitivamente, no tiene sentido instar a las personas a abandonar sus sistemas de creencias, porque ese componente irracional opera a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias racionales puede erradicarlo, de igual modo que no podemos erradicar un instinto sólo porque sea lógico hacerlo.

El Profesor Hood estuvo en el Festival Anual en Norwich, presentando su trabajo de investigación sobre el origen de las creencias místicas.

"Hay quien afirma que la superstición es hija de la ignorancia de todos los tiempos y madre de las religiones en todas sus facetas".


Las personas más racionales a veces son supersticiosas
Pero la vida esta llena de supersticiones de todo tipo, con las personas, las empresas y las construcciones más curiosas: así Garry Kasparov, campeón mundial de Ajedrez (hombre que emplea la lógica de manera aplastante en su trabajo diario), dice en una entrevista "tengo predilección por el número 13. Nací el 13 de abril. Soy el 13º Campeón Mundial. Mi nombre tiene 13 letras . Así que, naturalmente, busco cualquier cosa relacionada con el número trece para sentirme cómodo. Pero al final del día, yo sé que esto es sólo una superstición y que quizás no va a funcionar. Eso no quita para que si descubro algún trece a mi alrededor, esto me haga sentirme feliz"
Kasparov tuvo también durante algún tiempo la costumbre de solicitar en los hoteles una habitación cuyo número acabase en trece. Una petición difícil de satisfacer, pues en muchos establecimientos se saltan este guarismo al numerar las habitaciones, del mismo modo que en la mayoría de los rascacielos no existe la planta 13 (se suele destinar a servicios, como es el caso, por ejemplo, del Hotel Bali en Benidorm), o que en aviación -desde hace años- no se emplea ni en la "matrícula" de los aviones ni en la numeración de los vuelos.
Por eso no se preocupe. Si Vd es una persona muy supersticiosa tiene que saber que siempre hay una razón para las cosas, aunque Vd. no la conozca. Y si no la hay o no se puede comprobar aparece lo que entonces llamamos AZAR.

Si no hay una explicación para el cómo h
an sucedido las cosas el Azar lo "explica" todo.

La dinámica de las supersticiones

Cuando por regla general las supersticiones comienzan a dominar la vida de una persona y son éstas las que dirigen su comportamiento podemos estar hablando entonces de un trastorno psicológico. Aquella persona que dirige su vida a través de las páginas del horóscopo, quien se levanta por el lado izquierdo de la cama, toca la pata de un conejo, toca madera, busca a un jorobado, echa la sal detrás del hombro...etc, etc. y todo lo hace en un corto intervalo de tiempo....es una persona con alta probabilidad de tener un problema psicológico.

Términos científicos, como: mecanismos obsesivo compulsivos o compulsión a la re
petición intentan explicar o nombrar científicamente, dinámicas del pensamiento popular que encontramos en todas las épocas, las culturas, y aún en la actualidad.

El ser humano teme lo que no conoce. A veces lo deifica y otras le atribuye un carácter maléfico. Intenta complacer a los dioses y protegerse de aquello que cree puede causarle dolor o perjuicio. Esto se da en el origen y en el principio de la superstición, concretado en unas prácticas que permitan defenderse de lo malo y atraer lo que da buena suerte y felicidad.


Durante siglos, la magia, la religión, incluso la medicina, estuvieron poderosamente entrelazadas, y aún hoy, cuando tantas ideologías se han perdido, cuando las creencias religiosas y políticas están en franca decadencia, el hombre se aferra a creencias ancestrales a modo de conjuro benefactor.

Asistimos a un nuevo florecimiento de los videntes, al auge de las echadoras de cartas, de los sanadores y curanderos, de las sectas, de los números telefónicos y páginas webs en las que se adivina el futuro y cuando ya ingresamos en el siglo XXl y las ciencias han desvelado lo que, hasta hace poco, eran misterios de la naturaleza, del cuerpo, de la mente y del espíritu decimos: "No somos supersticiosos porque da mala suerte".

Todos, sentimos alguna inclinación a pensar que tal objeto o tal vestido, tal ciudad o tal color nos traen buena suerte, mientras que procuramos huir de lo que atrae la mala suerte. En la actualidad, pocos se resisten a leer el horóscopo que los periódicos publican a diario.

Todo nos lleva a pensar que el ser humano, y más aún en nuestros días, y en la era de la sociedad del conocimiento, cuando todo se explica sobre la base de una lógica racional y científica, hay quienes necesitan la magia y el misterio, para generar alguna forma de ilusión.

En este orden de cosas, las supersticiones no deben mediatizar la vida, pero tampoco deben ser despreciadas.

Dirige tu vida y hazlo como ya hemos visto en este blog, trazate tus objetivos...tus ilusiones y tus propósitos...tu vida está en tus manos....

Cuéntanos tu experiencia con las supersticiones.....nos ayudará...escribe tu comentario....

miércoles, 19 de diciembre de 2007

El juego en la infancia

El juego: lo mejor para el desarrollo de la infancia

El juego es una actividad, además de placentera, necesaria para el desarrollo cognitivo (intelectual) y afectivo (emocional) del niño/a. El juego espontáneo y libre favorece la maduración y el pensamiento creativo. Los niños tienen pocas ocasiones para jugar libremente. A veces, consideramos que "jugar por jugar" es una perdida de tiempo y que sería más rentable aprovechar todas las ocasiones para aprender algo útil. Por medio del juego, los niños empiezan a comprender cómo funcionan las cosas, lo que puede o no puede hacerse con ellas, descubren que existen reglas de causalidad, de probabilidad y de conducta que deben aceptarse si quieren que los demás jueguen con ellos.Los juegos de los niños deberían considerarse como sus actos más serios, decía Montaigne. El juego espontáneo está lleno de significado porque surge con motivo de procesos internos que aunque nosotros no entendamos debemos respetar. Si se desea conocer a los niños -su mundo consciente e inconsciente- es necesario comprender sus juegos; observando éstos descubrimos sus adquisiciones evolutivas, sus inquietudes, sus miedos, aquellas necesidades y deseos que no pueden expresar con palabras y que encuentran salida a través del juego.

Un derecho para la infancia: El juego, recogido en la carta de la ONU sobre los derechos humanos










Juego y realidad: valor del juego simbólico (juego de ficción) Los tipos de juegos de los niños muestran su evolución: - Juegos funcionales, juegos de acción, de sensaciones y movimientos, en la etapa de las adquisiciones sensorio motrices. - Juegos de ficción, juegos simbólicos o de representación, en las etapas del pensamiento preoperatorio y de las operaciones concretas. - Juegos reglados y estructurados, deporte, juegos de competición, propios de la etapa del pensamiento formal y de la concentración. El juego simbólico o de ficción es el juego infantil por excelencia. Obligado a adaptarse a un mundo social adulto y a una realidad física que aún no comprende, el niño necesita inventarse su propio mundo a partir de aquello que vive, pero traduciéndolo a un lenguaje simbólico, personal, con el que adaptar ese mundo externo a sus necesidades. Por medio del juego de ficción el niño asimila poco a poco ese mundo externo, lo elabora y se adapta a él en un proceso continuo de maduración.


Juego y desarrollo intelectual
Los niños empiezan a usar símbolos desde el segundo año de vida (por ejemplo, al señalar un perro diciendo "guau" o al hacer como si bebiera de una taza), repitiendo actuaciones que han visto en adultos, representando sucesos que han vivido o imitando el funcionamiento de determinados objetos. Es la imitación diferida. En ese imitar del niño se produce la asimilación de las situaciones y relaciones que observa en el mundo que le rodea. Parte de modelos concretos para, más adelante, llegar a la concentración. La función simbólica es una meta representación común al juego y a otras actividades humanas como el lenguaje. Cuando falla la adquisición y utilización de la función simbólica (en la afasia, en el autismo, en la deficiencia mental...) se advierte la importancia de la misma en la maduración personal y la necesidad de potenciar en la infancia la práctica del juego espontáneo para que puedan lograrse los niveles adecuados en cada etapa evolutiva.

Juego y personalidad

A veces, determinadas dificultades, que quizá parecen insuperables para el niño, pueden hacerse frente por medio de los juegos, siempre que se aborden a su modo y planteando de uno en uno los aspectos del problema Los celos por el nacimiento de un nuevo hermano, por ejemplo, es un tipo común de conflicto, que suele aparecer enmascarado en los juegos como reacción a procesos internos que el mismo niño desconoce, pero que le ayudarán a aceptar esa realidad, al representarse el problema de una forma nueva y grata para él, como cuando trata a su muñeco del mismo modo que él quiere ser tratado o cuando reacciona en su juego como querría haberlo hecho en la realidad. En el juego se da una adaptación entre lo imaginable (todo es posible) y lo permitido (reglas de conducta), en la que el niño tiene tiempo de aprender lo que es factible y correcto mientras permite una salida airosa a sus impulsos.

En síntesis, el juego......es una actividad imprescindible para el niño. El juego es necesario para el desarrollo intelectual, emocional y social.

- Permite tres funciones básicas de la maduración psíquica: la asimilación, comprensión y adaptación de la realidad externa.

- Exige ofrecer al niño el tiempo y los medios favorables para que lo pueda realizar a su modo.

- Favorece las adquisiciones sociales tempranas, las habilidades de comunicación social. Es una preparación para la vida adulta.

- Como conducta exploratoria, impulsa la creación de campos de acción y la creatividad.

- Tiene un sentido para el niño. Cuando se le interrumpe cualquier juego, se le priva del desenlace de un argumento creado por él mismo con una finalidad que no siempre alcanzamos a comprender.
A medida que nuestros hijos van creciendo, van creciendo también sus necesidades y exigencias. A un niño de un año, por ejemplo, un sonajero le hará algo de gracia, pero no disfrutará de ello del mismo modo que un bebé. Por eso, hemos seleccionado algunos consejos orientativos sobre las diversas formas de jugar con tus hijos según la edad que tengan. Disfrútalo.

El principio del juego

Durante los primeros dieciocho meses el niño se relaciona con el mundo a través de sus sentidos y actuando sobre él. Sólo actúa. Sólo existe el aquí-y-ahora. Su primer juego es conseguir repetir movimientos de su cuerpo (meterse la mano en la boca, por ejemplo). Su siguiente juego es intentar reproducir reacciones en objetos de fuera de él (mover un sonajero, etc). Poco a poco, irá variando estos movimientos en lo que supone una auténtica experimentación. Después relacionará los movimientos de los diferentes sentidos, lo que le permitirá dar solución a "problemitas" nuevos.En este periodo hay un juguete esencial: la persona que está con él, que le cuida, que le habla, que le canta, le acaricia y juega con él. Que le da 20 veces el chupete que el bebé ha tirado. La relación con esta persona es una necesidad importante para el buen desarrollo del bebé. El chupete y el sonajero son los siguientes mejores juguetes, asi como todas las cosas que se pueden chupar, mover, y hacer sonar. En resumen, los bebés quieren juguetes que respondan a sus acciones.

Del gateo al triciclo

Alrededor del año, el niño comienza a moverse, gatea, se mantiene de pie, anda, corre, salta... Cada una de estas etapas es necesaria. Para que corra es necesario que haya andado, y para andar es imprescindible gatear. Tener seguridad en su cuerpo le ayudará a tener seguridad en el resto de las cosas. Su cuerpo es un juguete privilegiado para aprender a pensar (¿cómo tengo que poner las piernas para columpiarme yo solo?).De nuevo cualquier cosa que fomente su movimiento de forma segura será un buen juguete: el campo, el parque de tu barrio, unas escaleras seguras.El primer juguete será, no cabe duda, una colchoneta en la que pueda gatear a sus anchas, luego juguetes para empujar mientras se anda, arrastres, corre-pasillos, pelotas, triciclos hacia los tres años, patines, bicicletas, etc.

Jugar a representar

Durante su segundo año de vida el niño adquiere una capacidad nueva de trascendental importancia para su desarrollo: la capacidad de representar, que le permite salir del aquí-ahora. Ahora puede decir lo que ha hecho o lo que va a hacer, imitar algo que ha visto que no está presente, dibujarlo, y especialmente importante por la cantidad de tiempo que pasa en ello, "jugar a hacer que". En este juego desarrolla una capacidad intelectual fundamental del ser humano: la de dar a un objeto un significado distinto del propio en función de semejanzas cada vez menores. Además, este tipo de juego le va a introducir en la sociedad; a través de él descubrirá realidades, algunas muy lejanas (el hospital, la selva...) y de aquí la importancia de que esté libre de estereotipos sexistas o valores antisociales. Por último, el jugar-a-hacer-que le permite "jugar" sus preocupaciones, expresándolas y buscando soluciones. Por supuesto esta es una de las mejores formas de desarrollar el lenguaje.Los mejores juguetes son sus amigos. Con ellos y pocas cosas más, inventará sus mejores aventuras y se entrenará en las habilidades de cooperación y negociación. Cualquier cosa se puede convertir en cualquier otra, pero hay algunos juguetes que no deben faltar. Un teléfono, cosas para cocinar, telas para disfrazarse, muñecos y peluches, juguetes para oficios, entre muchos otros.


El juguete y su importancia en el niño/a

Los juguetes son herramientas esenciales para el buen desarrollo del niño. Juega un papel importante en la formación de los conceptos, aptitudes, expectativas, y socialización en los niños. Desde siempre, los niños han tenido la necesidad de una actividad. De moverse, curiosear, de manipular y experimentar objetos, de crear, de relacionarse, e intercambiar acciones, vivencias y sentimientos.

El juguete adecuado
El juego, además de ser una actividad, ayuda al niño a desarrollar todas sus funciones psíquicas, físicas y sociales. Los niños desarrollan las múltiples facetas de su personalidad: aprenden a relacionarse con el entorno, desarrollan sus aspectos más creativos y perfeccionan sus múltiples habilidades ayudándoles a canalizar tanto su energía vital (física) como la mental y la emocional, lo que es de gran ayuda en su desarrollo integral como personas completas facilitándoles su integración en el entorno social en que se mueven. En razón de eso hay que buscar el juguete adecuado y estar muy conscientes del papel que tendrá en el desarrollo del niño. El juego cambia a la medida que el niño va creciendo. Pronto el niño estará representando personajes, y podrá expresarse y comunicarse libremente. Establecerá reglas a los juegos, ejercitando su capacidad de autocontrol y autonomía.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Feliz Navidad

Nuestra postal de Navidad para regalar a nuestras/os queridos/as lectoras/es y a nuestros más de 60,000 seguidoras/es para este nuestro segundo año de blog, con nuestro mayor agradecimiento por su fidelidad.

Las compras compulsivas en Navidad: Saber controlar nuestro impulso al consumo desenfrenado


¿Vamos de compras? Si pero con inteligencia, con autocontrol...



El 3% de la población europea no puede evitar acercarse a un comercio para comprar.
El consumo se dispara en esta época del año bajo la certeza de que el esfuerzo merecerá la pena y las rebajas aliviarán la cuesta de enero. Sin embargo, no se suelen tener en cuenta las consecuencias no sólo económicas, sino psicológicas que provoca el sentimiento de frustración por no poder comprar aquello que tanto se desea. Los psicólogos recomendamos autoreflexión y controlar los impulsos en momentos decisivos como la Navidad y las rebajas.

La compra compulsiva ¿Que es?
La compra compulsiva, que consiste en el afán desmedido, incontrolado y recurrente por adquirir cosas no es un fenómeno exclusivo de fechas como la Navidad, en las que la insistencia de la publicidad comercial y la tradición consumista podrían explicar un cierto aumento de los gastos.

es una adición en toda regla, más común de lo que la gente pueda pensarse. Es un impulso irreprimible, un acto poco consciente, del que después nos arrepentimos porque compramos cosas inútiles o gastamos más de lo que podemos.

A través de anuncios, ofertas y promociones, se llegan a crear determinadas necesidades en el consumidor bajo la premisa de que lo material da la felicidad. Es así como la compra compulsiva irrumpe en navidad y favorece la adquisición de productos u objetos que, en muchos casos, apenas unos meses después acabarán en el fondo del armario o en el cubo de la basura. En este sentido en Navidad, el deseo de comprar se desencadena porque una parte de las fiestas está enfocada desde el punto de vista del consumo, lo que lleva a realizar compras innecesarias que de otra forma no se harían.
El problema es que los gastos no acaban en diciembre. Tras unos días de dispendios considerables llegan las rebajas, que se intentan aprovechar para compensar los gastos navideños. Las compras en esta época sí que suponen un comportamiento totalmente compulsivo que tiene que ver con compras innecesarias, porque pensamos que vamos a ahorrar. Se adquiere bajo la trampa de pensar que va a resultar muy bonito y barato.
Los expertos aseguran que esta tendencia está también relacionada con la propia inseguridad del consumidor, en ocasiones dominado por el afán de convertirse en el más guapo o el mejor vestido, a la vez que se esfuerza por demostrar su poder adquisitivo o mantener su posición en el círculo de amigos. En una sociedad donde se realza tanto la estética, se considera imprescindible ser el "más guapo".
Los publicistas se defienden y rechazan las críticas. Argumentan que su trabajo está dirigido a hacer más cómoda la vida del consumidor, quien a veces necesita que le “recuerden” las ventajas de determinadas compras. “Marketing no es sinónimo de engaño, sino una disciplina con la que se pretende fomentar el consumo y crear atracción sobre el producto”, dicen los expertos.

Consecuencias
Además de llenar nuestros armarios y vaciar el monedero, las compras compulsivas acarrean otra serie de consecuencias para las que no siempre estamos preparados. Así, el no poder regalar a familiares y amigos lo que desean puede suponer para el individuo un motivo de tristeza tan importante que no es difícil que pronto aparezca un gran sentimiento de frustración.
Los psicólogos advertimos de que esta circunstancia afecta sobre todo a las personas más vulnerables y con una situación económica modesta, para los que ocupar y mantener un buen estatus social es fundamental. Se trata de quienes se rigen por el refrán ‘tanto tienes, tanto vales’, y que ven las compras como una señal de identidad porque creen que son lo que compran. Si lo que compran no les coloca en la posición que persiguen puede aparecer un estado de frustración. Son las compras compulsivas las que pueden llevar a esa situación, no lo contrario: el no comprar alienta el deseo de hacerlo, pero no llega a frustrar. Ese sentimiento aparece más bien cuando las compras no cubren las expectativas.
En el caso de los niños, el problema es aún mayor cuando el pequeño se convierte en el único de sus compañeros que no viste una determinada marca o que no tiene el último disco de su cantante preferido. Es entonces cuando se crean muchos sentimientos de frustración individual y se enseña, desde edades muy tempranas, a seguir una tendencia consumista. Los niños no quieren unas zapatillas que no sean de marca porque todos sus compañeros las tienen de marca.
Según un informe publicado por el Worldwatch Institute bajo el epígrafe “La situación del mundo 2004”, el impulso consumista se genera para dar respuesta a una necesidad ante un estímulo constante, lo que supone que buena parte de los gastos no están justificados, sino que, en realidad, contribuyen a crear problemas como la obesidad o el endeudamiento. Se deberían fomentar más valores como la amistad.

Controlar los impulsos


Por lo general, las mujeres tienen más tendencia a gastar que los hombres, aunque la necesidad de controlar los impulsos consumistas resulta imprescindible en ambos casos. Y es que el marketing y la publicidad suelen ser creadores de tendencias a las que se suman una gran mayoría que no distingue entre sexos.
Por ello la autorreflexión constituye, según estos expertos, el primer paso para encontrar salida a una situación que, si no se remedia desde el principio, puede convertirse en una enfermedad patológica que ya afecta al 3% de la población europea y a partir de la cual el individuo no puede evitar acercarse a un comercio para comprar.

Aprender a gastar con sensatez
Además del control de los propios impulsos, hay otras medidas cuya puesta en práctica puede reducir el uso de la tarjeta de crédito. Ayuda, por ejemplo, la elaboración de un presupuesto previo en el que limite el gasto que se puede realizar sin poner en peligro la economía doméstica o distinguir entre compras las justificadas y las que no lo están.
Además, al ir de compras conviene llevar una lista de los artículos que queremos adquirir y se recomienda evitar comprar en momentos de euforia o desánimo, ya que determinadas situaciones psicológicas favorecen la compra irracional.
También es importante ser consciente de que la reducción en el precio de algunos productos no conlleva la reducción en el precio de todos, no dejarse llevar por las tentaciones, controlar lo que se gasta –se puede utilizar una calculadora para sumar cada nuevo producto que cae en el carro– y no sentir vergüenza por salir sin comprar nada.
En el caso de los juguetes, una buena medida es la adquisición de artículos que no contengan pilas ni requieran el uso de electricidad, y, si esto resulta imposible, habrá que asegurarse de apagar los juguetes cuando no sean utilizados por los pequeños o controlar el tiempo que pasan “enchufados”.

Por último, conviene evitar las compras de última hora, cuando los precios están más caros y las aglomeraciones hacen que se hagan las compras de forma rápida y descuidada. Recurrir al transporte público en lugar del vehículo privado, no siempre fácil de aparcar; aprovechar las rebajas para comprar lo que no sea estrictamente necesario y saber con certeza qué es lo que queremos, son también factores clave para que la Navidad sea realmente una época de fiesta y felicidad.

Las compras compulsivas como patología

El ansia por comprar puede jugarnos malas pasadas. Lo que empieza siendo un placer se convierte en una auténtica pesadilla cuando se hace compulsiva y nos lleva a endeudarnos. Para conseguir paliar sus devastadoras consecuencias, se impone un cambio de hábitos.

Nuestros gastos superan nuestros ingresos
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No sabemos en qué se nos va el dinero. Llenamos los armarios de compras inútiles que no utilizamos. Hacemos compras de las que luego nos arrepentimos. Recibimos el extracto de la tarjeta de crédito y nos asustamos con el volumen de gasto que hemos generado. No podemos recordar dónde y cuándo hicimos el gasto... Éstas son algunas señales de alarma que nos indican que gastamos demasiado. Aunque en nuestra sociedad actual el comprar por el placer de comprar es algo habitual, los psicólogos coinciden en afirmar que se trata de una patología que muchas veces esconde desórdenes del comportamiento: una personalidad caprichosa, baja autoestima, ansiedad, deseos de ser admirados, envidiados y deseados, de mejorar socialmente.Según el Informe Europeo sobre adicción al Consumo, una tercera parte de los ciudadanos de la UE tiene serios problemas de autocontrol y entre el 1 y el 5 por ciento, son adictos a las compras. Lo que en un principio parece ser un acto voluntario y sin consecuencias graves, puede crear situaciones conflictivas: endeudamiento, ruptura del equilibrio personal y familiar, crisis de pánico. E incluso, llegar aún más lejos, si quedamos atrapados en esta conducta repetitiva y terminamos creando una auténtica adicción. La mayoría de las veces se debe simplemente a hábitos que hemos aprendido y que también podemos aprender a modificar para poder vivir de una manera que nos permita gastar nuestro dinero de una forma sensata.

Cambio de hábitos
Este cambio de hábitos pasa, en primer lugar, por buscar conductas alternativas. Si, por ejemplo, nos hemos acostumbrado a pasar las tardes mirando tiendas de ropa por huir de la soledad o combatir el aburrimiento, una solución sería apuntarse a un curso o practicar algún deporte.También es importante marcarse objetivos intermedios y realistas. De nada sirve decir: “No vuelvo a entrar en una tienda”. Si estamos acostumbrados a gastar medio sueldo en ropa todos los meses, poner un límite razonable a nuestro presupuesto en ese apartado. Disfrutaremos más y mejor con las compras realizadas. Ayuda igualmente, no dejarse llevar por el impulso del momento: si vemos un objeto que nos gusta, no comprarlo en el acto. Darnos unos días y si nos interesa de verdad, volver a comprarlo. Los consumidores suelen comprobar que una vez fuera del establecimiento, han olvidado su deseo de comprar. El uso de un talón que facilita mucho el pago y a veces evita el goteo que se genera cuando se lleva dinero en efectivo en el bolsillo, se debe procurar, en la medida de lo posible, no pagar siempre con la tarjeta de crédito. Uno de los peligros de la tarjeta es que provoca un oscurecimiento del gasto y lleva a la falta de recuerdo de la compra.
Terapia de inundación

Un procedimiento que se utiliza para algunos casos es “de inundación” y que se utiliza en las terapias de grupo con personas que tienen una gran adicción a pasar largas horas en los centros comerciales. Consiste en una exposición intensa y prolongada a los estímulos, impidiendo la respuesta que se quiere evitar (en este caso, las compras compulsivas). El grupo permanece todo un día paseando por las distintas plantas de un gran almacén sin comprar nada —explica Javier Garcés—. Al cabo de unas horas, nace un deseo de salir del centro y una reacción de rechazo que evita cualquier deseo de volver a entrar en el mismo. Esta estrategia de inundación se aplica siempre con un asesoramiento psicológico adecuado.

Cuando deben sonar las alarmas para pensar que podemos estar en esta situación

  • Cuando nos sentimos tristes, deprimidos o enojados, lo único que nos calma es ir de compras.
  • Compramos con frecuencia cosas poco útiles, que después nos arrepentimos de haber adquirido.
  • Tenemos la casa llena de artículos que no hemos usado y que nos resultan inservibles.
  • Nos precipitamos a la hora de comprar, porque no podemos controlar nuestros impulsos.
  • Del entorno familiar y de amigos nos llegan mensajes críticos con nuestra desmedida afición a comprar.
  • Aun a pesar de haber comprado muchas cosas o haber realizado un gran gasto, nos sentimos insatisfechos cuando reflexionamos en casa sobre los objetos adquiridos.
  • Vemos que se nos va el dinero sin darnos cuenta, y a menudo estamos irritados por haber gastado el dinero tontamente.
  • Cuando vemos algo que nos gusta, no paramos hasta comprarlo.
  • Adquirimos productos "milagro" que intuimos o sabemos inútiles.
  • Cuando recibimos el extracto de la tarjeta de crédito, nos sorprende sobremanera la cantidad e importe de las compras que hemos hecho.
  • Nuestro tiempo libre lo dedicamos preferentemente a visitar los centros comerciales o ir de escaparate en escaparate.


  • Si soy un comprador compulsivo. ¿Qué puedo hacer?
  • Piense qué quiere, qué le pasa, cómo se encuentra y busque qué alternativa existe, distinta de la de ir de compras. Recupere viejas aficiones o incorpore nuevas, y cultive sus amistades.

  • Hable de su problema con personas de su entorno o con aquellas que lo hayan superado.

  • Antes de salir de compras, redacte minuciosamente una lista con el propósito firme de no salirse de ella. Cada nuevo producto debe tener su propia justificación.

  • Compre con dinero en metálico y deje su tarjeta de crédito en casa.

  • Antes de comprar algo, piense en la utilidad que va a darle y si no la tiene, desista de su intención inicial.

  • Revise semanalmente la marcha de su economía, el listado de gastos y en qué se han producido. Subraye en rojo los gastos inútiles o poco justificados.

  • Si algo le gusta, no lo compre de inmediato, concédase unos días, coméntelo con alguien y, posteriormente, decida.

  • Si está convencido-a de que no puede superar su adicción o ha fracasado en varios intentos, acuda al psicólogo.

  • La empresa no es fácil, pero recuerde que cada vez que controlamos impulsos irracionales que nos perjudican y los vencemos, hemos conseguido una victoria que nos hace más libres. Las adicciones nada tienen de bueno y cuando las vencemos a base de inteligencia, voluntad y esfuerzo, reafirmamos nuestra personalidad y mejoramos nuestro equilibrio emocional y calidad de vida.





  • domingo, 2 de diciembre de 2007

    ¿Ha sido este tu año?: Balance de los últimos 365 días de tu vida....


    Durante el último mes del año, cuando terminan las clases en los colegios, en las universidades, se cierran los balances en las empresas y la gente comienza a hacer sus compras para las Fiestas, muchos se detienen a hacer un balance de lo que significó el año anterior para sus vidas. También hay quienes se proponen metas para el nuevo año. Mucha gente me pregunta si esto es bueno , la respuesta es SI! 
    Esta es la pregunta que este mes -todos los años- comenzamos a hacernos cada uno de nosotros cuando se acerca la noche del 31 de Diciembre y nos disponemos a acabar un año con sus proyectos, frustraciones y logros. Es el momento en que evaluamos si un año ha sido bueno y productivo, o malo. Un buen balance siempre debe estar estar ligado a la realidad posible, a la realidad que uno vive.
    Sobre todo en esta época del año, cuando el almanaque se muestra más flaco que nunca, los complejos vitamínicos se venden al por mayor y las ojeras trabajan horas extras. En un movimiento rápido, pero sigiloso, diciembre ha empezado a desfilar entre nosotros y eso, en vez de seducir, ha encrespado los bigotes y los maquillajes de más de uno. La visualización de un año que se acaba nos pone en guardia casi sin darnos cuenta, como si nuestro reloj interno nos avisara de que hay otro año más.

    Mezcla de emociones
    Sucede que el último mes del año no sólo acarrea un calor de otro mundo y la colorida invasión de luces, villancicos, adornos rojos y verdes. Diciembre es, más bien, sinónimo de una complicada mezcla de emociones, en la que se combinan la nostalgia por el tiempo que se despide, la ansiedad por el que llega, el cansancio por las actividades realizadas y la prisa por concretar las pendientes.
    Generalmente, la apreciación de que el año tiene un inicio y un final provoca que se considere a diciembre como el tiempo límite en la consecución de las actividades educativas, laborales y profesionales, empresariales, emocionales, amorosas y cotidianas, entre otras.
    Esta inevitable conciencia del fin de una etapa trae apareada otra acción propia de la época: el balance del fin de año. Es el momento en que evaluamos si un año ha sido bueno y productivo o malo e improductivo, deciamos antes.

    Coherencia
    La necesidad de un repaso por nuestra vida -repaso por cierto que hacemos todos consciente o inconscientemente- responde a la necesidad subjetiva de evaluar aciertos y errores. Ligado a una sincera autocrítica, el balance puede ayudar a la rectificación de algunos comportamientos y por eso, tiene importancia psicológica, social y familiar. Sin embargo, la experiencia muestra que muchas veces, cuando evaluamos el año, las promesas de cambio sustituyen mayoritariamente a lo que realmente se hace y tenemos la oportunidad de evaluarlo al año siguiente.La revisión de las cosas buenas y malas que han ocurrido durante el año que se va, provoca no solamente que las personas miren hacia atrás sino también que se propongan proyectos a concretar en el tiempo simbólico que se inicia. Sin embargo, eso puede resultar difícil teniendo en cuenta que la mezcla de emociones y cansancio domina a los sujetos durante esta época del año y que todo se percibe con una sensibilidad especial.
    ¿Existe alguna forma de hacer un buen balance?
    Todo balance siempre es preparatorio de futuras acciones. No tendria sentido el balance si no nos proponemos cambiar con los resultados que tenemos. Por eso los resultados no han de confundirse con nuestros deseos. Lo que se estima como buen balance se refiere a si está claramente ligado a la realidad que vivimos, no sólo a los anhelos personales. Así será más posible abordar las nuevas metas. En tal sentido, es creíble que tiene mayor posibilidad de éxito la persona que guarda coherencia entre lo que piensa, dice y hace. Alguien que distingue el creer del querer. Aquellas personas que no parten de este análisis se crean una realidad ficticia que dificulta muchísimo su bienestar psicológico. Aquellas personas que crean una realidad artificial -fantástica muchas veces- sobre sus logros personales, laborales, económicos y/o afectivos tendrá mucho más lejana la felicidad futura. Es más seguir por ese camino puede llevarle a un trastorno. Así es que ojo con las fantasías sobre la vida. Una cosa son los sueños y otra muy distinta las realidades.Pero las personas reviven aquello que ya pasó y, sobre todo, lo que quedó sin realizar. Eso puede provocar un sentimiento de pérdida y, a veces, hasta de impotencia y de rabia.Pero hay que subrayar la necesidad de que, en el balance de fin de año, la persona se reconozca siempre como humana y de que no sea muy severa consigo misma. Generalmente, los adultos tienden a repasar sus fracasos con una actitud muy crítica, que no les es favorable. No ocurre lo mismo con los jóvenes, cuyos análisis se van al otro extremo, mucho más permisivos consigo mismo.
    En vez de tomar una u otra postura, la persona debe reconocer sus fuerzas, capacidades y seguridades. ...Y más que nada, alumbrar su balance con la luz de la esperanza, que es la que en definitiva nos dará el empuje para formular los planes para el tiempo que viene.


    ¿Cómo dejar atrás los malos momentos y seguir adelante?
    Los malos momentos son los efectos directos y diferidos de determinados acontecimientos. Se debe distinguir si somos portadores involuntarios de su conservación. Porque a veces, cuando creemos haberlos dejado, volvemos a encontrarlos adelante.

    Detenerse a pensar y a mirarse a sí mismo es algo que muchas personas no están dispuestas a hacer, porque tienen temor.

    Y es un extraordinario ejercicio. Pensar y abordar los pros y los contras, hacer una lista con ellos, viendo las ventajas y los inconvenientes de un cambio, sabiendo la importancia que le damos a cada una de las cosas que suceden si tomamos una decisión u otra, si avanzamos por un camino u otro. Si nos proponemos algo o no. Si nos dejamos llevar por las circunstancias de nuestra vida o introducimos algún cambio para mejorar o para cumplir un sueño.
    No hacerlo a veces refleja un miedo -que es normal, adaptativo- pero que nos paraliza si no actuamos.

    ¿Cuál cree que es la mejor manera de plantear los proyectos futuros y los asuntos pendientes?

    Cuando no consideramos si los proyectos efectivamente tienen una forma realista de llevarlos a cabo, tiene un asidero desde donde agarrarlos y después no los podemos realizar, es muy posible que lo percibamos como un fracaso personal. Así, sentiremos que vivimos fr acasando cuando en realidad existían grandes dificultades o directamente una imposibilidad de hacer la cosa que nos habiamos propuesto.
    Es importante saber que no hay que forzar los proyectos con una exigencia formal de uan fecha determinada. Estos se priorizan naturalmente, de van dando por maduros.... No sirve de nada decir el 1 de Enero cambio de trabajo, saldré al extra
    njero, tendré pareja, me divorciaré... Sólo aquellos que conlleven conflictos que inviten a su postergación permanente y sostenida para ponerlos en práctica son a los que hay que ponerles un límite, una vez madurados.... ya que de no hacerlo estaremos siempre con un conflicto permanente que nos nos dejará ser felices.Los temas pendientes son expresión directa de lo dependientes que somos. La posibilidad de concluir con ellos es, luego de una reflexión no eterna, decidir. Esto ofrece un alivio marcado y ayuda a comprender que las demoras residen en creer que los problemas se solucionan cuando en realidad se superan. No olvidemos que siempre tiene mayor posibilidad de éxito la persona que guarda coherencia entre lo que piensa, dice y hace.
    Un ejemplo de balance y propósitos
    El director de una fábrica de cerveza, por ejemplo, se había propuesto una meta en 2007 y pudo cumplirla: volver a cantar después de 23 años, y ofrecer un recital con el grupo que integró en aquella época. Era todo un desafío, porque ya había perdido contacto con los demás y algunos viven en otras provincias españolas.
    “Uno vive poniendo excusas para dejar de hacer ciertas cosas y se escuda en las obligaciones, en la falta de tiempo. Hace un año me planteé qué es lo que yo quería hacer y tenía postegrado -recordó-. La música es algo que a uno le llena mucho la vida, pero yo la había dejado a un lado por completo. Reconocí que me estaba privando de disfrutar lo que me gustaba”.
    A pesar de las dificultades, en marzo emprendió la tarea. Pudo retomar el contacto con sus colegas y les contagió el entusiasmo. En noviembre pasado se produjo el emotivo concierto “¿Para qué cantamos?”, que reunió en el escenario de su pueblo a todos y todas los que cantaban. Rindieron homenaje a un integrante fallecido y recibieron una calurosa acogida del público.
    “Cambiar de actitud ante la vida no es dejar lo que tenemos, sino mirarlo con otros ojos. Al tiempo para realizar otros proyectos se le obtiene organizándonos mejor. Uno pierde mucho tiempo en cosas que no son importantes”, opinaba nuestro protagonista.

    Balances y propósitos

    Cuando un año se termina, uno puede reconocer qué logró o no de lo que se había propuesto. Aquello que pasó ya no se puede cambiar, de modo que la gran pregunta es: ¿Qué tengo para aprender? ¿Estoy dispuesto/a a aprender de lo que he vivido?

    Esta época - ya lo hemo
    s dicho- es propicia para hacer un balance. No desde una crítica destructiva o descalificadora de lo logrado, sino agradeciendo los logros y haciéndome responsable de lo que faltó. Aceptar, entender y perdonar. Si no puedo hacer eso, en vez de quedarme mirando para el futuro termino el año mirando para el pasado. Cuando vivimos la vida mirando para atrás nos pasan cosas distintas que cuando miramos para adelante.

    Hay personas que cuando terminan el año salen corriendo de vacaciones para tratar de no parar la acción y no tener que detenerse a pensar. Y no paramos para no mirarnos, por miedo de que no nos guste aquello que veremos en nuestro análisis. O bien no confiamos en que lo podamos cambiar. Si miráramos con apertura, podríamos generar un estado de ánim
    o que nos permitiera aprender.
    Los expertos opinan con frecuencia que a menudo las personas no saben disfrutar de los logros. Es otro problema de personas que no se paran a analizar los logros obntenidos y saborearlos. Eso impide generar más entusiasmo. Uno crea la vida que quiere a partir de un estado de ánimo que tiene que ver con la ambición, con la pasión y las ganas de hacerlo. Si uno piensa que todo va a seguir igual y que no puede hacer mucho más, o si lo paraliza el miedo de perder lo que tiene, termina haciendo más de lo mismo.
    Y la rutina y la desidia comenzarán a apoderarse de su vida. O bien adoptar una mortecina costumbre de "vivir por vivir".

    Construir el futuro
    Si uno vive la vida desde la celebración, es capaz de mirar los logros que obtuvo este año y sentirse satisfecho con lo que consiguió. A la hora de pensar en los proyectos para el año próximo, estará dispuesto a correr más riesgos y a jugar más grande. De una experiencia positiva se puede avanzar hacia otra también positiva.

    Habitualmente construimos el mundo que queremos en función de modelos o de puntos de vista preestablecidos. Los puntos de vista o los modelos preestablecidos nos permiten construir, pero también nos limitan, nos encorsetan. Es necesario eliminar los rígidos prejuicios sobre la realidad. Si tengo la mirada de otros observadores puedo ampliar mi hacer con distintas posibilidades para las cuales yo estoy ciego. Compartir nuestros análisis y nuestras propuestas futuras también es un buen método. Si yo le presto mis ojos a alguien, va a poder mirar mucho más de lo que no veía...y viceversa. Es un buen método para hacernos reflexionar sobre nuestros postulados previos ante cualquier situación futura. No te encierres para interpretar...
    Todo cambia con el tiempo en nuestra vida: lo que ayer pusimos en nuestro balance en la columna del haber puede cambiar hoy a la del debe (el ansiado nuevo trabajo ha podido acabar en un despido, el deseado enlace ha podido acabar en divorcio, por ejemplo). Y es que la vida de una persona siempre tiene tres columnas: lo que quiso ser (anhelos, sueños,´etc), lo que creyó ser (visión de ti mismo/a realista o fantástica) , y lo que finalmente es (la realidad....)
    .

    Esta contabilidad de triple entrada, este trabajo de construir o reconstruir nuestra vida –hacia atrás o hacia delante pues la construcción implica pasado y presente- no es algo de fin de año: debería ser algo de todo el año. Debería ser un proceso permanente de análisis de hacía donde vamos y de donde venimos. Si nos pasamos la vida mirando hacia otro lado, haciendo el “yo no fui arquitecto de mi propio destino, nada tengo que ver con lo que me pasa”, el balance será negativo. El destino está en nuestras manos, en buena medida, partiendo de nuestras posibilidades, capacidades y expectativas.


    Tampoco sirve para nada pretender ignorar los momentos difíciles en la vida de cada uno en estos 365 días. Si perdimos a seres queridos, por ejemplo, esas pérdidas pasan a estar dentro de nosotros, no podemos intentar desecharlas. Es mejor incorporarlas como el necesario homenaje ofrecido a la memoria: de nuestros muertos, de nuestros viajeros, de nuestras enemistades (siempre amistades añoradas), de nuestra expareja. Es así como podemos continuar.
    De ahí que estos tiempos del año pongan sensibles a muchos ¿Por qué no? No hay que negarse a esa sensibilidad. El peligro es negar todo balance y correr a consumir todo lo que se nos pone por delante en estos días de ofertas muy variadas. Ese consumo como terapia ahogará el balance de triple columna: de lo que soñamos ser, de lo que imaginamos que somos y de lo que somos en realidad. Es preciso saber que luego de entregarnos a ese consumo compulsivo seguramente estaremos más tristes aún.
    Apostar al compromiso responsable con nuestros deseos, negarse insistentemente a la tentación de fracasar, reclamar la injerencia en el destino de los que nos rodean, permitirse la memoria inclaudicable de las pérdidas sufridas, será siempre el mejor final y aún mejor inicio de año. Por ahí no obtendremos “felices fiestas” sino acaso “realistas fiestas”, lo que será todo un logro, para mucha gente que de verdad no logra ver en estas fechas la felicidad. Vaya para ellos nuestro apoyo a través de estas páginas digitales. El 20... será ya un año distinto.
    Cuéntanos en tus comentarios cual es tu balance del año que ha pasado y cuales son tus propósitos para el año siguiente , escríbelos, compártelos, y deja que los demás los comenten , te ayudará a conseguirlos....

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