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domingo, 20 de enero de 2008

Decir la verdad: la sinceridad

Decía Ghandi que "La verdad nunca daña una causa que es justa"

Hemos visto ya lo que significa la mentira en el ser humano. le hemos dedicado un capitulo de este blog a las mentiras que podéis consultar (pinchar aquí en mentiras) Ahora vamos a abordar la verdad, lo contratio que la mentira, su antítesis, su significado... Decíamos que "La mentira es una forma de eludir la realidad y por tanto la responsabilidad que tendría el afrontar la verdad de alguna cosa. Muchos trastornos psicológicos llevan asociada la mentira como forma de evitación de circunstancias". La expresión máxima de ella seria la mitomanía: aquellos que inventan una realidad totalmente ficticia, que representan a su propio personaje y mienten para mantenerlo.

Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la verdad, esto que parece tan sencillo, a veces es lo que más cuesta trabajo. Utilizamos las "mentiras piadosas" en circunstancias que calificamos como de baja importancia, donde no pasa nada: como el decir que estamos avanzados en el trabajo, cuando aún no hemos comenzado, por la suposición de que es fácil y en cualquier momento podemos estar al corriente. Obviamente, una pequeña mentira, llevará a otra más grande y así sucesivamente... hasta que nos sorprenden y corremos el riesgo de perder la credibilidad.

Al inventar defectos o hacerlos más grandes
en una persona, ocultamos el enojo o la envidia que tenemos. Con aires de ser "franco" o "sincero", decimos con facilidad los errores que comenten los demás, mostrando lo ineptos o limitados que son.

No todo esta en la palabra, también se puede ver la Sinceridad en nuestras actitudes. Cuando aparentamos lo que no somos, (normalmente es según el propósito que se persiga: trabajo, amistad, negocios, círculo social...), se tiene la tendencia a mostrar una personalidad ficticia: inteligentes, simpáticos, educados, de buenas costumbres... En este momento viene a n
uestra mente el viejo refrán que dice: "dime de que presumes... y te diré de que careces"; gran desilusión causa el descubrir a la persona como era en la realidad, alguna vez hemos dicho o escuchado: "no era como yo pensaba", "creí que era diferente", "si fuese sincero, otra cosa sería"...
Cabe enfatizar que "decir" la verdad es una parte de la Sinceridad, pero también "actuar" conforme a la verdad, es requisito indispensable.

El mostrarnos "como somos en la realidad", nos ha
ce congruentes entre lo que decimos, hacemos y pensamos, esto se logra con el conocimiento y la aceptación de nuestras cualidades y limitaciones,

En ocasiones faltamos a la Sinceridad por descuido, utilizando las típicas frases "creo que quiso decir esto...", "me pareció que con
su actitud lo que realmente pensaba era que ..." ; tal vez y con buena intención, opinamos sobre una persona o un acontecimiento sin conocer los hechos. Ser sincero, exige responsabilidad en lo que decimos, evitando dar rienda suelta a la imaginación o haciendo suposiciones.

Para ser sincero también se requiere "tacto", esto no significa encubrir la verdad o ser vagos al decir las cosas. Cuando debemos decirle a una persona algo que particularmente puede incomodarla (pensemos en cosas como: su modo de vestir, mejorar su lenguaje, el trato con los demás o la manera de hacer y terminar mejor su trabajo), primeramente debemos ser conscientes que el propósito es "ayudar" o lo que es lo mismo, no hacerlo por disgusto,
enojo o porque "nos cae mal"; enseguida encontrar el momento y lugar oportunos, esto último garantiza que la persona nos escuchará y descubrirá nuestra buena intención de ayudarle a mejorar.

En algún momento la Sinceridad requiere valor, nunca se justificará el dejar de decir las cosas para no perder una amistad o el buen concepto que se tiene de nuestra persona. Si por ejemplo, es evidente que un amigo trata mal a su esposa o a sus empleados, tenemos la oblig
ación de decírselo, señalando las faltas en las que incurre y el daño que provoca, no solamente a las personas, sino a la buena convivencia que debe haber.

La persona sincera dice la verdad siempre, en todo momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán. Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso.

Al ser sinceros aseguramos la amistad, somos honestos con los demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra conducta y nuestras palabras. A medida que pasa el tiempo, esta norma se debe convertir en una forma de vida, una manera de ser confiables en todo lugar y circunstancia.


La sinceridad es la virtud de la franqueza, es el amor y el respeto por lo veraz. La persona sincera actúa siempre de buena fe y mantiene una coherencia entre sus palabras y sus actos. Es contrario a la mentira, a la duplicidad y a la hipocresía. Hay ocasiones en las que no nos gusta lo que oímos del amigo sincero, pero si tienes la suerte de contar con una amistad así, cuídala, es una joya. Aunque a veces se equivoque, nos haga daño y parezca injusto, porque, obviamente, la sinceridad excluye la mentira no el error. Puedes cometer tambien un error no siendo sincero...luego pensarlo bien...y afrontarlo con honestidad y sinceridad, sacando las causas que te llevaron ano decir en primera instancia la verdad, a cometer el error.

La sinceridad en la pareja
El mundo de la pareja y la sinceridad es otro ámbito donde también hay muchas teorías y preferencias. Casi siempre los estudios parecen coincidir en que la comunicación sincera en la pareja es fundamental. La sinceridad, la lealtad y la honestidad son valores que hombre y mujer reclaman en las relaciones de pareja como un pilar fundamental de las mismas. Incluso hasta la mayor fluidez en la comunicación de la pareja no servirá para nada si no hay sinceridad. Un principio irrenunciable para la pareja: la sinceridad. Cuando falta provoca negatividad, desconfianza, recelo, falta de comunicación y en muchos casos ruptura o problemas mayores de diversa índole. La falta de sinceridad es, de hecho, una falta de respeto a la persona. Y cuando en la pareja falla el respeto la evolución del problema puede adquirir dimensiones realmente preocupantes, hasta el punto de distorsionar el propio concepto de pareja. Una relación sin confianza mutua no va a ninguna parte. No una confianza ciega sino racional. Si no tenemos motivos reales o probados para desconfiar, agobiar a nuestra pareja con nuestros miedos o inseguridades la apartará de nosotros. La falta de confianza enrarece las relaciones y hace difícil la convivencia.
El que es objeto de sospecha o acoso (ver capítulo de celos) suele acabar desenamorán
dose porque la actitud de su pareja le impide disfrutar de las cosas más simples; para no crear situaciones incómodas acaba renunciando a muchas cosas. Pero la persona que desconfía también sufre mucho y puede pasar fácilmente del amor a la obsesión. La solución a este problema pasa por la comunicación.
Reproduzco a continuación la reflexión de una persona que me ha hecho llegar sus reflexiones al respecto a través del Blog: "...ha de existir en todo este ámbito de la pareja la vida privada de ella, la vida privada de él y la vida en común. Al principio, cuando esta en el climax la pasión y el enamoramiento, uno desea compartir todo con el otro, pero ésto no funciona a partir de un momento dado, y es necesario saber que debe existir una parcela privada que puede o bien ser compartida o no a la hora de hablar sobre ella de una manera profunda y sincera. Siempre y cuando se vaya a obtener comprensión absoluta, se puede compartir, pero ésto es bien difícil, ya que cada persona es un ser humano diferente y la comprensión absoluta dificilmente se obtiene. Desde muchos puntos de vista "es aquello que no hace sufrir al otro", que es lo que pasa cuando no se puede obtener comprensión. Otra cosa es abusar de ésto y convertir la vida en común en una omisión contínua de pensamientos, sentimientos y hechos. El término medio es difícil de obtener, pero con la mano en el corazón y teniendo en cuenta la personalidad y manera de ser del otro, se pueden llegar a muy bueno acuerdos sobre el respeto en las parcelas privadas del otro. Hablar sobre crudas realidades, pensando que la persona es sincera a veces puede ser producto de una agresividad de fondo contra el otro, hay verdades difíciles de asumir y que provocan mucho dolor, habla
r sobre ellas despreocupadamente pensando que una es muy sincera a veces puede ser el desencadenante de un desencuentro que deja una herida y que puede marcar un antes y un después en la relación de pareja".
Es una reflexión práctica y empírica sobre como mantener la sinceridad sin herir al otr
o. Esta regla que adopta una persona puede no ser la regla de la sinceridad en la pareja. Como se dice habitualmente cada pareja es un mundo. la regla de oro es el pacto de comunicación y de sinceridad que de forma explícita se ha de llegar entre los dos miembros. A veces temas como un gasto extra, el que un compañero/a de trabajo se haya insinuado, un problema con un hijo , se esconden de manera absurda ...ya que podrían ser compartidos perfectamente. El esconderlo refleja muchas veces un problema más serio de comunicación que habrá de tratarse por un profesional especializado.
No obstante hay quien habla del término "sincericídio" como la persona que lleva hasta el extremo la sinceridad y su sinceridad le vale la muerte de su pareja.


Decir la verdad no significa que haya que decirlo todo. Hay que decir lo que se piensa pensando lo que se dice. La sinceridad no es salvajismo cruel que espeta la verdad, ni exhibicionismo impúdico, ni imprudencia. Todos tenemos derecho a callar, conviene no olvidar que cada persona es esclava de sus palabras y dueña de sus silencios. Hay ocasiones en las que se debe callar la verdad, así es cuando ésta lo único que puede acarrear es dolor y sufrimiento injusto o inútil a otra persona. Incluso pueden darse situaciones en las que uno no sólo tenga que callar y ocultar la verdad, sino mentir. A veces la mentira es el mal menor que hay que elegir. La sinceridad, la fidelidad a lo verdadero no es un absoluto. Ninguna virtud es absoluta. Por eso, ser fiel a lo verdadero no puede disculparnos de ser infiel a la compasión y al amor, a la amistad verdadera.

A veces se habla de las mentiras piadosas, y de los que piensan que decir la verdad no es una regla insalvable. Son los que piensan que a veces es mejor mentir. El problema es donde poner el límite. Y entrando por la puerta de la mentira piadosa se llega a la habitación de la desconfianza. Pero también tenemos el otro extremo, las personas que prefieren la tranquilidad de su conciencia antes que evitar el sufrimiento del prójimo. Hay personas tan amantes de la verdad que tienen seco el corazón, son fanáticos de la verdad y no la supeditan ni a la compasión ni a la solidaridad. Seguro que alguna vez hemos tenido ocasión de atender a algunas personas moribundas, que piden la verdad a la que tenían derecho y hay que dársela por obligación; pero también hemos conocido a personas ya moribundas incluso que no querían saberla y que con los ojos nos piden que callemos o mintamos y así hemos de hacerlo (a mi entender) por compasión.

Mentir o decir la verdad a un paciente ¿Qué es mejor?


La visión tradicional de la medicina occidental indica que los médicos, al comunicarse con sus enfermos, deben apegarse a la verdad. Se considera que decir la verdad es obligación moral y biomédica fundamental. En cambio, en China, donde la familia es un núcleo social fuerte que suele proteger al individuo, la ética médica sostiene que los doctores tienen el deber de esconder la verdad, e incluso de mentir cuando sea necesario con tal de beneficiar al paciente y a la familia encargada del afectado.

Esa visión presupone que la parentela tiene el deber de cuidar a sus miembros cuando enferman porque las cargas, los dolores y las responsabilidades deben compartirse. En nuestra sociedad, la sabiduría del médico radica en encontrar la fórmula adecuada para cada paciente, tarea, por cierto, harto compleja.

Ambas posturas, la occidental y la china, son contradictorias. El primero, el occidental, y que se lleva a cabo sólo en las sociedades donde los médicos respetan "el valor" del enfermo como persona, afirma que los individuos son seres autónomos que tienen derecho a saber todo lo que acontece con su cuerpo. Dicha autonomía permite al doliente, en conjunto con su doctor y allegados, decidir que es lo que más le conviene. En esa situación, mentir implica no respetar la autonomía del enfermo.

En el segundo panorama -el sustentado por la moral confucionista- los galenos tienen obligación de "dosificar" la información e incluso de mentir cuando determinados datos podrían acelerar la enfermedad del afectado y precipitar la muerte, el suicidio, el aislamiento o deteriorar las relaciones familiares. Aunque ambos escenarios son veraces, plantean esquemas de conducta antagónicos, no sólo porque cada familia y cada enfermo son diferentes, sino porque los médicos también difieren entre sí.

En el papel y en el complicado mundo de la lógica occidental, la idea de decir la verdad parecería ser la correcta: los médicos deben ser veraces porque son honestos y porque los enfermos tienen derecho a saber todo lo que les sucede. Sin embargo, en "el otro papel", el de la realidad modificada por la enfermedad, las cosas son distintas: no todos los pacientes quieren saber qué es lo que les sucede, no todos tienen la capacidad de manejar esa información y no todos los galenos la transmiten adecuadamente ni abren las puertas para disipar las dudas que surjan en el futuro. El dilema es inmenso e interesante. El arte radica en saber qué es lo que cada paciente quiere conocer.

En más de una ocasión se escucha en la Facultad de Medicina la siguiente analogía de Platón: "El engaño debe ser entendido como una especie de medicina peligrosa, pero, en ocasiones, útil". De hecho, el mismo Platón consideraba que las únicas personas que tenían derecho a mentir eran los galenos, ya que ese acto podría considerarse una forma de tratamiento.

La idea previa toma cuerpo en la visión confucionista de la medicina, donde el galeno discute con la familia el diagnóstico y el pronóstico del paciente antes de hablar con el afectado. Si los seres cercanos lo consideran pertinente el médico tiene obligación de mentir al afectado, siempre y cuando este acto no sea en deterioro del interesado y la familia asuma el papel protector que le corresponde.

En nuestro medio, la enseñanza china se reproduce parcialmente en las clases socialmente desprotegidas. Es frecuente que los familiares de los pacientes, sobre todo cuando el diagnóstico es cáncer o enfermedades "graves", soliciten que no se transmita la información al interesado, pues suelen estar convencidos que será en deterioro de su ser querido. En otras sociedades, como la estadounidense, el peso de la enfermedad lo lleva el enfermo y "un mínimo" de allegados.

¿Se debe decir la verdad a un niño adoptado?

Los padres de un niño adoptado se preguntan si deben decir al niño que él o ella es adoptado y cómo y cuándo deben de hacerlo. Ellos también desean saber si existen problemas especiales para su hijo.
Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que sean los padres los que le informen al niño acerca de la adopción. Muchos expertos opinan que se le debe de informar al niño cuando es pequeño. Este enfoque le da al niño, a una edad temprana, la oportunidad de poder aceptar la idea e integrarse al concepto de haber sido "adoptado". Otros expertos creen que el hacerle esta revelación al niño a una edad muy temprana puede confundirlo, ya que éste no puede entender el evento. Estos expertos recomiendan que se espere hasta que el niño sea mayor.

La adopción no es mala ni tampoco vergonzosa

En ambos casos, los niños deben de enterarse de su adopción de boca de sus padres adoptivos. Esto ayuda a que el mensaje de la adopción sea positivo y permite que el niño confíe en sus padres. Si el niño se entera de la adopción, intencional o accidentalmente, de boca de otra persona que no sea uno de sus padres, el niño puede sentir ira y desconfianza hacia sus padres, y puede ver la adopción como mala o vergonzosa, ya que se mantuvo en secreto.

Los niños adoptados querrán hablar acerca de su adopción y los padres deben de estimular este proceso. En las librerías hay excelentes libros de cuentos que pueden ayudar a los padres a explicarle al niño acerca de su adopción.

Reacción del hijo adoptado delante de la verdad

Los niños reaccionan de manera diferente al enterarse de que son adoptados. Sus emociones y reacciones dependen de su edad y de su nivel de madurez. El niño puede negarse a aceptar que fue adoptado y puede crear fantasías acerca de la adopción. Frecuentemente, los niños adoptados se apegan a la creencia de que los dieron porque eran malos o pueden creer que fueron secuestrados. Si los padres hablan con franqueza acerca de la adopción y la presentan de manera positiva, es menos probable que se desarrollen estas preocupaciones.

Todos los adolescentes pasan por una etapa de lucha por su identidad, preguntándose a sí mismos cómo ellos encajan con su familia, con sus compañeros y con el resto del mundo. Es razonable que el adolescente adoptado tenga un marcado interés en sus padres naturales durante esta etapa. Esta curiosidad expresada es común y no quiere decir que él o ella esté rechazando a los padres adoptivos. Algunos adolescentes pueden desear conocer la identidad de sus padres naturales. Los padres adoptivos pueden responderle al adolescente dejándole saber que es correcto y natural tener ese deseo. A los adolescentes que preguntan generalmente se les debe dar, con tacto y mediante una conversación dándole apoyo, la información sobre su familia natural.

Como decir la verdad: Una leyenda que nos enseña...

Una sabia y conocida anécdota árabe dice que en una ocasión, un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó a llamar a un Adivino para que interpretase su sueño.

Que desgracia Mi Señor! - exclamó el Adivino - Cada diente caído representa la pérdiida de un pariente de Vuestra Majestad.

- Que insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - Como te atreves a decirme Semejante cosa? Fuera de aquí !!!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Mas tarde ordenó que le trajesen a otro Adivino y le contó lo que había soñado.

Éste, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.

Iluminóse el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó le dieran cien monedas de oro

Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

- No es posible!, la interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Adivino. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Adivino - que todo depende de la forma en el decir, uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma como debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado.

Cuanta sabiduría hay en este mensaje, espero nos ayude a ser mejores comunicadores y poder expresarnos sin comprometer nuestra integridad, pero cuidando que nuestras palabras no dañen a los demás

¿Como educar a un/a niño/a a decir la verdad?

Veamos el siguiente vídeo educativo para los padres y madres donde podemos ver una explicación bastante útil para los progenitores.


Cual es su punto de vista sobre decir la verdad? es sincero? Que problemas le ha proviocado mentir? Y la sinceridad? Déjenos su comentario en el blog....ayudará a más gente.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola soy Sofia y necesito ayuda y rapido, no tengo mas de 4 dias desde hoy para actuar...
Estudio en Liceo aun, y me enamore de un joven que llamare Pablo, Pablo es nuevo este año escolar. Pablo tiene un mejor amigo,Diego, que estudia en mi grado desde el año pasado. Diego le confio a mi mejor amiga, Maria, que a Pablo le gustaba Ana. a mi me cae muy mal Ana, pero no he tenido problemas con ella desde el año pasado y actualmente esta fuera de mi pais, pero regresara pronto al Liceo. Mi mejor amiga, Maria, sabia que a mi me gustaba muchismo Pablo, asi que me conto lo que sabia para que no me ilucionara mucho. A mi eso me dolio muchisimo y busque consuelo y ayuda en otras amistades, diciendoles todo lo que sabia y sentia, incluso que Maria me habia dichco que Diego le conto que a Pablo le gustaba Ana... Paso mas de un mes y le hise algunas indirectas a Pablo de si le gustaba Ana, que es su vecina...y se puso triste y me dijo "Eso es lo que dicen" no lo entendi hasta el dia siguiente en el cual Pablo cambio su pupitre y lo alejo del mio... lo cual fue extraño... y en el siguiente recreo Maria me dijo que era una chismosa y que donde quedaba la confiansa que me habia dado, que como era eso de que chismie. Yo me quede aturdida mientras ella me decia calmadamente que Diego estaba enojado con ella, ya que el chisme que se rego fue "Maria le dijo a Sofia que a Pablo le gusta Ana, y Sofia se lo dijo a un monton de gente" eso no es verdad yo solo se lo confie a 4 amistades de mi grado, por que creia que podia contar con ellas, pero alguna chismeo yo les confese todo como un maximo secreto de amistad...pero eso no importa el punto es que ahora Maria quedo como una chismosa y ya no confia en mi. Lastime a Diego y en especial a Pablo... Y no se si hacer lo que Maria dice: mentir con una mentira excelente pero complicada, buena excusa para un chisme si lo pensamos bien...
La cosa es que ella supuestamente no tenia ningun motivo por el cual decirme el secreto... Pero si yo hablara con Pablo y le dijera que el me gustaba y que Maria si me conto lo de Ana, y explicarle todo como lo hago aqui con ustedes, quisas no seria tan malo y ni Maria ni yo quedariamos como chismosas... La unica afectada seria yo pero puedo soportar la verguenza de mis actos y pedirle perdon a estos dos hombres...a los cuales ya dañe...en cuanto a mi amiga, ni modo... el punto es: ¿Debo convertir en mentira una verdad? ayudenme porfavor

enricpp dijo...

Hola tengo que dirigir un debate sobre la sinceridad, buiscando en internet descubri esta pagina, sin ser amigo de psicologos, me gusto la estructura y como tratais el tema, agradezco buestro trabajo y pasare vuestra referencia porque creo que es muy util.
gracias un saludo Enric

Anónimo dijo...

zabez entre aqui buscando una especie de salida para mis miedos y para darle una solucion exacta a mi relacion pero tbm entendi que es un arte el saber decir las cosas .. no solo se deben soltar porque si ... graxia por colgar este blog

jennifer dijo...

hola soy jennifer y de verdad yo necesito ayuda estoy desesperada bueno tengo 22 años estoy en la universidad y la verdad no me ha ido muy bien nunca les he dicho nada a mis padres ahora etoy en un conflicto pues ellos creen que me voy a graduar este año y la verdad hasta ahora voy en septimo semestre. se que debo hablar con la verdad pero me da un miedo tenaz, he pensado en cosas terribles para no hablar en serio necesito ayuda no quiero desepcionar a mis padres y decir la VERDAD los va a desepcionar de mi... por favor un consejo jennifer

Los viajes de Carmina dijo...

Se le debe decir a una amiga q su padre (casado) me ha besado, o mejor sufrirlo en silencio y no hacerle daño a ella??