miércoles, 19 de diciembre de 2007

El juego en la infancia

El juego: lo mejor para el desarrollo de la infancia

El juego es una actividad, además de placentera, necesaria para el desarrollo cognitivo (intelectual) y afectivo (emocional) del niño/a. El juego espontáneo y libre favorece la maduración y el pensamiento creativo. Los niños tienen pocas ocasiones para jugar libremente. A veces, consideramos que "jugar por jugar" es una perdida de tiempo y que sería más rentable aprovechar todas las ocasiones para aprender algo útil. Por medio del juego, los niños empiezan a comprender cómo funcionan las cosas, lo que puede o no puede hacerse con ellas, descubren que existen reglas de causalidad, de probabilidad y de conducta que deben aceptarse si quieren que los demás jueguen con ellos.Los juegos de los niños deberían considerarse como sus actos más serios, decía Montaigne. El juego espontáneo está lleno de significado porque surge con motivo de procesos internos que aunque nosotros no entendamos debemos respetar. Si se desea conocer a los niños -su mundo consciente e inconsciente- es necesario comprender sus juegos; observando éstos descubrimos sus adquisiciones evolutivas, sus inquietudes, sus miedos, aquellas necesidades y deseos que no pueden expresar con palabras y que encuentran salida a través del juego.

Un derecho para la infancia: El juego, recogido en la carta de la ONU sobre los derechos humanos










Juego y realidad: valor del juego simbólico (juego de ficción) Los tipos de juegos de los niños muestran su evolución: - Juegos funcionales, juegos de acción, de sensaciones y movimientos, en la etapa de las adquisiciones sensorio motrices. - Juegos de ficción, juegos simbólicos o de representación, en las etapas del pensamiento preoperatorio y de las operaciones concretas. - Juegos reglados y estructurados, deporte, juegos de competición, propios de la etapa del pensamiento formal y de la concentración. El juego simbólico o de ficción es el juego infantil por excelencia. Obligado a adaptarse a un mundo social adulto y a una realidad física que aún no comprende, el niño necesita inventarse su propio mundo a partir de aquello que vive, pero traduciéndolo a un lenguaje simbólico, personal, con el que adaptar ese mundo externo a sus necesidades. Por medio del juego de ficción el niño asimila poco a poco ese mundo externo, lo elabora y se adapta a él en un proceso continuo de maduración.


Juego y desarrollo intelectual
Los niños empiezan a usar símbolos desde el segundo año de vida (por ejemplo, al señalar un perro diciendo "guau" o al hacer como si bebiera de una taza), repitiendo actuaciones que han visto en adultos, representando sucesos que han vivido o imitando el funcionamiento de determinados objetos. Es la imitación diferida. En ese imitar del niño se produce la asimilación de las situaciones y relaciones que observa en el mundo que le rodea. Parte de modelos concretos para, más adelante, llegar a la concentración. La función simbólica es una meta representación común al juego y a otras actividades humanas como el lenguaje. Cuando falla la adquisición y utilización de la función simbólica (en la afasia, en el autismo, en la deficiencia mental...) se advierte la importancia de la misma en la maduración personal y la necesidad de potenciar en la infancia la práctica del juego espontáneo para que puedan lograrse los niveles adecuados en cada etapa evolutiva.

Juego y personalidad

A veces, determinadas dificultades, que quizá parecen insuperables para el niño, pueden hacerse frente por medio de los juegos, siempre que se aborden a su modo y planteando de uno en uno los aspectos del problema Los celos por el nacimiento de un nuevo hermano, por ejemplo, es un tipo común de conflicto, que suele aparecer enmascarado en los juegos como reacción a procesos internos que el mismo niño desconoce, pero que le ayudarán a aceptar esa realidad, al representarse el problema de una forma nueva y grata para él, como cuando trata a su muñeco del mismo modo que él quiere ser tratado o cuando reacciona en su juego como querría haberlo hecho en la realidad. En el juego se da una adaptación entre lo imaginable (todo es posible) y lo permitido (reglas de conducta), en la que el niño tiene tiempo de aprender lo que es factible y correcto mientras permite una salida airosa a sus impulsos.

En síntesis, el juego......es una actividad imprescindible para el niño. El juego es necesario para el desarrollo intelectual, emocional y social.

- Permite tres funciones básicas de la maduración psíquica: la asimilación, comprensión y adaptación de la realidad externa.

- Exige ofrecer al niño el tiempo y los medios favorables para que lo pueda realizar a su modo.

- Favorece las adquisiciones sociales tempranas, las habilidades de comunicación social. Es una preparación para la vida adulta.

- Como conducta exploratoria, impulsa la creación de campos de acción y la creatividad.

- Tiene un sentido para el niño. Cuando se le interrumpe cualquier juego, se le priva del desenlace de un argumento creado por él mismo con una finalidad que no siempre alcanzamos a comprender.
A medida que nuestros hijos van creciendo, van creciendo también sus necesidades y exigencias. A un niño de un año, por ejemplo, un sonajero le hará algo de gracia, pero no disfrutará de ello del mismo modo que un bebé. Por eso, hemos seleccionado algunos consejos orientativos sobre las diversas formas de jugar con tus hijos según la edad que tengan. Disfrútalo.

El principio del juego

Durante los primeros dieciocho meses el niño se relaciona con el mundo a través de sus sentidos y actuando sobre él. Sólo actúa. Sólo existe el aquí-y-ahora. Su primer juego es conseguir repetir movimientos de su cuerpo (meterse la mano en la boca, por ejemplo). Su siguiente juego es intentar reproducir reacciones en objetos de fuera de él (mover un sonajero, etc). Poco a poco, irá variando estos movimientos en lo que supone una auténtica experimentación. Después relacionará los movimientos de los diferentes sentidos, lo que le permitirá dar solución a "problemitas" nuevos.En este periodo hay un juguete esencial: la persona que está con él, que le cuida, que le habla, que le canta, le acaricia y juega con él. Que le da 20 veces el chupete que el bebé ha tirado. La relación con esta persona es una necesidad importante para el buen desarrollo del bebé. El chupete y el sonajero son los siguientes mejores juguetes, asi como todas las cosas que se pueden chupar, mover, y hacer sonar. En resumen, los bebés quieren juguetes que respondan a sus acciones.

Del gateo al triciclo

Alrededor del año, el niño comienza a moverse, gatea, se mantiene de pie, anda, corre, salta... Cada una de estas etapas es necesaria. Para que corra es necesario que haya andado, y para andar es imprescindible gatear. Tener seguridad en su cuerpo le ayudará a tener seguridad en el resto de las cosas. Su cuerpo es un juguete privilegiado para aprender a pensar (¿cómo tengo que poner las piernas para columpiarme yo solo?).De nuevo cualquier cosa que fomente su movimiento de forma segura será un buen juguete: el campo, el parque de tu barrio, unas escaleras seguras.El primer juguete será, no cabe duda, una colchoneta en la que pueda gatear a sus anchas, luego juguetes para empujar mientras se anda, arrastres, corre-pasillos, pelotas, triciclos hacia los tres años, patines, bicicletas, etc.

Jugar a representar

Durante su segundo año de vida el niño adquiere una capacidad nueva de trascendental importancia para su desarrollo: la capacidad de representar, que le permite salir del aquí-ahora. Ahora puede decir lo que ha hecho o lo que va a hacer, imitar algo que ha visto que no está presente, dibujarlo, y especialmente importante por la cantidad de tiempo que pasa en ello, "jugar a hacer que". En este juego desarrolla una capacidad intelectual fundamental del ser humano: la de dar a un objeto un significado distinto del propio en función de semejanzas cada vez menores. Además, este tipo de juego le va a introducir en la sociedad; a través de él descubrirá realidades, algunas muy lejanas (el hospital, la selva...) y de aquí la importancia de que esté libre de estereotipos sexistas o valores antisociales. Por último, el jugar-a-hacer-que le permite "jugar" sus preocupaciones, expresándolas y buscando soluciones. Por supuesto esta es una de las mejores formas de desarrollar el lenguaje.Los mejores juguetes son sus amigos. Con ellos y pocas cosas más, inventará sus mejores aventuras y se entrenará en las habilidades de cooperación y negociación. Cualquier cosa se puede convertir en cualquier otra, pero hay algunos juguetes que no deben faltar. Un teléfono, cosas para cocinar, telas para disfrazarse, muñecos y peluches, juguetes para oficios, entre muchos otros.


El juguete y su importancia en el niño/a

Los juguetes son herramientas esenciales para el buen desarrollo del niño. Juega un papel importante en la formación de los conceptos, aptitudes, expectativas, y socialización en los niños. Desde siempre, los niños han tenido la necesidad de una actividad. De moverse, curiosear, de manipular y experimentar objetos, de crear, de relacionarse, e intercambiar acciones, vivencias y sentimientos.

El juguete adecuado
El juego, además de ser una actividad, ayuda al niño a desarrollar todas sus funciones psíquicas, físicas y sociales. Los niños desarrollan las múltiples facetas de su personalidad: aprenden a relacionarse con el entorno, desarrollan sus aspectos más creativos y perfeccionan sus múltiples habilidades ayudándoles a canalizar tanto su energía vital (física) como la mental y la emocional, lo que es de gran ayuda en su desarrollo integral como personas completas facilitándoles su integración en el entorno social en que se mueven. En razón de eso hay que buscar el juguete adecuado y estar muy conscientes del papel que tendrá en el desarrollo del niño. El juego cambia a la medida que el niño va creciendo. Pronto el niño estará representando personajes, y podrá expresarse y comunicarse libremente. Establecerá reglas a los juegos, ejercitando su capacidad de autocontrol y autonomía.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Feliz Navidad

Nuestra postal de Navidad para regalar a nuestras/os queridos/as lectoras/es y a nuestros más de 60,000 seguidoras/es para este nuestro segundo año de blog, con nuestro mayor agradecimiento por su fidelidad.

Las compras compulsivas en Navidad: Saber controlar nuestro impulso al consumo desenfrenado


¿Vamos de compras? Si pero con inteligencia, con autocontrol...



El 3% de la población europea no puede evitar acercarse a un comercio para comprar.
El consumo se dispara en esta época del año bajo la certeza de que el esfuerzo merecerá la pena y las rebajas aliviarán la cuesta de enero. Sin embargo, no se suelen tener en cuenta las consecuencias no sólo económicas, sino psicológicas que provoca el sentimiento de frustración por no poder comprar aquello que tanto se desea. Los psicólogos recomendamos autoreflexión y controlar los impulsos en momentos decisivos como la Navidad y las rebajas.

La compra compulsiva ¿Que es?
La compra compulsiva, que consiste en el afán desmedido, incontrolado y recurrente por adquirir cosas no es un fenómeno exclusivo de fechas como la Navidad, en las que la insistencia de la publicidad comercial y la tradición consumista podrían explicar un cierto aumento de los gastos.

es una adición en toda regla, más común de lo que la gente pueda pensarse. Es un impulso irreprimible, un acto poco consciente, del que después nos arrepentimos porque compramos cosas inútiles o gastamos más de lo que podemos.

A través de anuncios, ofertas y promociones, se llegan a crear determinadas necesidades en el consumidor bajo la premisa de que lo material da la felicidad. Es así como la compra compulsiva irrumpe en navidad y favorece la adquisición de productos u objetos que, en muchos casos, apenas unos meses después acabarán en el fondo del armario o en el cubo de la basura. En este sentido en Navidad, el deseo de comprar se desencadena porque una parte de las fiestas está enfocada desde el punto de vista del consumo, lo que lleva a realizar compras innecesarias que de otra forma no se harían.
El problema es que los gastos no acaban en diciembre. Tras unos días de dispendios considerables llegan las rebajas, que se intentan aprovechar para compensar los gastos navideños. Las compras en esta época sí que suponen un comportamiento totalmente compulsivo que tiene que ver con compras innecesarias, porque pensamos que vamos a ahorrar. Se adquiere bajo la trampa de pensar que va a resultar muy bonito y barato.
Los expertos aseguran que esta tendencia está también relacionada con la propia inseguridad del consumidor, en ocasiones dominado por el afán de convertirse en el más guapo o el mejor vestido, a la vez que se esfuerza por demostrar su poder adquisitivo o mantener su posición en el círculo de amigos. En una sociedad donde se realza tanto la estética, se considera imprescindible ser el "más guapo".
Los publicistas se defienden y rechazan las críticas. Argumentan que su trabajo está dirigido a hacer más cómoda la vida del consumidor, quien a veces necesita que le “recuerden” las ventajas de determinadas compras. “Marketing no es sinónimo de engaño, sino una disciplina con la que se pretende fomentar el consumo y crear atracción sobre el producto”, dicen los expertos.

Consecuencias
Además de llenar nuestros armarios y vaciar el monedero, las compras compulsivas acarrean otra serie de consecuencias para las que no siempre estamos preparados. Así, el no poder regalar a familiares y amigos lo que desean puede suponer para el individuo un motivo de tristeza tan importante que no es difícil que pronto aparezca un gran sentimiento de frustración.
Los psicólogos advertimos de que esta circunstancia afecta sobre todo a las personas más vulnerables y con una situación económica modesta, para los que ocupar y mantener un buen estatus social es fundamental. Se trata de quienes se rigen por el refrán ‘tanto tienes, tanto vales’, y que ven las compras como una señal de identidad porque creen que son lo que compran. Si lo que compran no les coloca en la posición que persiguen puede aparecer un estado de frustración. Son las compras compulsivas las que pueden llevar a esa situación, no lo contrario: el no comprar alienta el deseo de hacerlo, pero no llega a frustrar. Ese sentimiento aparece más bien cuando las compras no cubren las expectativas.
En el caso de los niños, el problema es aún mayor cuando el pequeño se convierte en el único de sus compañeros que no viste una determinada marca o que no tiene el último disco de su cantante preferido. Es entonces cuando se crean muchos sentimientos de frustración individual y se enseña, desde edades muy tempranas, a seguir una tendencia consumista. Los niños no quieren unas zapatillas que no sean de marca porque todos sus compañeros las tienen de marca.
Según un informe publicado por el Worldwatch Institute bajo el epígrafe “La situación del mundo 2004”, el impulso consumista se genera para dar respuesta a una necesidad ante un estímulo constante, lo que supone que buena parte de los gastos no están justificados, sino que, en realidad, contribuyen a crear problemas como la obesidad o el endeudamiento. Se deberían fomentar más valores como la amistad.

Controlar los impulsos


Por lo general, las mujeres tienen más tendencia a gastar que los hombres, aunque la necesidad de controlar los impulsos consumistas resulta imprescindible en ambos casos. Y es que el marketing y la publicidad suelen ser creadores de tendencias a las que se suman una gran mayoría que no distingue entre sexos.
Por ello la autorreflexión constituye, según estos expertos, el primer paso para encontrar salida a una situación que, si no se remedia desde el principio, puede convertirse en una enfermedad patológica que ya afecta al 3% de la población europea y a partir de la cual el individuo no puede evitar acercarse a un comercio para comprar.

Aprender a gastar con sensatez
Además del control de los propios impulsos, hay otras medidas cuya puesta en práctica puede reducir el uso de la tarjeta de crédito. Ayuda, por ejemplo, la elaboración de un presupuesto previo en el que limite el gasto que se puede realizar sin poner en peligro la economía doméstica o distinguir entre compras las justificadas y las que no lo están.
Además, al ir de compras conviene llevar una lista de los artículos que queremos adquirir y se recomienda evitar comprar en momentos de euforia o desánimo, ya que determinadas situaciones psicológicas favorecen la compra irracional.
También es importante ser consciente de que la reducción en el precio de algunos productos no conlleva la reducción en el precio de todos, no dejarse llevar por las tentaciones, controlar lo que se gasta –se puede utilizar una calculadora para sumar cada nuevo producto que cae en el carro– y no sentir vergüenza por salir sin comprar nada.
En el caso de los juguetes, una buena medida es la adquisición de artículos que no contengan pilas ni requieran el uso de electricidad, y, si esto resulta imposible, habrá que asegurarse de apagar los juguetes cuando no sean utilizados por los pequeños o controlar el tiempo que pasan “enchufados”.

Por último, conviene evitar las compras de última hora, cuando los precios están más caros y las aglomeraciones hacen que se hagan las compras de forma rápida y descuidada. Recurrir al transporte público en lugar del vehículo privado, no siempre fácil de aparcar; aprovechar las rebajas para comprar lo que no sea estrictamente necesario y saber con certeza qué es lo que queremos, son también factores clave para que la Navidad sea realmente una época de fiesta y felicidad.

Las compras compulsivas como patología

El ansia por comprar puede jugarnos malas pasadas. Lo que empieza siendo un placer se convierte en una auténtica pesadilla cuando se hace compulsiva y nos lleva a endeudarnos. Para conseguir paliar sus devastadoras consecuencias, se impone un cambio de hábitos.

Nuestros gastos superan nuestros ingresos
.

No sabemos en qué se nos va el dinero. Llenamos los armarios de compras inútiles que no utilizamos. Hacemos compras de las que luego nos arrepentimos. Recibimos el extracto de la tarjeta de crédito y nos asustamos con el volumen de gasto que hemos generado. No podemos recordar dónde y cuándo hicimos el gasto... Éstas son algunas señales de alarma que nos indican que gastamos demasiado. Aunque en nuestra sociedad actual el comprar por el placer de comprar es algo habitual, los psicólogos coinciden en afirmar que se trata de una patología que muchas veces esconde desórdenes del comportamiento: una personalidad caprichosa, baja autoestima, ansiedad, deseos de ser admirados, envidiados y deseados, de mejorar socialmente.Según el Informe Europeo sobre adicción al Consumo, una tercera parte de los ciudadanos de la UE tiene serios problemas de autocontrol y entre el 1 y el 5 por ciento, son adictos a las compras. Lo que en un principio parece ser un acto voluntario y sin consecuencias graves, puede crear situaciones conflictivas: endeudamiento, ruptura del equilibrio personal y familiar, crisis de pánico. E incluso, llegar aún más lejos, si quedamos atrapados en esta conducta repetitiva y terminamos creando una auténtica adicción. La mayoría de las veces se debe simplemente a hábitos que hemos aprendido y que también podemos aprender a modificar para poder vivir de una manera que nos permita gastar nuestro dinero de una forma sensata.

Cambio de hábitos
Este cambio de hábitos pasa, en primer lugar, por buscar conductas alternativas. Si, por ejemplo, nos hemos acostumbrado a pasar las tardes mirando tiendas de ropa por huir de la soledad o combatir el aburrimiento, una solución sería apuntarse a un curso o practicar algún deporte.También es importante marcarse objetivos intermedios y realistas. De nada sirve decir: “No vuelvo a entrar en una tienda”. Si estamos acostumbrados a gastar medio sueldo en ropa todos los meses, poner un límite razonable a nuestro presupuesto en ese apartado. Disfrutaremos más y mejor con las compras realizadas. Ayuda igualmente, no dejarse llevar por el impulso del momento: si vemos un objeto que nos gusta, no comprarlo en el acto. Darnos unos días y si nos interesa de verdad, volver a comprarlo. Los consumidores suelen comprobar que una vez fuera del establecimiento, han olvidado su deseo de comprar. El uso de un talón que facilita mucho el pago y a veces evita el goteo que se genera cuando se lleva dinero en efectivo en el bolsillo, se debe procurar, en la medida de lo posible, no pagar siempre con la tarjeta de crédito. Uno de los peligros de la tarjeta es que provoca un oscurecimiento del gasto y lleva a la falta de recuerdo de la compra.
Terapia de inundación

Un procedimiento que se utiliza para algunos casos es “de inundación” y que se utiliza en las terapias de grupo con personas que tienen una gran adicción a pasar largas horas en los centros comerciales. Consiste en una exposición intensa y prolongada a los estímulos, impidiendo la respuesta que se quiere evitar (en este caso, las compras compulsivas). El grupo permanece todo un día paseando por las distintas plantas de un gran almacén sin comprar nada —explica Javier Garcés—. Al cabo de unas horas, nace un deseo de salir del centro y una reacción de rechazo que evita cualquier deseo de volver a entrar en el mismo. Esta estrategia de inundación se aplica siempre con un asesoramiento psicológico adecuado.

Cuando deben sonar las alarmas para pensar que podemos estar en esta situación

  • Cuando nos sentimos tristes, deprimidos o enojados, lo único que nos calma es ir de compras.
  • Compramos con frecuencia cosas poco útiles, que después nos arrepentimos de haber adquirido.
  • Tenemos la casa llena de artículos que no hemos usado y que nos resultan inservibles.
  • Nos precipitamos a la hora de comprar, porque no podemos controlar nuestros impulsos.
  • Del entorno familiar y de amigos nos llegan mensajes críticos con nuestra desmedida afición a comprar.
  • Aun a pesar de haber comprado muchas cosas o haber realizado un gran gasto, nos sentimos insatisfechos cuando reflexionamos en casa sobre los objetos adquiridos.
  • Vemos que se nos va el dinero sin darnos cuenta, y a menudo estamos irritados por haber gastado el dinero tontamente.
  • Cuando vemos algo que nos gusta, no paramos hasta comprarlo.
  • Adquirimos productos "milagro" que intuimos o sabemos inútiles.
  • Cuando recibimos el extracto de la tarjeta de crédito, nos sorprende sobremanera la cantidad e importe de las compras que hemos hecho.
  • Nuestro tiempo libre lo dedicamos preferentemente a visitar los centros comerciales o ir de escaparate en escaparate.


  • Si soy un comprador compulsivo. ¿Qué puedo hacer?
  • Piense qué quiere, qué le pasa, cómo se encuentra y busque qué alternativa existe, distinta de la de ir de compras. Recupere viejas aficiones o incorpore nuevas, y cultive sus amistades.

  • Hable de su problema con personas de su entorno o con aquellas que lo hayan superado.

  • Antes de salir de compras, redacte minuciosamente una lista con el propósito firme de no salirse de ella. Cada nuevo producto debe tener su propia justificación.

  • Compre con dinero en metálico y deje su tarjeta de crédito en casa.

  • Antes de comprar algo, piense en la utilidad que va a darle y si no la tiene, desista de su intención inicial.

  • Revise semanalmente la marcha de su economía, el listado de gastos y en qué se han producido. Subraye en rojo los gastos inútiles o poco justificados.

  • Si algo le gusta, no lo compre de inmediato, concédase unos días, coméntelo con alguien y, posteriormente, decida.

  • Si está convencido-a de que no puede superar su adicción o ha fracasado en varios intentos, acuda al psicólogo.

  • La empresa no es fácil, pero recuerde que cada vez que controlamos impulsos irracionales que nos perjudican y los vencemos, hemos conseguido una victoria que nos hace más libres. Las adicciones nada tienen de bueno y cuando las vencemos a base de inteligencia, voluntad y esfuerzo, reafirmamos nuestra personalidad y mejoramos nuestro equilibrio emocional y calidad de vida.





  • domingo, 2 de diciembre de 2007

    ¿Ha sido este tu año?: Balance de los últimos 365 días de tu vida....


    Durante el último mes del año, cuando terminan las clases en los colegios, en las universidades, se cierran los balances en las empresas y la gente comienza a hacer sus compras para las Fiestas, muchos se detienen a hacer un balance de lo que significó el año anterior para sus vidas. También hay quienes se proponen metas para el nuevo año. Mucha gente me pregunta si esto es bueno , la respuesta es SI! 
    Esta es la pregunta que este mes -todos los años- comenzamos a hacernos cada uno de nosotros cuando se acerca la noche del 31 de Diciembre y nos disponemos a acabar un año con sus proyectos, frustraciones y logros. Es el momento en que evaluamos si un año ha sido bueno y productivo, o malo. Un buen balance siempre debe estar estar ligado a la realidad posible, a la realidad que uno vive.
    Sobre todo en esta época del año, cuando el almanaque se muestra más flaco que nunca, los complejos vitamínicos se venden al por mayor y las ojeras trabajan horas extras. En un movimiento rápido, pero sigiloso, diciembre ha empezado a desfilar entre nosotros y eso, en vez de seducir, ha encrespado los bigotes y los maquillajes de más de uno. La visualización de un año que se acaba nos pone en guardia casi sin darnos cuenta, como si nuestro reloj interno nos avisara de que hay otro año más.

    Mezcla de emociones
    Sucede que el último mes del año no sólo acarrea un calor de otro mundo y la colorida invasión de luces, villancicos, adornos rojos y verdes. Diciembre es, más bien, sinónimo de una complicada mezcla de emociones, en la que se combinan la nostalgia por el tiempo que se despide, la ansiedad por el que llega, el cansancio por las actividades realizadas y la prisa por concretar las pendientes.
    Generalmente, la apreciación de que el año tiene un inicio y un final provoca que se considere a diciembre como el tiempo límite en la consecución de las actividades educativas, laborales y profesionales, empresariales, emocionales, amorosas y cotidianas, entre otras.
    Esta inevitable conciencia del fin de una etapa trae apareada otra acción propia de la época: el balance del fin de año. Es el momento en que evaluamos si un año ha sido bueno y productivo o malo e improductivo, deciamos antes.

    Coherencia
    La necesidad de un repaso por nuestra vida -repaso por cierto que hacemos todos consciente o inconscientemente- responde a la necesidad subjetiva de evaluar aciertos y errores. Ligado a una sincera autocrítica, el balance puede ayudar a la rectificación de algunos comportamientos y por eso, tiene importancia psicológica, social y familiar. Sin embargo, la experiencia muestra que muchas veces, cuando evaluamos el año, las promesas de cambio sustituyen mayoritariamente a lo que realmente se hace y tenemos la oportunidad de evaluarlo al año siguiente.La revisión de las cosas buenas y malas que han ocurrido durante el año que se va, provoca no solamente que las personas miren hacia atrás sino también que se propongan proyectos a concretar en el tiempo simbólico que se inicia. Sin embargo, eso puede resultar difícil teniendo en cuenta que la mezcla de emociones y cansancio domina a los sujetos durante esta época del año y que todo se percibe con una sensibilidad especial.
    ¿Existe alguna forma de hacer un buen balance?
    Todo balance siempre es preparatorio de futuras acciones. No tendria sentido el balance si no nos proponemos cambiar con los resultados que tenemos. Por eso los resultados no han de confundirse con nuestros deseos. Lo que se estima como buen balance se refiere a si está claramente ligado a la realidad que vivimos, no sólo a los anhelos personales. Así será más posible abordar las nuevas metas. En tal sentido, es creíble que tiene mayor posibilidad de éxito la persona que guarda coherencia entre lo que piensa, dice y hace. Alguien que distingue el creer del querer. Aquellas personas que no parten de este análisis se crean una realidad ficticia que dificulta muchísimo su bienestar psicológico. Aquellas personas que crean una realidad artificial -fantástica muchas veces- sobre sus logros personales, laborales, económicos y/o afectivos tendrá mucho más lejana la felicidad futura. Es más seguir por ese camino puede llevarle a un trastorno. Así es que ojo con las fantasías sobre la vida. Una cosa son los sueños y otra muy distinta las realidades.Pero las personas reviven aquello que ya pasó y, sobre todo, lo que quedó sin realizar. Eso puede provocar un sentimiento de pérdida y, a veces, hasta de impotencia y de rabia.Pero hay que subrayar la necesidad de que, en el balance de fin de año, la persona se reconozca siempre como humana y de que no sea muy severa consigo misma. Generalmente, los adultos tienden a repasar sus fracasos con una actitud muy crítica, que no les es favorable. No ocurre lo mismo con los jóvenes, cuyos análisis se van al otro extremo, mucho más permisivos consigo mismo.
    En vez de tomar una u otra postura, la persona debe reconocer sus fuerzas, capacidades y seguridades. ...Y más que nada, alumbrar su balance con la luz de la esperanza, que es la que en definitiva nos dará el empuje para formular los planes para el tiempo que viene.


    ¿Cómo dejar atrás los malos momentos y seguir adelante?
    Los malos momentos son los efectos directos y diferidos de determinados acontecimientos. Se debe distinguir si somos portadores involuntarios de su conservación. Porque a veces, cuando creemos haberlos dejado, volvemos a encontrarlos adelante.

    Detenerse a pensar y a mirarse a sí mismo es algo que muchas personas no están dispuestas a hacer, porque tienen temor.

    Y es un extraordinario ejercicio. Pensar y abordar los pros y los contras, hacer una lista con ellos, viendo las ventajas y los inconvenientes de un cambio, sabiendo la importancia que le damos a cada una de las cosas que suceden si tomamos una decisión u otra, si avanzamos por un camino u otro. Si nos proponemos algo o no. Si nos dejamos llevar por las circunstancias de nuestra vida o introducimos algún cambio para mejorar o para cumplir un sueño.
    No hacerlo a veces refleja un miedo -que es normal, adaptativo- pero que nos paraliza si no actuamos.

    ¿Cuál cree que es la mejor manera de plantear los proyectos futuros y los asuntos pendientes?

    Cuando no consideramos si los proyectos efectivamente tienen una forma realista de llevarlos a cabo, tiene un asidero desde donde agarrarlos y después no los podemos realizar, es muy posible que lo percibamos como un fracaso personal. Así, sentiremos que vivimos fr acasando cuando en realidad existían grandes dificultades o directamente una imposibilidad de hacer la cosa que nos habiamos propuesto.
    Es importante saber que no hay que forzar los proyectos con una exigencia formal de uan fecha determinada. Estos se priorizan naturalmente, de van dando por maduros.... No sirve de nada decir el 1 de Enero cambio de trabajo, saldré al extra
    njero, tendré pareja, me divorciaré... Sólo aquellos que conlleven conflictos que inviten a su postergación permanente y sostenida para ponerlos en práctica son a los que hay que ponerles un límite, una vez madurados.... ya que de no hacerlo estaremos siempre con un conflicto permanente que nos nos dejará ser felices.Los temas pendientes son expresión directa de lo dependientes que somos. La posibilidad de concluir con ellos es, luego de una reflexión no eterna, decidir. Esto ofrece un alivio marcado y ayuda a comprender que las demoras residen en creer que los problemas se solucionan cuando en realidad se superan. No olvidemos que siempre tiene mayor posibilidad de éxito la persona que guarda coherencia entre lo que piensa, dice y hace.
    Un ejemplo de balance y propósitos
    El director de una fábrica de cerveza, por ejemplo, se había propuesto una meta en 2007 y pudo cumplirla: volver a cantar después de 23 años, y ofrecer un recital con el grupo que integró en aquella época. Era todo un desafío, porque ya había perdido contacto con los demás y algunos viven en otras provincias españolas.
    “Uno vive poniendo excusas para dejar de hacer ciertas cosas y se escuda en las obligaciones, en la falta de tiempo. Hace un año me planteé qué es lo que yo quería hacer y tenía postegrado -recordó-. La música es algo que a uno le llena mucho la vida, pero yo la había dejado a un lado por completo. Reconocí que me estaba privando de disfrutar lo que me gustaba”.
    A pesar de las dificultades, en marzo emprendió la tarea. Pudo retomar el contacto con sus colegas y les contagió el entusiasmo. En noviembre pasado se produjo el emotivo concierto “¿Para qué cantamos?”, que reunió en el escenario de su pueblo a todos y todas los que cantaban. Rindieron homenaje a un integrante fallecido y recibieron una calurosa acogida del público.
    “Cambiar de actitud ante la vida no es dejar lo que tenemos, sino mirarlo con otros ojos. Al tiempo para realizar otros proyectos se le obtiene organizándonos mejor. Uno pierde mucho tiempo en cosas que no son importantes”, opinaba nuestro protagonista.

    Balances y propósitos

    Cuando un año se termina, uno puede reconocer qué logró o no de lo que se había propuesto. Aquello que pasó ya no se puede cambiar, de modo que la gran pregunta es: ¿Qué tengo para aprender? ¿Estoy dispuesto/a a aprender de lo que he vivido?

    Esta época - ya lo hemo
    s dicho- es propicia para hacer un balance. No desde una crítica destructiva o descalificadora de lo logrado, sino agradeciendo los logros y haciéndome responsable de lo que faltó. Aceptar, entender y perdonar. Si no puedo hacer eso, en vez de quedarme mirando para el futuro termino el año mirando para el pasado. Cuando vivimos la vida mirando para atrás nos pasan cosas distintas que cuando miramos para adelante.

    Hay personas que cuando terminan el año salen corriendo de vacaciones para tratar de no parar la acción y no tener que detenerse a pensar. Y no paramos para no mirarnos, por miedo de que no nos guste aquello que veremos en nuestro análisis. O bien no confiamos en que lo podamos cambiar. Si miráramos con apertura, podríamos generar un estado de ánim
    o que nos permitiera aprender.
    Los expertos opinan con frecuencia que a menudo las personas no saben disfrutar de los logros. Es otro problema de personas que no se paran a analizar los logros obntenidos y saborearlos. Eso impide generar más entusiasmo. Uno crea la vida que quiere a partir de un estado de ánimo que tiene que ver con la ambición, con la pasión y las ganas de hacerlo. Si uno piensa que todo va a seguir igual y que no puede hacer mucho más, o si lo paraliza el miedo de perder lo que tiene, termina haciendo más de lo mismo.
    Y la rutina y la desidia comenzarán a apoderarse de su vida. O bien adoptar una mortecina costumbre de "vivir por vivir".

    Construir el futuro
    Si uno vive la vida desde la celebración, es capaz de mirar los logros que obtuvo este año y sentirse satisfecho con lo que consiguió. A la hora de pensar en los proyectos para el año próximo, estará dispuesto a correr más riesgos y a jugar más grande. De una experiencia positiva se puede avanzar hacia otra también positiva.

    Habitualmente construimos el mundo que queremos en función de modelos o de puntos de vista preestablecidos. Los puntos de vista o los modelos preestablecidos nos permiten construir, pero también nos limitan, nos encorsetan. Es necesario eliminar los rígidos prejuicios sobre la realidad. Si tengo la mirada de otros observadores puedo ampliar mi hacer con distintas posibilidades para las cuales yo estoy ciego. Compartir nuestros análisis y nuestras propuestas futuras también es un buen método. Si yo le presto mis ojos a alguien, va a poder mirar mucho más de lo que no veía...y viceversa. Es un buen método para hacernos reflexionar sobre nuestros postulados previos ante cualquier situación futura. No te encierres para interpretar...
    Todo cambia con el tiempo en nuestra vida: lo que ayer pusimos en nuestro balance en la columna del haber puede cambiar hoy a la del debe (el ansiado nuevo trabajo ha podido acabar en un despido, el deseado enlace ha podido acabar en divorcio, por ejemplo). Y es que la vida de una persona siempre tiene tres columnas: lo que quiso ser (anhelos, sueños,´etc), lo que creyó ser (visión de ti mismo/a realista o fantástica) , y lo que finalmente es (la realidad....)
    .

    Esta contabilidad de triple entrada, este trabajo de construir o reconstruir nuestra vida –hacia atrás o hacia delante pues la construcción implica pasado y presente- no es algo de fin de año: debería ser algo de todo el año. Debería ser un proceso permanente de análisis de hacía donde vamos y de donde venimos. Si nos pasamos la vida mirando hacia otro lado, haciendo el “yo no fui arquitecto de mi propio destino, nada tengo que ver con lo que me pasa”, el balance será negativo. El destino está en nuestras manos, en buena medida, partiendo de nuestras posibilidades, capacidades y expectativas.


    Tampoco sirve para nada pretender ignorar los momentos difíciles en la vida de cada uno en estos 365 días. Si perdimos a seres queridos, por ejemplo, esas pérdidas pasan a estar dentro de nosotros, no podemos intentar desecharlas. Es mejor incorporarlas como el necesario homenaje ofrecido a la memoria: de nuestros muertos, de nuestros viajeros, de nuestras enemistades (siempre amistades añoradas), de nuestra expareja. Es así como podemos continuar.
    De ahí que estos tiempos del año pongan sensibles a muchos ¿Por qué no? No hay que negarse a esa sensibilidad. El peligro es negar todo balance y correr a consumir todo lo que se nos pone por delante en estos días de ofertas muy variadas. Ese consumo como terapia ahogará el balance de triple columna: de lo que soñamos ser, de lo que imaginamos que somos y de lo que somos en realidad. Es preciso saber que luego de entregarnos a ese consumo compulsivo seguramente estaremos más tristes aún.
    Apostar al compromiso responsable con nuestros deseos, negarse insistentemente a la tentación de fracasar, reclamar la injerencia en el destino de los que nos rodean, permitirse la memoria inclaudicable de las pérdidas sufridas, será siempre el mejor final y aún mejor inicio de año. Por ahí no obtendremos “felices fiestas” sino acaso “realistas fiestas”, lo que será todo un logro, para mucha gente que de verdad no logra ver en estas fechas la felicidad. Vaya para ellos nuestro apoyo a través de estas páginas digitales. El 20... será ya un año distinto.
    Cuéntanos en tus comentarios cual es tu balance del año que ha pasado y cuales son tus propósitos para el año siguiente , escríbelos, compártelos, y deja que los demás los comenten , te ayudará a conseguirlos....

    Entrada destacada

        Saber enfrentar lo que venga: ¡No Te Rindas! Tu Guía Definitiva para ser un crack de la Resiliencia  Introducción: ¿Qué es la Resilienci...