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viernes, 8 de agosto de 2025

La Autoestima en juego: Cómo el síndrome del impostor y la "Mitomanía" afectan tu vida y cómo superarlos

¿Te sientes un fraude a pesar de tus éxitos? Descubre el Síndrome del Impostor y la Mitomanía

¿Alguna vez has logrado algo importante, pero en lugar de sentirte orgulloso/a, te asalta una voz interna que te dice: "No soy tan bueno/a como creen" o "Fue pura suerte"? Si es así, no estás solo/a. Millones de personas, incluso las más exitosas, experimentan esta inquietante sensación. Es el Síndrome del Impostor, una lucha silenciosa donde la autoestima se tambalea a pesar de la evidencia.

Pero, ¿qué ocurre cuando la inseguridad va un paso más allá y nos lleva a construir realidades falsas? Ahí es donde entra la mitomanía, un patrón de mentiras compulsivas que distorsiona la verdad. En este artículo, exploraremos a fondo estos dos fenómenos, sus diferencias cruciales y, lo más importante, te daremos herramientas prácticas para recuperar tu seguridad y vivir con autenticidad.

1. El Síndrome del Impostor: La sombra de la duda en el éxito

Imagina esto: has trabajado duro, has alcanzado una meta importante, y todos te felicitan. Pero, por dentro, sientes que en cualquier momento te "descubrirán", que no eres tan capaz como pareces. Esto es el Síndrome del Impostor, una experiencia psicológica donde, a pesar de tus logros objetivos, dudas constantemente de tus habilidades y temes ser expuesto/a como un "fraude". No es una falta real de talento, sino una percepción interna de no merecer el éxito.

 

¿Cómo se manifiesta y a quién afecta?

Este síndrome puede afectar a cualquiera, sin importar su profesión o estatus. De hecho, figuras como la ex Primera Dama Michelle Obama han hablado abiertamente de su experiencia. En sus memorias, "Becoming", Michelle relata cómo, incluso en la cima de su carrera, se preguntaba si el mundo debía tomarla en serio, viéndose a sí misma como "simplemente Michelle Robinson, esa niña del lado sur que fue a la escuela pública". Su testimonio nos muestra que la auto-duda puede persistir a pesar de los logros más impresionantes.


¿Por qué nos sentimos así?

El Síndrome del Impostor no surge de la nada. Puede ser alimentado por varios factores:

  • Comparación constante: Vivimos en un mundo donde las redes sociales nos muestran vidas "perfectas", lo que nos lleva a compararnos y sentirnos insuficientes.

  • Ambientes exigentes: Los entornos laborales competitivos y de alta presión pueden intensificar la auto-duda.

  • Presión social: La expectativa de tener éxito desde edades tempranas contribuye a esta sensación.

  • Sentimiento de no pertenencia: Como Michelle Obama, si eres la "única" persona de tu tipo (por género, origen, etc.) en un entorno, puedes sentir que no encajas, lo que mina tu confianza.

  • Estereotipos y subestimación: Los mensajes negativos o la subestimación de figuras de autoridad en el pasado pueden dejar una huella profunda, incluso si luego demuestras lo contrario con tus logros.

El "ciclo del impostor" es un bucle de ansiedad: te asignan una tarea, sientes ansiedad y auto-duda, lo que te lleva a procrastinar o a sobre-prepararte. Cuando tienes éxito, lo atribuyes a la suerte o al esfuerzo excesivo, no a tu capacidad, y el ciclo se repite.

Michelle Obama – La Lucha Personal de una Figura Global 

Michelle Obama, ex Primera Dama de los Estados Unidos y figura reconocida mundialmente, ha confesado públicamente que experimenta "un poco de síndrome del impostor", afirmando que "nunca desaparece". Describió vívidamente la sensación de "¿realmente me están escuchando?" y de cuestionarse si el mundo debería tomarla en serio, a pesar de sus inmensos logros. Esta sensación, según sus propias palabras, la ha acompañado desde la infancia, arraigada en sus orígenes de clase trabajadora y en las experiencias de no encajar en ciertos entornos.   

Varios factores contribuyeron a su experiencia con el Síndrome del Impostor. La sensación de no pertenencia es un elemento clave. La experiencia de Obama ilustra cómo la falta de un sentido de pertenencia, especialmente para mujeres, personas de clase trabajadora y personas de color en posiciones de poder o en entornos de élite, puede desencadenar sentimientos de impostor. Ella relató sentirse como "una visitante aterrizando en un país extraño" al llegar a Princeton desde su modesto vecindario. Los estereotipos también jugaron un papel significativo; ser parte de un grupo sujeto a estereotipos negativos sobre inteligencia o competencia complica aún más esta sensación. Obama expresó que siente que "todavía tiene algo que demostrar debido al color de mi piel, debido a la forma de mi cuerpo, quién sabe cómo me está juzgando la gente". Esta presión de representar a todo un grupo y la internalización de los estereotipos pueden alimentar el Síndrome del Impostor. Finalmente, la paradoja del alto rendimiento y la subestimación también fue un factor. Contrariamente a lo que se podría esperar, una educación superior y logros significativos pueden intensificar el Síndrome del Impostor. Los títulos de Obama de universidades de la Ivy League (Princeton, Harvard) generaron una inmensa presión para "estar a la altura". Además, ser subestimada por profesores ("No creo que seas material para Princeton") a pesar de sus habilidades, fomentó una persistente duda de sí misma 

 El caso de Michelle Obama, junto con las menciones de mujeres en puestos de liderazgo , demuestra que el Síndrome del Impostor no es simplemente una peculiaridad psicológica individual. Está profundamente influenciado por estructuras sociales, estereotipos y presiones sistémicas. La menor representación de mujeres en puestos directivos y los factores socioculturales y de género contribuyen a que las mujeres en estas posiciones se sientan más expuestas y duden de su autopercepción. Esto sugiere que abordar el Síndrome del Impostor de manera efectiva requiere no solo estrategias psicológicas individuales, sino también cambios sistémicos más amplios para fomentar entornos inclusivos y desafiar los estereotipos dañinos. El enfoque se desplaza de "¿Qué me pasa a mí?" a "¿Qué factores sociales contribuyen a este sentimiento?"

El Secreto del Artista – Una Confesión Famosa (Emma Watson)


Emma Watson, la aclamada actriz y activista, ha admitido abiertamente experimentar el Síndrome del Impostor. Ella declaró: "Ahora, cuando recibo reconocimiento por mi actuación, me siento increíblemente incómoda. Tiendo a encerrarme en mí misma. Me siento como una impostora", y añadió: "En cualquier momento, alguien va a descubrir que soy un fraude total y que no merezco nada de lo que he logrado".

 La experiencia de Watson refleja la de Obama en la persistente sensación de fraude a pesar del éxito innegable y el reconocimiento público. Esto subraya la universalidad del Síndrome del Impostor, que afecta a individuos en diversos campos, desde la política hasta el entretenimiento. Su incomodidad ante los elogios y la creencia de que no "merece" sus logros son manifestaciones clásicas del Síndrome del Impostor.

Para figuras públicas como Emma Watson, la validación externa (premios, adoración de los fans) es inmensa. Sin embargo, esto a menudo exacerba el Síndrome del Impostor en lugar de aliviarlo. Cuanto más elogio reciben, mayor es la presión interna para "mantener la fachada" y más profundo el miedo a ser "descubiertos". Esto se debe a que su sistema de creencias interno atribuye el éxito a factores externos o a la suerte, lo que amplía aún más la brecha entre la percepción pública y la autopercepción privada. Esta dinámica sugiere que para las personas en roles altamente visibles o aclamados, los mismos mecanismos de reconocimiento público pueden intensificar inadvertidamente su lucha interna con la autoestima, dificultando la internalización de sus logros. 

2. Mitomanía: Cuando la mentira se vuelve una realidad

Mientras el Síndrome del Impostor es una batalla interna con la verdad de tus logros, la mitomanía es un fenómeno diferente. Se define como una tendencia sistemática y compulsiva a mentir sin necesidad aparente, hasta el punto de que la persona puede llegar a creer sus propias falsedades. No se trata de una mentira ocasional, sino de un patrón de comportamiento arraigado que distorsiona la realidad.

¿Por qué y cómo mienten los/as Mitómanos/as?

Las personas con mitomanía mienten por una compulsión, un impulso abrumador que sienten como una necesidad, no como una elección consciente. Pueden mentir sobre grandes aspectos de su vida o sobre detalles insignificantes, y a menudo les cuesta distinguir entre la verdad y sus invenciones.

Ejemplos reales con casos (más común de lo que parece) :

Carlos V Imagina a "Carlos", un joven que, a pesar de tener un trabajo estable, se siente insignificante. Para impresionar a sus amigos y a una nueva pareja, empieza a inventar que es un exitoso empresario con múltiples negocios internacionales, que viaja constantemente y que tiene contactos con celebridades. Al principio, estas mentiras le dan una sensación de poder y admiración. Sin embargo, a medida que la red de mentiras crece, Carlos se ve atrapado en su propia ficción, viviendo con una ansiedad constante por ser descubierto y perdiendo la capacidad de distinguir su vida real de la que ha inventado.

 Borja T : El Profesional Fabricado: Un hombre de 42 años, con estudios de secundaria, fue hospitalizado después de presentarse en un juzgado como un abogado recién nombrado, paseándose con una toga. Inicialmente, dijo que quería impresionar a una novia abogada, pero luego cambió su historia, afirmando que su deseo de ser abogado era de toda la vida. Su historial reveló que, desde la adolescencia, mentía sin razón aparente, presentándose como médico o abogado a desconocidos en varias ciudades. Aunque en una ocasión pidió dinero prestado (que su hermano cubrió), la mayoría de sus mentiras no tenían un beneficio externo claro. Este caso ilustra cómo la compulsión por mentir puede llevar a la creación de realidades ficticias, incluso cuando las consecuencias son embarazosas o insostenibles, y cómo la persona puede llegar a creer sus propias invenciones.

Felipe A : La Narrativa Autodestructiva: Otro caso es el de un hombre que mintió repetidamente a sus compañeros de trabajo, llegando a afirmar que padecía una enfermedad terminal. Esta mentira inicial lo obligó a inventar más y más falsedades para encubrir la anterior, hasta el punto de que dejó de ir a trabajar por completo, lo que resultó en su despido. Su familia perdió la confianza en él, y finalmente se sintió tan desesperado que buscó ayuda. Las consecuencias de sus mentiras, en términos de angustia emocional y pérdida de empleo, superaron con creces cualquier ganancia percibida. Este ejemplo muestra la naturaleza autodestructiva de la mitomanía, donde la red de engaños se vuelve insostenible y conduce a un deterioro personal y social significativo.

¡Conoces algun caso como estos ? Relatalo en los comentarios , al final del capitulo 

3. Relación entre ambos fenómenos: La Inseguridad como raíz común

Aunque el Síndrome del Impostor y la Mitomanía son distintos, comparten una raíz común: la inseguridad y la baja autoestima.

La diferencia fundamental radica en la relación con la realidad:

  • Quien sufre el Síndrome del Impostor es competente y exitoso, pero se siente como un fraude. Su preocupación es la verdad y la precisión de sus capacidades, y a menudo se sobre-prepara para evitar ser "descubierto" por algo que cree que le falta.

  • El mitómano, en cambio, crea una realidad falsa a través de la mentira compulsiva. Su intención es manipular la percepción externa para obtener admiración o evitar consecuencias, sin preocuparse por la verdad objetiva.

En ambos casos, el miedo al juicio y la necesidad de validación externa juegan un papel crucial. La persona con Síndrome del Impostor teme no ser "suficiente" y se esfuerza al máximo para compensarlo. Si no se desarrollan mecanismos de afrontamiento saludables, esta profunda inseguridad podría, en casos extremos, empujar a alguien a fabricar o exagerar la realidad (como en la mitomanía) para encajar o ser aceptado/a.

4. Soluciones y estrategias prácticas: Recupera tu confianza y autenticidad

Superar el Síndrome del Impostor y abordar la mitomanía son viajes que requieren compromiso y, a menudo, ayuda profesional.

 Para Combatir el Síndrome del Impostor:

  1. Reestructura tus Pensamientos:

    • Identifica tus pensamientos negativos automáticos ("No merezco esto", "Fue suerte").

    • Desafíalos: Pregúntate si hay pruebas reales de que eres incompetente. ¿Tus logros objetivos contradicen esos pensamientos?

    • Reemplázalos: Cambia "Tuve suerte de conseguir este trabajo" por "He trabajado duro para llegar a donde estoy y merezco este éxito". Céntrate en los hechos, no en los sentimientos subjetivos.

  2. Cultiva la Autoeficacia:

    • Documenta tus logros: Lleva un diario o un "archivo de éxitos" donde registres cada logro, grande o pequeño. Esto te dará pruebas tangibles de tu progreso.

    • Acepta el reconocimiento: Cuando te feliciten, simplemente di "Gracias, trabajé duro para ello". Internaliza el cumplido.

    • Divide tus metas: Las metas grandes pueden abrumar. Descomponlas en pasos pequeños y manejables (usa el método SMART: Específicos, Medibles, Alcanzables, Realistas, con Plazo). Cada pequeño paso completado refuerza tu seguridad.

  3. Practica la Autocompasión y Autoaceptación:

    • Sé amable contigo mismo/a: Trátate con la misma amabilidad y comprensión que le darías a un amigo cercano que comete un error.

    • Acepta la imperfección: Entiende que nadie es perfecto y que cometer errores es parte del aprendizaje y el crecimiento. Esto reduce la auto-crítica destructiva.

  4. Busca Apoyo y Conexión:

    • Comparte tus sentimientos: Habla con colegas, amigos, familiares o mentores de confianza. Te darás cuenta de que no estás solo/a y obtendrás nuevas perspectivas.

    • Pide ayuda: Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de inteligencia y fortaleza. La colaboración enriquece.

  5. Replantear la Motivación:

    • Cambia el enfoque de las recompensas externas (motivación extrínseca) a la satisfacción y el disfrute internos (motivación intrínseca). Por ejemplo, en lugar de estudiar solo para aprobar, hazlo porque te fascina el tema. Esto fortalece tu autoestima y reduce la dependencia de la validación externa.

  6. Abraza el Cambio y la Resiliencia:

    • Reconoce que el miedo al cambio es natural, pero no dejes que te paralice.

    • Visualiza el éxito y los beneficios de salir de tu zona de confort.

    • Practica el mindfulness para observar tus emociones sin juzgarlas.

    • Recuerda que eres más fuerte y adaptable de lo que crees, como el ave fénix que resurge de las cenizas.


 

Para identificar y tratar la Mitomanía:

Identificar la mitomanía en uno mismo o en otros puede ser complejo, ya que la persona a menudo cree sus propias mentiras. Sin embargo, si observas un patrón de mentiras compulsivas que causan problemas en las relaciones, el trabajo o la vida diaria, y la persona parece incapaz de controlarlas, es una señal de alarma.

Orientaciones:

  • Conciencia: El primer paso es que la persona reconozca que tiene un problema y desee cambiar. Sin esta conciencia, la ayuda es limitada.

  • Apoyo emocional: Ofrece un entorno de apoyo, pero sin validar las mentiras. Fomenta la comunicación honesta.

  • Ayuda profesional: La mitomanía es un problema psicológico complejo que a menudo se asocia con baja autoestima y otros trastornos. Es fundamental buscar orientación psicológica profesional. Un terapeuta puede ayudar a la persona a identificar las causas subyacentes de la mentira, desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables, mejorar la autoestima y las habilidades sociales, y aprender a vivir con la verdad.

Conclusión: haz tu viaje hacia la Autenticidad

El Síndrome del Impostor y la mitomanía son dos caras de la moneda de la inseguridad, pero con caminos de solución distintos. Reconocerlos es el primer paso para liberarte de la carga de la auto-duda o de la prisión de las mentiras compulsivas.

Recuerda que el crecimiento personal es un viaje continuo, no un destino fijo. Cada paso que das para desafiar tus miedos, celebrar tus logros y ser más auténtico/a es una victoria valiosa. Como dijo Confucio: "Nuestra mayor gloria no es no haber caído nunca, sino levantarnos cada vez que caemos". Y como nos enseña la vida, "si no arriesgas nada, arriesgas aún más".

Es el momento de abrazar tu verdadero valor, de salir del capullo y de vivir una vida con propósito y alegría.

  • ¿Te sientes identificado/a con el Síndrome del Impostor o conoces a alguien que luche con la mitomanía? ¡Comparte tu experiencia en los comentarios y únete a la conversación!

  • Si este artículo te ha sido útil para entender mejor la autoestima y la seguridad, ¡ayúdanos a llegar a más personas! Compártelo en tus redes sociales.

  • ¿Qué pequeña acción vas a empezar a aplicar hoy para fortalecer tu autoestima y combatir la auto-duda? ¡Déjanos tu comentario!


domingo, 28 de febrero de 2010

¿Porqué ir al Psicólogo? ¿Cuándo ir al Psicólogo?



Decía Nietzsche que "Hay quienes no pueden aflojar sus propias cadenas y sin embargo pueden liberar a sus amigos". Desde que el filosofo alemán dijo esto mucho se ha avanzado en la Psicología. Tanto que hoy todos podemos aflojar y liberarnos de nuestras propias cadenas, además de ayudar a la de nuestros amig@s.
La experiencia de acudir al psicólogo a solicitar ayuda no es para todos igual, aunque a lo largo del tiempo vamos viendo que esto se vive con mayor naturalidad.  Mucha gente admite facilmente ir a su medico, a su especialista, pero reconocer la necesidad de ayuda psicológica es algo menos aceptado, aunque ya va siendo algo cada vez más aceptado. Los descubrimientos cientificos y los avances de la psicología, asi como el llamado "boca-oreja" con la experiencia de algunas personas que han sido ayudadas eficazmente a resolver su problema es lo que más ha ayudado a generalizar esta ayuda.   
Es normal que nos encontremos ante una decisión difícil a la hora de proponernos acudir a un psicologo, que nos lleve un tratanmiento clínico o simplemente nos aconseje a llevar o afrontar determinados aspectos de nuestra vida. 
El miedo a lo desconocido y las ideas negativas asociadas a la psicología y psiquiatría hace que muchas personas sean resistentes a pedir ayuda y les resulte más fácil acudir a su médico para una medicación, manteniendo tratamientos a través de médicos de familia que se centran en los síntomas expresados por el paciente y no en la base primaria del problema.
La primera pregunta con la que nos enfrentamos es: ¿Tienes que ir al psicólogo?
A pesar de que algunos profesionales no tiene un buen cartel en el ámbito de la psicología, por confundirla con una pseudociencia, cada día son más las personas que se animan a acudir a una consulta o a solicitar http://ayuda-psicologica.info. Cerca de medio millón de visitas y más de 1,000 consultas en este tiempo lo demuestran  Desde luego la necesidad de estar bien y mantener un estado emocional bueno es lo que las lleva a pasar por el couseling . Pero a menudo lo han dejado tanto que su estado general se encuentra muy deteriorado y buscan la panacea. Una varita mágica o un milagro. Recuerdo que en mis años de psicologo clínico solía decir a mis pacientes aquello de que "si lo que busca aqui es un milagro, se ha equivocado de sitio. Debe de ir a la Virgen de Lourdes". Algunos de l@s pacientes quedaban desorientados, pero otr@s lo entendían muy bien.   
La primera visita
Habitualmente podrás acudir a un psicólogo para una primera toma de contacto, así podrás comprobar el efecto que te causa el terapeuta y los razonamientos que te hace respecto al problema. Una primera llamada de telefono ayuda poco, pero un contacto más directo es más determinante. Una consulta inicial por email ayuda a centrar de qué se trata el problema y a orientar la posible ayuda.  Evidentemente, en una primera sesión, es complicado decidir cuál es el problema a trabajar, pero sí se pueden detectar algunos déficits comunicativos, autoestima, etc… que pueden orientarte. En tu consulta deja claro que quieres informarte de cómo sería la terapia y el tratamiento sin ningún compromiso, algunos terapeutas no admiten estos tanteos, pero cada día son más los que ofrecen una primera consulta gratuita o simplemente sin compromiso de continuación. Es importante que te sientas cómodo con el terapeuta, si por algún motivo sientes rechazo o incomprensión, la terapia no llegará a buen término y será mejor derivarte a otro profesional.
¿Cómo afrontar los síntomas?
En las primeras sesiones se realiza el diagnóstico y la evaluación de lo que te ocurre, para establecer unos objetivos terapéuticos y unos temas a tratar. Si necesitas reducir una sintomatología física como ansiedad es importante que busques una terapia que ataque el síntoma y el porqué para que te puedas encontrar mejor lo antes posible. A veces la ayuda de la farmacología con el apoyo del médico de familia contribuye a aliviar estos síntomas físicos y potencian el tratamiento. Estas terapias influyen en las conductas erróneas que hacen mantener el problema y en los razonamientos distorsionados que también cronifican el trastorno. Si aprendes a razonar de otra manera y modificas algunos comportamientos, es probable que mejore tu sintomatología. Dependerá de ti que aprendas de donde procede la base del problema y porqué se ocasionó, se puede ahondar en los orígenes; así tendrás claro qué es lo que no debes repetir y qué habilidades debes aprender para ello. Si solo atacas al síntoma, puede que el problema vuelva a aparecer y te encontrarás otra vez sin una estrategia para atacarlo.
 El tiempo que dura una terapia
Existen terapias de dos meses y terapias de dos años. No se puede decir cuanto durará, todo dependerá de la motivación y la actitud del paciente. Una adecuada concienciación del problema ayuda a acortarla. Una intervención precoz, cuando han comenzado los primeros síntomas, no sólo garantiza un mejor afrontamiento del problema y una prevención de las recaidas más eficaz, sino también la mayor rapidez en el tratamiento. Es difícil de calcular el tiempo, ya que va a depender de muchos factores. Ten en cuenta que en una terapia necesitas reaprender una serie de habilidades que en su día no te funcionaron para resolver algunos problemas. Este reaprendizaje necesita su tiempo para poder cometer errores y aprender de ellos. Además suelen aparecer otros problemas añadidos a lo largo de la terapia. En un principio no eran expresados por el paciente, pero determinados comportamientos en su vida cotidiana nos pueden dar muchas otras pistas a tratar, aunque en un primer momento el problema que tuviera fuese otro.
La empatía con el terapeuta también será un factor muy importante al igual que la confianza.
La elección del mejor terapeuta
El mejor consejo que puede darse a una persona que inicia una terapia nueva es que se involucre en los ejercicios y tareas que su terapeuta le enseñe y que se responsabilice de sus cambios, realmente el terapeuta es un orientador y no es quien tiene que cambiar. A lo largo de la semana es el paciente el que tiene que enfrentarse a su vida en la calle y el que tiene que ir probando distintos modos de solucionar sus problemas. Los prejuicios hacen que siempre encontremos razones para no pedir ayuda: "conozco a uno que esta peor que yo", "ufff, para que me va a ayudar a mi éste", "como le voy a contar mis problemas intimos a alguien?" "l psicólogo es para los loc@s" son algunas de las argucias más comunes para no buscar ayuda ante la recomendación de los demás. Es un paso extraordinario para cronificar el problema e ir a peor. 
También hemos de detectar a los vendedores de la ayuda psicologica: prometen ayuda eficaz en base a cuestiones muy internas/profundas, dificiles de identificvar por alguien que no sea él/ella, poco transparentes y alejadas de planteamientos cientificos, o bien no tienen una titulación (Licenciatura en Psicología), ni años de experiencia. Alejese de este ofrecimiento de ayuda.    
Los miedos al psicólogo
 Si sigue con una actitud pasiva buscando la salvación en su terapeuta no lo conseguirá y tirará la toalla. A menudo da miedo enfrentarse a nuestros problemas. Parece que el psicólogo nos va a descubrir algún trastorno imposible de sobrellevar. Nada más lejos de la realidad. Ten en cuenta que en la terapia se hablará de ti y de tu vida. ¿De qué tienes miedo? La mejor manera de mejorar es descubrir nuestros errores y trabajar para superarlos. Cuando los aceptes como parte de ti, ya no te darán tanto miedo. A los psicólogos acude gente normal con vidas normales, su único problema es que no son capaces de llevar las circunstancias de esa vida por el buen camino. A menudo equivocan necesidades, actitudes, comportamientos, emociones y tienen que aprender a recolocar todo eso para poder salir airosos de esas situaciones y poder dejar de sufrir por ellas.
Para l@s niñ@s y adolescentesAhora es fácil oír comentar a unos padres en la parada del autobús de su hijo, que el niño está recibiendo ayuda, o que ellos mismos la reciben. Es el adolescente, normalmente el que más impedimentos busca para evitar, lo que el supone, va a ser una norma más. Sin embargo, hace falta simplemente una sesión para que se den cuenta de que allí hay confidencialidad, apoyo y de ninguna manera se le enjuicia como él previamente pensaba.
A veces leemos pautas, recetas, sugerencias... de cuándo hay que acudir a un profesional de este tipo. No creemos que hagan falta tales ideas, simplemente cuando uno ve que él mismo no es capaz de superar el problema que le preocupa en un momento determinado, cuando ve que lo que él intenta no funciona.
En ocasiones nos vemos obligados a comentar a unos padres que su hijo no tiene por qué acudir,ya que por ejemplo, si el/la profesor/a ha dicho que el niño se ha comportado agresivamente en el colegio, igual hay que ver primero qué es lo que ese niño ha aprendido como "medio de defensa", o igual solo hay que decirle que así no lo tiene que hacer; ¿se han intentado otras alternativas? Porque ir al psicólogo no es ningún "trauma" para una persona adolescente, ni debe generar ningún sentimiento raro (no hay que estar "loco" para ir, como se entendía antes), pero tampoco hay que crear problemas donde no los hay. No es lícito que acuda por ejemplo un niño cuando no lo necesita, ¿qué puede pensar el propio niño de esto? ¿Qué sentimiento se genera en los padres? En nuestro centro de psicologos en Bilbao tenemos muy en cuenta que a las soluciones se llega, pero no tenemos intención de crear problemas donde no los hay.
Consejos prácticos:¿Cuándo debemos acudir al psicólogo?
•Cuando sintamos que la tristeza, la apatía y la falta de ilusión empiezan a agobiarnos y a emitirnos el siempre equivocado mensaje de que nuestras vidas carecen de sentido.
El negro o el gris tiñen frecuentemente nuestros pensamientos y nos vemos incapaces de encontrar algo positivo en nuestras vivencias cotidianas.
Todo a nuestro alrededor lo percibimos amenazante y nos sentimos solos, incomprendidos o desatendidos.
•Pensamos que la desgracia se ha cebado en nosotros y comenzamos a asumir que todo nos sale mal y que las cosas no van a cambiar.
•Estamos atenazados por miedos que nos impiden salir a la calle, relacionarnos con otras personas, permanecer en un sitio cerrado, hablar en público, viajar, etc.. Es decir, cuando el temor o la inseguridad nos impiden desarrollar nuestras habilidades y disfrutar de personas, animales y cosas que nos rodean.
•La obsesión por padecer graves enfermedades o contagiarnos de ellas nos lleva a conductas extrañas y repetitivas, de las que no podemos prescindir sin que su ausencia nos genere ansiedad.
•Nos sentimos "con los nervios rotos" y casi cualquier situación hace que perdamos el control y sólo sepamos responder con agresividad o con un llanto inconsolable.
•Nos damos cuenta de que fumar, beber o consumir cualquier otra droga, apostar..., se ha convertido en una adicción de la que no sabemos salir y que genera perjuicios importantes en nuestra vida o en la que de quienes nos rodean. Cuando decimos que lo tenemos controlado es quizás cuando estemos peor y necesitamos mayor ayuda.
El estrés empieza a mostrarse a través de sus síntomas psicosomáticos: insomnio, problemas digestivos, cardiovasculares, sexuales......
La ansiedad es una constante diaria, que impide la estabilidad y serenidad necesarias para mantener un pensamiento positivo, una conducta tranquila y el goce de los pequeños placeres cotidianos.
Los silencios, los desplantes o los gritos sustituyen al diálogo, y los problemas de comunicación enturbian nuestra relación con los demás.
Las dificultades sexuales afloran y vivimos la angustia que causan la impotencia, la falta de deseo o de sensaciones eróticas y, sobre todo, la imposibilidad de gozo y comunicación con la persona destinataria de nuestro amor.

Si sientes todos o alguno de estos síntomas no lo dudes. Solicita http://ayuda-psicologica.info para que tengas una adecuada respuesta a tus necesidades. Cuanto antes lo hagas siempre será mejor. Si conoces a alguien con estos síntomas, tu ayuda consiste en que acuda a un profesional de la psicología que le pueda ayudar a onos solicite a través de esta página ayuda. 

De todas formas haznos llegar tu experiencia y tu punto de vista haciendo un comentario. Son de mucha ayuda para la gente. 
Muchas gracias.    

miércoles, 13 de febrero de 2008

Como vencer la timidez


Hemos hablado de los miedos y de las fobias. La timidez es una forma atenuada de fobia social, y que habitualmente tenemos y disimulamos todos mejor o peor.
La timidez es una sensación de inseguridad o vergüenza en uno mismo, que una persona siente ante situaciones sociales nuevas y que le impide o dificulta entablar conversaciones y relacionarse con los demás.
No sabemos si resultaremos competentes, valiosos o apreciables a los demás. esa inseguridad nos atenaza muchas veces....
Muchas veces esto esta en agudo contraste con un ambiente familiar en el que hemos sido mimados y protegidos, aunque en otras ocasiones es todo lo contrario: un ambiente familiar autoritario y descalificador también produce futuros tímidos. Ojo para los padres y madres que usan esas pautas para con sus hijos/as.
Nuestra forma de ser se hace en el ejercicio de relacionarse con los demás, es un resultado de ATREVERSE a ser delante de los demás, mezclándose y entrando en conflictos que uno aprende a ir solucionando sobre la marcha.
La persona tímida es cautelosa: no se arriesga a equivocarse, a ser rechazada o a resultar inadecuada, y como no practica no avanza, y espera que un día se levantará con la moral alta y resultará segura de sí misma por arte de gracia (y no pasando por los malos tragos y apuros que todos tenemos que pasar para curarnos de complejos e inseguridades y para resultar hábiles amigos y relacione públicas).
Descubrir lo que somos realmente tiene algo de lanzarse al abismo de lo desconocido y explorar lo que resulta de ello, y esta es la forma mejor de superar la timidez. Arriesgar en las relaciones sociales siempre reporta más ventajas que inconvenientes, al fin y al cabo el género humano es social por naturaleza.
hemos de intentar cambiar nuestra forma de relacionarnos si nos cuesta ser comunicativos: Palabra a palabra obligarnos a nosotros mismos a enseñar LO QUE PENSAMOS pero también -y sobre todo- LO QUE SENTIMOS (como cuando decimos 'me molesta el humo que me hechas a la cara' o 'me gustaría que tomáramos el sábado un café juntos', o 'este fin de semana me apetece ir de excursión con unos amigos que hace tiempo que no veo').

Pensamientos que nos cohiben
A menudo superar la timidez también es una cuestión de número de palabras (cambiar el 'si', 'no', 'tal vez' por frases de cinco minutos).
Dejarse ir hacia una frase que va a ser muy larga es como confiar en tu propio cerebro, en su auto-estimularse, refrescarse y entusiasmarse por una tarea intelectual (en el fondo le encanta, es lo suyo).
La persona tímida tiende a creer que no tiene mucho VALOR, o CAPACIDAD, pero la realidad no es exactamente esa (mucho grandes tímidos han sido perfectamente grande genios científicos o escritores) sino que UNO MISMO/A SE PONE ENCIMA UN PEDRUSCO, inhibiéndose con pensamientos negativos tales como 'lo mio no tiene importancia' 'mis cosas aburren' 'mi interés no coincide con el de los demás' 'podría ofender, aburrir o molestar a alguien' o cuestiones y/o lindezas parecidas.
Esto a lo que podíamos llamar AUTO-SABOTAJE equivale a que estuviéramos pensando 'seguramente no caminaré recto y estéticamente, pareceré torpe y tropezaré' y como fruto de esta hipótesis tan poco constructiva REALMENTE hasta consiguiéramos andar mal y tropezar.
Nos cuesta encontrar un lugar en el mundo, EL NUESTRO, y en vez de ello caemos en el error de pretender ser OTROS.
Sería buena cosa rebelarnos de una vez por todas y determinarnos a ser espontáneos, aceptando luego con resignación el número amigos y enemigos que ello produzca (por lo menos seríamos felices NOSOTROS y NUESTROS amigos, y nuestra alegría llenaría nuestro entorno).

¿Cómo afecta nuestras vidas la fobia social?

Nos empobrece reduciendo a la mitad nuestra vida social, nuestras posibilidades de ocio y progreso profesional.
La frustración que todo ello implica puede reflejarse indirectamente en forma de desánimo general (a veces es causa de caer en un depresión tras un larga etapa vital de sufrimiento) e irritación descontrolada con el circulo familiar íntimo.
Las relaciones que exigen iniciativa, sostén y aportación por nuestra parte se pueden llegar a ver gravemente resentidas y romperse.
Elimina aquellos oportunidades que suelen provenir de la actividad social (hacer amigos en el colegio o en el trabajo, participar en las equipos, promocionarse en el trabajo, etc.) . Puede ocurrirle a un fóbico social que rechace un buen trabajo solamente por el miedo que tiene a las nuevas responsabilidades, especialmente si tiene que tratar con muchas personas y hacer reuniones.

¿Soy un bicho raro?

Los datos nos aclaran algunos de los mitos de la timidez y de la fobia social. De 1-2 por mil de los hombre y 2-3 por mil de las mujeres padecen fobia social. Es una dificultad que se conoce bien, tanto el porqué se produce como el modo en el que puede tratarse.

Si la timidez se experimenta de forma frecuente y promueve una alteración de la normalidad del funcionamiento del sujeto y le impide sostener el bienestar y lograr sus metas, se hace recomendable un abordaje para su control y solución.

El tratamiento puede ser diverso, y va desde el entrenamiento de autoayuda con autoobservación y fijación gradual de nuevas conductas hasta la medicación reductora de la actividad ansiogénica del sistema simpático.

¿Tiene solución?

No es imposible adquirir estas dos capacidad que resolverían el problema:
  1. las habilidades expresivas, sociales y de trato que no hayamos podido adquirir en el curso de nuestro aprendizaje por razones de modelos familiares imperfectos, inadecuada intervención escolar o por las dificultades emocionales que hayan interferido.
  2. La habilidad de controlar el miedo irracional mediante distintas estrategias de enfrentamiento, control emocional e información psicoterapéutica especializada.
Una ayuda farmacológica puede ser aceptable como un medio de atemperar las dificultades iniciales, especialmente si el nivel de ansiedad produce severos síntomas incapacitantes como intensas taquicardias o ataques de pánico, insomnio y depresión.

¿Puedo solucionarlo por mí mismo/a?

  • Algunas lecturas de libros de autoayuda que tratan las fobias de una forma sencilla nos pertrecharán con una mayor comprensión del problema.
  • La práctica de la relajación, yoga, y/o ejercicio para bajar el nivel general de ansiedad.
  • Ejercicios prácticos de expresión:
    • lectura en voz alta del periódico utilizando un tono de voz alto y que tenga contenido emocional;
    • grabar un pequeño ejercicio de unos 10 minu tos (5 veces a la semana) en el que contemos como si estuviéramos delante de un grupo de personas un asunto que hemos leído, visto en televisión, escuchado en la radio o hemos oído o pensado. El tema ha de ser diferente cada vez. Contra más exagerado es el tono expresando disgusto, placer, admiración, guasa, etc. más efectivo es el ejercicio. No olvidar al final añadir nuestra opinión sobre el asunto. Procurar conforme pasa el tiempo aumentar la longitud de las frases.
  • Preparar el terreno hablando en primer lugar en las situaciones mas fáciles (familiares de confianza, vecinos, compañeros de trabajo) introduciendo elementos que impliquen humor, comentarios personales y opiniones atrevidas.
  • Procurar adquirir compromisos tales como acudir a las reuniones de vecinos, religiosas o de trabajo, eventos sociales, etc. aunque nuestro papel al principio fuera modesto, pero logrando al menos familiarizarnos más con la situación grupal.
  • Hacernos un plan de EXPOSICIÓN gradual a las distintas situaciones sociales que nos agobian intentando hacer progresos pequeños pero continuados.
  • Suprimir las conductas anticipatorias que tanta ansiedad inducen al adelantar con los ojos de la imaginación mil situaciones agobiantes, humillantes y desagradables. Es mucho mejor no pensar y si tuviéramos que pasar por una situación temida, por ejemplo una boda, no sufrir hasta el momento en el que comience el banquete (y a ser posible tampoco en medio).

  • Tampoco conviene hurgar en la herida más de la cuenta, haciendo agoreras y cínicas disquisiciones de nuestro papel en el mundo. Es mejor concentrarse más en progresar que en criticarse a uno mismo.
  • Conviene facilitar el aproximamiento a los distintos ambientes estando al menos al día de las inquietudes y afanes por las que los humanos nos unimos en amistad (preocupaciones sociales, conocer la música actual, el deporte o las modas, procurando si cabe estar en un buen nivel como para poder más adelante tener algo que aportar).
  • Preocuparse por saber lo que la mayoría sabe (por ejemplo saber hacer una barbacoa, bailar, conocer los procedimientos administrativos, desenvolverse en un restaurante, etc.)
  • Disponer también de una personalidad propia (unos gustos, unas ideas conocidas, unas intereses, etc.) que pueda hacer atrayente y productiva nuestra incorporación en los grupos.
  • En los momentos de hablar en público no estar mirando con lupa nuestras sensaciones físicas perturbadoras sino los ojos de los interlocutores, y mirándolos comenzar a hablar LENTO y DETALLADO en vez de rápido y comprimido tal como el "salir rápido" del apuro nos pediría.
  • Hacer maniobras de preferencia, tales como sentarnos en el sitio de la mesa que más nos gusta y al lado de la persona que nos cae mejor o en el medio (en vez de sentarnos en el rincón más alejado y junto a la persona que menos nos gusta).
  • Si notamos que la voz nos tiembla, en vez de ultimar proseguir hasta que el efecto desaparezca, haciendo que el temblor inicial quede olvidado por un final aceptable o por la simple voluntad de expresarse.
  • No exigirse a uno mismo el imperativo más bien contraproducente de pretender ser inteligentes para los demás sino que en vez de RENDIR debemos cambiar la misión a PARTICIPAR.
  • Algunos fóbicos sociales han utilizado técnicas de INUNDACIÓN como aceptar un trabajo de cara al público, o presentarse voluntarios en una asociación para obligarse así a 'pasar por el tubo' y superar los problemas de una vez. Este método de 'sacar la muela a mano' no funciona siempre y puede ser una apuesta que sobrepase muestras verdaderas fuerzas.
  • Si nos sentimos preparados por haber avanzado en los puntos anteriores nos podemos atrever a llevar a cabo alguna actividad mas eficaz tal como apuntarnos a una asociación, un curso de expresión corporal, un taller de habilidades sociales (en el que mediante juegos didácticos, simulación de situaciones y ensayo de nuevos comportamientos, y en un ambiente de personas con similares dificultades a las nuestras podemos quemar etapas) o aceptar un trabajo que sabemos que nos pondrá a prueba.
  • Sería algo bueno de cara a superar los miedos el reflexionar más allá de lo mal que nos sentimos lo que hay de realidad en los supuestos peligros (miedo al rechazo, a que no nos valoren o a no resultar interesantes y dignos de amor que posiblemente provienen de algunos factores educativos mal aprendidos -o enseñados cabría decir-.
Trucos para superar la timidez

1. Reconoce tu miedo y acéptalo como algo propio y personal. No intentes sacarlo de ti. No lo conseguirás. Lo mejor es asimilar que te ocurre.
2. Habla sobre tu miedo y compártelo con los demás, es la forma de habituarte a que es una característica tuya y a tratarla con normalidad.
3. Descodifícalo y defínelo: ¿de qué sentimientos se compone ese miedo? Angustia, pena, decepción, culpa, indefensión. Identifica cada uno de los sentimientos y llega al fondo de la cuestión, tal vez descubras que el miedo es una coraza que oculta algo más profundo y a lo que tienes que dedicarle tiempo.
4. Busca toda la información que puedas necesitar. Si tienes miedo a la comunicación con las personas, es absurdo que intentes no saber nada de ello, cada vez estarás peor debido a la falta de información, y tendrás más oportunidades de pensar en lo peor e inventártelo o distorsionarlo. Si estás bien informado esto no te pasará.
5. Reafírmate y céntrate en tus éxitos. Enumera tus cualidades, quiérete. Habla sobre ti mismo con respeto y cariño. Evita las recriminaciones y los insultos.
6. Pídele a alguien que te ayude y te dé apoyo, que funcione como observador, más tarde podrá decirte si lo hiciste bien o no.
7. Concédete un espacio de tiempo para anticipar en positivo, busca opciones distintas y haz un listado de cosas positivas que pueden ocurrir, intenta visualizarte realizándolas con éxito, mira como te desenvuelves de manera adecuada y como consigues tu objetivo.”estoy hablando con gente y estoy tranquilo”, “se ríen de un chiste mío”, “me escuchan cuando hablo”, “doy mi opinión y es valorada”, etc.
8. Actúa conservando la conciencia de este ideal, de esta anticipación positiva y del apoyo de la persona que te está ayudando.
9. Una vez que hayas superado el miedo y hayas salido con éxito recuerda a la persona que eras antes dominada por el terror y comparte con ella el orgullo del éxito conseguido. Haz una comparación positiva entre lo que eres hoy y lo que eras ayer, será la forma de conseguir tener cada vez menos miedo y adquirir confianza. Si sólo recuerdas la forma positiva de actuar y el trabajo que te costó actuar bien podrás superarlo, ya que te aferras sólo a aspectos positivos de la situación.
10. Intenta expresar las emociones que te provoca el miedo en voz alta y a otras personas. Al hablarlo, se separa de ti y podrás ser más objetivo a la hora de analizarlo. Pide a los demás que te ayuden a vivir con intensidad el miedo, no necesitas soluciones ni alivio, sólo que te escuchen, tú mismo encontrarás la solución cuando te distancies de la emoción en bruto y busques soluciones a los hechos concretos.
11. Intenta hacer una descripción del futuro tal y como a ti te gustaría, viéndote bien y con el problema resuelto. Identifica las sensaciones que te produce y retenlas en tu mente para generar mayor positividad.


¿Y si no puedo?

Es el momento de acudir a un profesional. Acuda a un/a psicólogo/a. Existen distintas psicoterapias exitosas contra la fobia social, siendo un problema clínico relativamente sencillo de solucionar comparado con otros trastornos mentales mayores.
A veces la verdadera dificultad es el orgullo o la cicatería lo que nos impide reconocer que tenemos un grave problema y acudir a un profesional competente.

Haznos llegar tus comentarios sobre la timidez, sobre como te has enfrentado a ella y los problemas que te ha producido....

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